Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7643-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debemos dedicar más tiempo considerando el significado de la filiación según se ve en el Nuevo Testamento. La filiación incluye desde el ser hecho un hijo de Dios por medio del nuevo nacimiento hasta la manifestación de los hijos maduros de Dios. Desde la regeneración hasta la manifestación de los hijos maduros de Dios existe un proceso por el cual debemos pasar. Este proceso incluye muchas cosas. Si consideramos el proceso mismo, veremos un desorden. Hemos comparado este proceso con la preparación de un banquete. Preparar un banquete incluye desde ir de compras al supermercado hasta servir los muchos platos. Entre estos dos puntos existe un proceso, y la parte principal del proceso consiste en un desorden en el cual el cocinero mata, corta, raspa y aplasta. También podríamos comparar esto con el proceso de cortar cabello, el cual requiere varios instrumentos y también parece dejar cierto desorden.
En los primeros años de mi ministerio, siempre que veía problemas en la iglesia entre los hijos de Dios, me lamentaba y me sentía decepcionado. No obstante, hoy día si un hermano tiene un fracaso, podemos alabar al Señor. ¿Hay algunos problemas? ¡Alabado sea el Señor por los problemas! Los necesitamos. Sin ellos, no se puede cocinar algo “delicioso”. Las “papas” tienen que ser “hechas puré”. Tenemos que sufrir y padecer muchas cosas. Podríamos lamentarnos por la situación actual, pero el Señor nunca se lamenta. Él está contento puesto que Él sabe lo que hace. Él está haciendo la obra de cocinar. Un día, tarde o temprano, Él obtendrá la plena filiación entre Sus hijos y la manifestación de ellos en gloria.
El problema consiste en que si no cooperamos bien con Él, le retrasaremos y prolongaremos el proceso. Sin embargo, Él aún es sabio. Mientras más prolonguemos el tiempo, mejor cocinará. No estoy diciendo: “Hagamos males para que vengan bienes”. Dios es sabio. Él es más sabio de lo que sabemos. Todos debemos comprender que estamos bajo el proceso. Ya hemos recibido el nuevo nacimiento, y ahora la meta puesta delante de nosotros es la santificación, la glorificación, la plena filiación y la manifestación de los hijos de Dios. Si cooperamos con Él, apresuraremos el tiempo. Si no, prolongaremos el tiempo un poco. No obstante, para el Señor es lo mismo. A la postre, Él lo llevará a cabo. Finalmente todo el universo dirá: “¡Aleluya!”, y Aquel que está en el trono declarará: “He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5). Que los hijos de Dios sean nuevos equivale a que hayan llegado a la madurez.
El significado correcto y pleno de la filiación abarca desde el nuevo nacimiento hasta la madurez, desde la regeneración hasta la glorificación. Si esto causa una profunda impresión en nosotros y estamos claros en cuanto a esto, las Escrituras estarán abiertas a nosotros. Entonces nuestra lectura del Nuevo Testamento será diferente de lo que fue en el pasado. Dios nos ha predestinado para esta filiación, la cual comienza desde el nuevo nacimiento y alcanza su consumación con la madurez. Espero que a partir de ahora todos podamos estar claros en cuanto a este asunto.
Dios creó al hombre a Su imagen (Gn. 1:26). Esta imagen tiene que ver con la filiación; la filiación es el cumplimiento de la imagen de Dios. Es por medio de la filiación que finalmente seremos hechos plenamente conforme a la imagen de Dios. Mediante el nuevo nacimiento tenemos la imagen de Dios en nuestro espíritu, y por medio de la transformación nuestra alma será conformada a la imagen de Cristo (Ro. 8:29). Entonces, por medio de la transfiguración aun nuestro cuerpo físico será conformado a la plena semejanza de Cristo. En aquel tiempo tendremos la semejanza, la imagen, de Dios plena y cabalmente, de adentro hacia afuera (1 Jn. 3:2).
Dios, al crear al hombre, también encomendó Su autoridad al hombre a fin de sojuzgar y derrotar a Su enemigo (Gn. 1:26). Por lo tanto, el segundo elemento del propósito que Dios tiene con respecto a la iglesia guarda relación con el segundo aspecto de la creación del hombre por parte de Dios. Dios creó al hombre primeramente para que el hombre tuviese Su imagen y, en segundo lugar, para que tuviese Su autoridad a fin de derrotar a Su enemigo. La iglesia fue predestinada para la filiación de Dios y también fue destinada para sojuzgar al enemigo. Al sojuzgar al enemigo, la iglesia manifestará la sabiduría de Dios a todos los enemigos de Dios (Ef. 3:10).
La serpiente primeramente aparece en Génesis 3, y luego será lanzada fuera en Apocalipsis 20. Antes de Génesis 3 hay dos capítulos al comienzo de todas las Escrituras, y después de Apocalipsis 20 hay dos capítulos al final, pero entre medio hay un registro extenso. Con referencia a lo positivo, este registro está lleno de muchas historias buenas acerca de la filiación. En lo que a lo negativo se refiere, también hay muchas historias victoriosas acerca de sojuzgar y vencer al enemigo. Finalmente, en Apocalipsis 20 la serpiente antigua será atada y lanzada fuera (vs. 2-3, 10).
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