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Gran misterio: Cristo y la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8704-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 16 Sección 2 de 3

EL APÓSTOL AMONESTA Y ENSEÑA
A LAS PERSONAS CON CRISTO

El apostolado de Pablo, que también era su mayordomía, consistía en ministrar Cristo a las personas (Ef. 3:2, 8). Pablo anunció y predicó a Cristo, y luego amonestó y enseñó a las personas en toda sabiduría según Cristo (Col. 1:28). Confucio amonestaba y enseñaba a las personas con respecto a la moralidad y a las relaciones humanas apropiadas, y los filósofos amonestan y enseñan valiéndose de sus filosofías, pero Pablo amonestaba y enseñaba con Cristo. Debemos preguntarnos cómo nosotros amonestamos y enseñamos a otros.

Supongamos que una pareja recién casada tiene algunos problemas. ¿Cómo deberíamos amonestarlos? Según lo que he observado, es común que los esposos tengan problemas. Algunas parejas los tienen desde antes que termine su luna de miel. Nuestro Dios es maravilloso; Él creó a los varones de una manera completamente diferente de las mujeres, y hace que dos personas diferentes sean una pareja. En más de cincuenta años de servicio, he notado que se da la misma situación en todas partes. Tanto en el Oriente como en el Occidente, no importa la nacionalidad, hay problemas entre el esposo y la esposa. Dios usualmente no pone juntas a dos personas rápidas, ni a dos personas lentas. Más bien, de manera maravillosa complementa a una persona lenta con una persona rápida, y a una persona afable con una persona áspera.

Cuando comencé a servir al Señor, muchas veces miraba a un hermano y a una hermana y pensaba que serían idóneos el uno para el otro. Siempre que actuaba en este respecto, salía teniendo problemas y tenía que arrepentirme. Por tanto, finalmente dejé de hacer tales sugerencias porque descubrí que mi juicio no era exacto. Tal vez consideraba que un hermano y una hermana harían una buena pareja, pero ellos no estaban de acuerdo conmigo. Orábamos según los principios hallados en la Biblia y considerábamos la condición social, la educación y la edad del hermano y de la hermana. Pero cuando los presentábamos el uno al otro, no simpatizaban. Finalmente, ellos escogían su propia pareja, y aun así sufrían. Hay muchas historias como éstas.

Debemos amonestar y enseñar a las parejas que tienen problemas. Los hermanos que administran la iglesia y guían a los santos necesitan aprender a amonestar y enseñar. Deberíamos aprender de Pablo, quien es nuestro modelo. Pablo dice que él anunciaba a Cristo, “amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la operación de Él, la cual actúa en mí con poder” (vs. 28-29). Pablo no solamente escribió epístolas y dio mensajes; también amonestó y enseñó a las personas con Cristo. Por experiencia sabemos que cuando hay discordia entre un esposo y su esposa, necesitamos amonestarles con Cristo y enseñarles con Cristo, no con doctrinas. Impartirles tal amonestación y enseñanza requiere que tengamos experiencias de Cristo. Si no experimentamos a Cristo, no podemos amonestar ni enseñar a las personas con Cristo.

El propósito de amonestar a las personas con Cristo no es hacer que ellas se lleven bien, sino presentar a todo hombre perfecto en Cristo. La amonestación adecuada conduce a los santos a crecer hasta llegar a la madurez. No deberíamos corregir a los santos; más bien, deberíamos ministrar Cristo a ellos y ayudarles a comer, beber y disfrutar a Cristo. Hay una gran diferencia entre la práctica de amonestar y enseñar con doctrinas, como se acostumbra en el cristianismo, y la manera en que Pablo ministraba Cristo a las personas.

Los problemas entre los esposos y las esposas se deben a que están escasos de Cristo y necesitan recibir el suministro de Cristo. Este mismo principio se aplica a todos los problemas que existen entre los santos: los problemas son el resultado de nuestra escasez de Cristo y de que necesitamos el suministro de Cristo. Por ejemplo, si un anciano tiene un problema con un diácono, tanto el anciano como el diácono carecen de Cristo. Si dos hermanas tienen un problema y no pueden servir juntas, ambas carecen de Cristo. Toda clase de problemas surge cuando los santos están escasos de Cristo. Los problemas en las iglesias se deben a una escasez del suministro, es decir, a que hay escasez de Cristo. Espero que Cristo sea lo que todos los que están en el recobro del Señor ministren y sirvan a las personas.

Pablo dice que él trabajó y luchó para ministrar Cristo a las personas. El propósito de dicha ministración no es resolver los problemas de las personas, sino ayudarles a crecer hasta la madurez de modo que cada una de ellas pueda ser presentada perfecta en Cristo a Dios (v. 28). La palabra presentar en el versículo 28 es la misma palabra que se emplea en Efesios 5:27: “A fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa”. La misma palabra se usa en la frase presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo (Ro. 12:1). Pablo luchó por presentar a todo santo perfecto en Cristo. Es una vergüenza si los colaboradores sirven durante muchos años, y que en sus localidades haya muy pocos santos perfeccionados. Siempre deberíamos ministrar Cristo a los necesitados, no para resolverles sus problemas, sino para ayudarles a crecer en vida hasta la madurez de modo que puedan ser presentados a Dios.


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