Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6251-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En segundo lugar, la función de una casa es expresar y manifestar al dueño de la casa. Ningún otro lugar expresa lo que somos tanto como nuestra casa. Estando en la casa de una persona podemos darnos cuenta de su verdadera condición. Lo que no somos capaces de decir a los demás y lo que nos daría vergüenza decir delante de otros lo podemos decir en nuestra casa. Lo que no podemos hacer público en otros lugares podemos hacerlo público en nuestra casa. Por consiguiente, nuestra casa es el mejor lugar donde podemos expresar lo que somos. El lugar donde nos sentimos más cómodos y libres es nuestra casa. La iglesia es la casa de Dios, donde la vida de Dios puede ser propagada y donde Dios mismo es expresado. Los deseos y tendencias de Dios se manifiestan en Su casa.
Si Dios no tuviera una casa en el universo, no podría tener un lugar donde propagar Su vida; asimismo, si Dios no tuviera un hogar en el universo, no podría tener un lugar donde expresarse ni manifestarse, y por ende, no podría dar a conocer Su misterio. No hay otro lugar semejante a la iglesia, en el cual Dios puede hablar y darse a conocer. Si la iglesia no es así, esto nos muestra que se ha olvidado de su naturaleza. Si en nuestra casa tuviéramos que guardar silencio y no se nos permitiera decir ni una sola palabra, entonces nuestra casa simplemente sería como un tribunal. La iglesia es donde Dios puede expresarse libremente.
En tercer lugar, una casa es un lugar de reposo; en un hogar hay afecto y amor. En el hogar hay cuidado y entendimiento, y las relaciones humanas son placenteras. Es únicamente en el hogar donde podemos percibir lo placenteras que son las relaciones humanas. Si un hogar ha sido corrompido por Satanás, el disfrute de las relaciones humanas es anulado. Por lo tanto, lo grave que Satanás hace en las relaciones humanas es corromper la familia. Todo el disfrute y sentido de las relaciones humanas se encuentran en el hogar. En el hogar uno puede expresar sus emociones y descansar. Solamente cuando una persona tiene un hogar puede hallar reposo interiormente y en su entorno. Lo mismo se aplica a la iglesia. Si Dios no tiene la iglesia en el universo, Él no tendrá reposo. Sin la iglesia, Dios no podrá tener un lugar que responda a Su amor y al deseo de Su corazón. Esta casa es donde Dios halla reposo.
La iglesia como casa de Dios da lugar para que la vida de Dios continúe, y hace posible que Dios sea expresado y manifestado y que encuentre reposo. Si conocemos la iglesia de esta manera, sabremos cómo conducirnos en la iglesia. La manera en que nos comportamos en la iglesia debe permitirle a Dios propagar Su vida, expresarse a Sí mismo y hallar reposo. Dicha conducta estará basada en nuestro conocimiento de la iglesia.
Hablé acerca de esto en Cantón hace cuatro años, porque en aquel tiempo yo había visto una situación en la cual los hermanos y hermanas tenían muchas opiniones cada vez que se reunían a servir. Percibí que la iglesia se parecía más a una asamblea legislativa que a la casa de Dios. Cuando los hermanos y hermanas se sentaban, todos actuaban como legisladores y no le permitían a Dios expresarse a Sí mismo. Por lo tanto, cuando me hicieron preguntas acerca de la iglesia, les dije que la iglesia era la casa de Dios y que debíamos permitir que Dios hablara. Si el amo de la casa no tiene libertad de decir nada en su propia casa, eso indica que el hogar no es apropiado.
En toda nuestra conducta, debemos adherirnos firmemente al principio de que la iglesia es la casa de Dios. Nuestra conducta en la iglesia debe ser restringida por estos principios. No debemos hacer nada que impida la propagación de la vida de Dios, y debemos dejar de hacer cosas que impidan que Dios hable y sea expresado; de lo contrario, la naturaleza de la casa de Dios se perderá. Más aún, debemos permitir que Dios obtenga reposo en la iglesia.
Según 1 Timoteo 3:15, la casa de Dios es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. La iglesia es la casa del Dios viviente, y la iglesia es también columna y fundamento de la verdad. Primero necesitamos ver a qué se refiere la palabra verdad en este versículo, puesto que es un asunto de suma importancia. La verdad de la cual nos habla este versículo corresponde a la frase “Él fue manifestado en la carne”, que aparece en el versículo siguiente. Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Luego el versículo 14 dice a continuación: “Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros..., llena de gracia y de realidad [la verdad]”. Sabemos que esta verdad se hizo carne, porque el versículo 17 dice: “La gracia y la realidad [la verdad] vinieron por medio de Jesucristo”. Juan 14:6 dice: “Yo soy [...] la realidad [la verdad]”. Éste es el Dios que creó todas las cosas y que se hizo carne. Por lo tanto, la palabra verdad aquí se refiere al Dios que entra en el hombre.
La verdad es Dios manifestado en el hombre; la unión de Dios con el hombre es la verdad. Alguien podría preguntar: “¿Por qué la verdad es la unión de Dios con el hombre?”. No debemos decir que Dios es la verdad; más bien, la verdad es Dios que se hizo carne y entró en el hombre, porque si Dios no se añade, todas las cosas creadas son postizas y vacías. Por ejemplo, una lámpara eléctrica sin la electricidad es postiza y vacía. Es sólo cuando la electricidad entra en la lámpara eléctrica que ésta puede ser real y verdadera. Dios es la realidad de todas las cosas, así como la electricidad es la realidad de la lámpara eléctrica. La electricidad misma no necesita llegar a ser real, porque ya lo es. Asimismo, nuestro espíritu y nuestra alma son la realidad de nuestro cuerpo, el cual es como un cascarón; si nuestro espíritu y nuestra alma partieran, nuestro cuerpo sería una falsedad. Dios tiene que entrar en los seres humanos para que ellos puedan tener la realidad en su interior. Por lo tanto, la verdad se refiere al hecho de que Dios entre en el hombre, es decir, a que el Creador entre en Sus criaturas. Esto es llamado la verdad, la cual es la manifestación de Dios en la carne.
La verdad de Dios manifestado en la carne es la verdad que la iglesia sostiene. La iglesia es columna y fundamento de esta verdad. La iglesia es sumamente importante; Dios manifestado en la carne es un asunto de gran trascendencia. La Biblia dice: “Grande es el misterio de la piedad” (1 Ti. 3:16). Este asunto tan importante es lo que la iglesia sostiene. La iglesia es columna y fundamento de Dios manifestado en la carne, y este asunto necesita ser sostenido por la iglesia. Cuando vemos la iglesia, vemos la manifestación de Dios en la carne. Si la iglesia no está presente, la manifestación de Dios es anulada.
Esto nos recuerda las palabras que el Señor Jesús dijo en Mateo 16:18: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. Todos sabemos que Cristo es la roca, el cimiento, sobre la cual la iglesia es edificada. Sin embargo, cuando llegamos a 1 Timoteo, vemos que la iglesia llega a ser el fundamento de la manifestación de Dios en la carne. Este hecho, este misterio, está a cargo enteramente de la iglesia. La iglesia es columna y fundamento de esta verdad. Una columna denota apoyo, lo cual podemos ver en las vigas de una casa, las cuales son sostenidas por las columnas. Sin embargo, con respecto a la verdad de Dios manifestado en la carne, la iglesia no es solamente columna de ello sino también fundamento. Esto nos muestra que la iglesia sostiene y presenta el asunto de la manifestación de Dios en la carne a todo el universo, en tiempo y espacio. Dios le ha confiado este misterio a la iglesia. Si vemos esto, confesaremos que la administración de la iglesia es un asunto de gran trascendencia.
Todos los que servimos a Dios en la iglesia, todos los que laboramos para el Señor, todos los que predicamos el evangelio y todos los que administramos la iglesia debemos permitir que el Señor nos lleve a una esfera tan elevada en la que podamos ver que la iglesia es columna y fundamento de la verdad, y que ella sostiene este hecho: la manifestación de Dios en el universo. Éste es un asunto muy grande y misterioso. Sin esta visión, no sabremos lo que estamos haciendo. Debe llegar el día en que nuestros ojos sean abiertos y veamos que la iglesia a la cual servimos y la cual administramos reviste gran importancia; sólo entonces sabremos lo que estamos haciendo. ¡Lo que hacemos es demasiado grande y misterioso!
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