Puntos cruciales de los ítems principales del recobro actual del Señor, Los (segunda edición)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7679-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por lo general, entre los cristianos la vida eterna, la cual es llamada “vida imperecedera”, se ha considerado, no como cierta clase de vida, sino como una clase de entorno feliz para que los creyentes de Cristo lo disfruten por la eternidad en el cielo después que mueran. Incluso en la actualidad la enseñanza en el cristianismo en cuanto a “ir al cielo” es muy predominante. Los maestros cristianos no le enseñan al pueblo el entendimiento apropiado de lo que es la vida eterna, sino que la interpretan como un entorno feliz en donde los creyentes disfrutarán de ciertas bondades por la eternidad en el cielo después que mueran. Dicen que es una vida imperecedera. ¡Qué error tan garrafal es éste! No obstante, damos gracias al Señor porque en los últimos setenta años Él ha recobrado entre nosotros la perspectiva bíblica y el entendimiento apropiado de lo que es la vida eterna de Dios, la cual recibimos de Él al creer en el Hijo de Dios, Jesucristo. Ésta es una vida que se halla en el nivel más elevado, pues es la vida divina de Dios y es incluso el propio Dios Triuno en Su totalidad, increado, incorruptible, indestructible y también eterno. Ser eterno significa ser perfecto y completo en calidad, cantidad, tiempo, espacio y existencia. La vida eterna que recibimos al creer en Cristo es perfecta y completa en calidad, cantidad, tiempo, espacio y existencia. Es eternamente perfecta y completa. Existe por la eternidad en el tiempo y el espacio. No es pasajera, sino imperecedera en todo aspecto. Es con esta vida eterna e imperecedera, perfecta y completa, incorruptible e indestructible, admirable y maravillosa que nosotros fuimos regenerados, que estamos siendo transformados y que seremos glorificados con el propio Dios Triuno consumado como nuestra gloria eterna. ¡Ésta es la vida eterna!
Según la revelación y el modelo del Nuevo Testamento, la iglesia es la congregación de los creyentes en Cristo que han sido llamados por Dios a salir del mundo. Esta congregación se considera, por un lado, la casa del Dios viviente (1 Ti. 3:15) para que Él more y lleve a cabo Su voluntad según Su deseo y para Su beneplácito y, por otro, es el Cuerpo orgánico de Cristo (Ef. 1:22-23) para que Él obtenga un complemento en la unión orgánica con Él con miras a Su expresión. La iglesia es el nuevo hombre, esto es, la nueva creación efectuada por Dios (Col. 3:10; Gá. 6:15). Tal iglesia, como casa de Dios y Cuerpo de Cristo, es universalmente una sola, la cual se manifiesta y se expresa en la tierra en muchas localidades como las muchas iglesias locales. La comunión en vida de esta iglesia es una sola, tanto universal como localmente.
Tal iglesia permaneció en tal condición genuina sólo por un breve período. Casi al final del primer siglo, el período de los primeros apóstoles, se infiltraron divisiones y sectas que dañaron la iglesia genuina y crearon la degradación de la iglesia (1 Co. 1:10-13; Ro. 16:17; Tit. 3:10). Dichas divisiones empeoraron más y más en los siglos subsiguientes, incluyendo la era de los padres de la iglesia, y la iglesia trató de solucionar el problema de las divisiones celebrando concilios entre los maestros líderes en las ciudades más importantes, tales como Nicea, Éfeso, etc. Esto no funcionó tan bien como se esperaba. La confusión persistió hasta el final del sexto siglo, cuando se instauró el sistema papal para deformar la iglesia al formar la Iglesia Católica universal regida por el papa, con el fin de mantener una unidad ficticia en todo el mundo.
Durante la Reforma que tomó lugar en el siglo XVI, por las enseñanzas de Martín Lutero, muchos salieron de la Iglesia Católica, regida por el papa, pero no recibieron la debida revelación ni la iluminación para recobrar la práctica genuina de la iglesia según la revelación y el modelo neotestamentarios. Ellos se desviaron primeramente al formar las iglesias estatales, tales como la Iglesia estatal de Alemania y la Iglesia de Inglaterra, y luego al fabricar iglesias privadas, las denominaciones privadas, tales como la Iglesia Bautista y la Iglesia Presbiteriana. Mientras tanto, en el siglo XVIII, Zinzendorf recobró la práctica de la iglesia hasta cierto grado, mas no por completo. Más adelante, en el siglo XIX, surgieron los Hermanos británicos, los cuales recobraron la práctica de la iglesia en buen grado, al punto que tenían asambleas locales, como la iglesia en Filadelfia (Ap. 3:7-13). Sin embargo, lamentablemente, esa condición gloriosa no duró mucho. Los Hermanos británicos se dividieron, aun en la primera generación, en lo que se conoce como los hermanos cerrados y los hermanos abiertos, junto con una adición, a saber, los Hermanos newton. Hasta comienzos del siglo XX, sólo después de haber existido por poco más de medio siglo, se habían dividido en centenares de asambleas divisivas, al grado que tenían varias asambleas en una misma ciudad. En semejante situación, el Señor tuvo que levantar el recobro como un nuevo comienzo en el país pagano y conservador de China, que representaba un territorio virgen para implementar la práctica de la iglesia desde la tercera década de este siglo. En esta acción fresca el Señor ha recobrado entre nosotros, durante las últimas siete décadas, el entendimiento y definición apropiados de la vida eterna, el entendimiento genuino de la iglesia de Dios, los límites de la iglesia local, el terreno genuino de la iglesia, Cristo como la vida que vence, el Cristo todo-inclusivo —quien tiene la preeminencia en todas las cosas tanto en la vieja creación como en la nueva creación efectuadas por Dios y quien es la centralidad y universalidad de la economía eterna de Dios—, la iglesia como Cuerpo de Cristo, el Espíritu todo-inclusivo, compuesto y vivificante, la economía eterna de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia, la impartición del Dios Triuno en el hombre tripartito, el producto final del pueblo escogido de Dios como Nueva Jerusalén, la visión completa y la plena definición de la Nueva Jerusalén como máxima manifestación y expresión de Dios, por la eternidad, en la mezcla de Dios con todos Sus elegidos redimidos, regenerados, transformados y glorificados, etc. En dicho recobro llevamos a la práctica la iglesia genuina, ocupándonos del Cristo todo-inclusivo, el Espíritu consumado, la vida eterna y todas las verdades divinas de la realidad, no de letras vanas, y procurando escapar de la organización, los preceptos dogmáticos, los ritos, el sistema de clérigos y de las tradiciones, con el fin de practicar el sacerdocio universal, que es la función universal de todos los miembros de Cristo en la vida de iglesia, con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo dentro de la economía eterna de Dios.
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