Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-251-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-87083-251-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
En este mensaje veremos un vivir en el cual nos reunimos en el Espíritu y por Cristo. El reunirnos es una clase de vivir. Ir al trabajo no es un vivir, y manejar una fábrica no es un vivir, porque estas cosas sólo introducen frustración, problemas, esclavitud y presión. Para ustedes los jóvenes, ir a la escuela tampoco es un vivir. Entonces, ¿qué es un vivir? Un vivir es algo que trae el disfrute. Según el principio en la creación de Dios, el vivir humano debería ser un cierto disfrute. Nadie diría jamás que el comer y el beber son una frustración, porque el comer y el beber son un disfrute. La reunión cristiana debe ser una clase de vivir. Como tal es un disfrute.
La reunión cristiana no es un llamado servicio de adoración. La Biblia no nos enseña a reunirnos para tener servicios de adoración. En 1 Corintios 14:26 no dice que cuando ustedes se reúnen están asistiendo a un servicio de adoración. Dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo”. Nosotros vimos durante las dos semanas pasadas que los salmos no son solamente para cantar; son también para hablar unos a otros. Esta clase de hablar no es una forma ordinaria o ligera de hablar; es un hablar por ser llenos en espíritu, en el cual todos hablan unos a otros en salmos, himnos y cánticos espirituales (Ef. 5:19).
Además, Colosenses 3:16 dice: “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros ... con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Aquí vemos una enseñanza con salmos. No sólo deberíamos cantar unos a otros en salmos, sino que también debemos hablar y aun enseñar unos a otros con salmos. Cada vez que nos reunimos, cada uno debe tener un salmo que cantar, hablar y aun enseñar unos a otros. Gracias al Señor que El nos ha dado este himnario. Algunos me han dicho que cantar uno de los himnos en este libro es mejor que escuchar un mensaje. Por ejemplo, Himnos, #390 fue escrito por mí inicialmente en inglés. Después, durante uno de mis viajes al Lejano Oriente lo traduje al chino. No me estoy jactando. Este himno es bastante bueno. Ahora tratemos de hablar unos a otros con este himno. Yo les hablaré a todos la primera línea. Luego todos ustedes me hablarán a mí la segunda línea.
Permítanme empezar primero:
En las reuniones y diario vivir,
Cristo es el centro, Cristo todo es;
No por doctrinas ni por un ritual,
Sólo por Cristo es nuestro congregar.
La luz de vida y el camino es,
En Él andamos, guía nuestros pies;
Cristo agua viva y comida es,
Cristo nos nutre y sacia nuestra sed.
Cristo es verdad, testificamos de Él,
Cristo es Señor, magnifiquémosle;
Cristo, la vida, ministrado es,
Como Cabeza ¡exaltémosle!
Cristo es el todo para el hombre y Dios,
A Dios y al hombre satisface Él;
Para Su iglesia es la realidad,
Por Él la vida en ella crecerá.
En cada himno y en cada oración,
Se expresa Cristo como realidad;
Todo servicio en la comunión
Exhibe a Cristo en Su operación.
Es en Su Nombre y en Espíritu
Que nos reunimos sin formalidad;
Le alabaremos con poder y unción
Con nuestro espíritu y en oración.
A Cristo asidos, todo hay que olvidar,
Le aplicaremos hasta madurar;
Todo estimemos pérdida por Él,
Eternamente el todo en todo es.
En las reuniones de los grupos pequeños, a veces podemos escoger un himno para leer o hablar unos a otros. Esto será un buen mensaje. Por ejemplo, ustedes pueden usar el himno de arriba para proclamar: “Hermanos y hermanas, en el diario andar o en las reuniones, Cristo debe ser el centro y El debe ser el contenido también. No estamos reunidos aquí para formas o doctrinas, sino sólo para Cristo. El es el centro de nuestra reunión, y El es el contenido de nuestro congregar”. Esto resultará en un mensaje iluminador. Todos debemos aprender a tomar la iniciativa en hablar en las reuniones. Este hablar no es un tipo de enseñanza, es un disfrute mutuo con otros. Nunca olviden que las reuniones son un vivir.
Conforme al orden en la creación de Dios, todo hombre necesita dormir de seis a ocho horas por día. Además de esto él tiene que trabajar o ir a la escuela. Esto es el arreglo de Dios. Cuando digo que trabajar o dirigir una fábrica son frustraciones, no piensen que estoy recomendando que ustedes no hagan nada. Si no hacen nada, ¿cómo van a comer? Puede que digan: “El Señor está encargándose de mi alimento”. Sin duda, el Señor se encarga de su alimento, pero no en la manera que piensan.
Permítanme compartir con ustedes mi propio testimonio. En 1943 yo fui encarcelado por el Ejército Japonés Imperial en Chifú treinta días. Durante aquel tiempo, usaron toda clase de métodos para probarme dos veces al día. Después de tres semanas de interrogación, se dieron cuenta de que yo genuinamente era un predicador. Me consideraron un tonto, un loco para Dios. Un día intentaron atraparme. Yo sabía que el juicio estaba llegando a una conclusión. Me llamaron a su presencia en la mañana, y pusieron delante de mí una Biblia que yo les di el día cuando fui encarcelado. Comenzaron diciendo: “Reconocemos que usted no sabe nada más que Dios. Para usted Dios es todo, ya sea esto o el otro. Yo quiero hacerle una pregunta hoy. ¿Cuál es más importante, Dios o el país?” El “país” al cual se refería era el gobierno del norte de la China controlado como títere por los japoneses. Yo comprendí completamente el significado de su pregunta. Entonces me quedé con la boca cerrada. Mientras más me forzaba a hablar, más me quedaba callado. Finalmente cuando él insistió en una respuesta yo le dije: “Me temo que usted se enojara si le diera la respuesta”. El me instó más y me aseguró: “Hable. No me enojaré”. A eso respondí: “Dios es más importante”. El exclamó de manera burlona: “Entonces, muy bien. Dios es más importante. Vuélvase a su celda. ¡Nosotros dejaremos que Dios se encargue de usted!” Cuando noté que su tono se había calmado un poco, empecé a predicarle diciendo: “Es verdad que Dios es más importante. Y es verdad que Dios cuida de nosotros. Pero Dios tiene una forma de cuidar de nosotros. El creó la tierra e hizo tierras fértiles para cultivación. Pero todavía es necesario que el hombre are y siembre antes que pueda haber una cosecha. Aun después de la cosecha, todavía es necesario el segar, el vender y el comprar. Puede que usted diga que todos éstos son el labor humano. Pero sin la creación de Dios de la tierra, y sin que El proveyera la luz del sol, la lluvia, el viento y el aire, la cosecha no puede crecer. Así que, usted puede ver, todo depende de Dios todavía. Dios es el que provee nuestra comida; El sí nos cuida de esa manera”. El dijo: “Bien. Usted no sabe nada más que Dios. Dejaremos que Dios le dé comida esta noche”.
Fui puesto en la misma celda de la de un joven griego. El era un cristiano ortodoxo griego, y hablaba un poco de inglés. Empezamos a tener comunión uno con otro. Cuando El supo que estuve sufriendo por el nombre de Cristo, él empezó a respetarme mucho. Cuando los guardias pasaban delante de nosotros, rompimos nuestra comunión y nos callamos. Pero una vez que se alejaban, continuamos con nuestra comunión. En la cárcel a los prisioneros chinos se les daba masa dura, mientras que a este hermano se le daba pan blanco y leche. Aquella tarde cuando pasaba el guardia para repartir el pan y la leche al joven, él me sonrió y señaló con los dedos hacia arriba, diciendo: “Lo suyo está allá”. El se fue sin dejar comida alguna para mí. El hombre griego se preguntaba. El dijo: “¿Qué pasa? ¿No van a darle comida hoy?” Le conté lo que había pasado ese día durante el juicio. El me respondió diciendo: “Señor Lee, le dejaré tener mi porción hoy. Usted está sufriendo por Jesucristo. Lo tengo a honra dejar mi comida para usted”. Insistí en que él se quedara con la comida. Después de empujar la comida de acá para allá entre nosotros por un rato, nos quedamos en que compartiéramos la comida. La próxima mañana los guardias volvieron a sacarme de mi celda. El momento que entraron me preguntaron de manera burlona: “¿Su Dios le dio comida anoche?” Yo dije: “Sí, El lo hizo”.
Todos nosotros podemos testificar que Dios nos cuida. Pero por nuestra parte necesitamos cumplir nuestro deber. Todos debemos trabajar, pero el trabajo no es nuestro vivir; es nuestro laborar. Después que cayó el hombre, Dios destinó que el hombre laborara y sudara y que la mujer pasara por el sufrimiento del parto.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.