Iglesia como el Cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4182-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el Evangelio de Juan el Señor Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (v. 25). El Señor no sólo es la vida, sino también la resurrección. Sin duda alguna, la resurrección y la vida están relacionadas, pues sin la vida no puede haber resurrección. Sin embargo, la resurrección es un paso adicional a la vida. Aunque la vida es vida, no es nada más que vida, y no ha pasado por la prueba, el golpe o la muerte. Sin embargo, la resurrección es la vida que ha pasado por la prueba, el golpe y la muerte. Por lo tanto, la vida que ha progresado es la resurrección.
Antes de pasar por la experiencia de muerte, la vida es simplemente vida, pero después de que pasa por la experiencia de la muerte, es la resurrección. La vida que se manifiesta después de haber pasado por la experiencia de la muerte se llama resurrección. Por favor, recuerden que la vida, que es el primer elemento que contiene la plenitud, es una vida capaz de resistir la prueba de la muerte, una vida que puede manifestarse aun después de la muerte.
Por ejemplo, la oración de un hermano puede llevarnos a tocar la vida, a sentir la unción y a tocar al Señor. Sin embargo, nuestros sentidos a veces se equivocan; así que hay otro indicador que nos permite saber si esto procede de la vida. Si su oración procede de la vida, seguirá orando después de que él haya sido probado o herido. La oración que procede de la vida nunca muere como resultado de las pruebas o de los golpes. Todo aquello que muere después de las pruebas y golpes, definitivamente no proviene de la resurrección. Únicamente lo que permanece sin cambiar después de las pruebas y golpes es la resurrección. Un santo que sirve en la iglesia puede ser muy devoto y diligente. Si percibimos la unción y la presencia del Señor cuando estamos con él, podremos concluir que esto debe proceder de la vida. Sin embargo, si los ancianos llegan a tratarlo con severidad, él podría tropezar y dejar de asistir a las reuniones. Probablemente sienta que los ancianos no deben tratarlo de esa manera porque, después de todo, él venía a servir a la iglesia; y como consecuencia, es posible que se retire. Esto indicaría que su diligencia y su devoción no son algo que se halla en la plenitud, pues carece de la resurrección. Todo lo que pertenezca a la resurrección soportará las pruebas, los golpes y la muerte.
Si algo no pasa por la experiencia de la muerte, no tendrá fuerza, riquezas ni plenitud, pero una vez que pasa por la experiencia de la muerte, se vuelve fuerte, rico y pleno. Por dos mil años los cristianos han sido continuamente perseguidos y muertos. La persecución y la muerte sólo puede destruir lo que no pertenece a la resurrección. Todo lo que pertenece a la resurrección puede resistir la prueba de la persecución y la muerte.
Ciertas condiciones se han manifestado en la iglesia por algún tiempo, y luego han desaparecido. Esto muestra que dichas condiciones no estaban relacionadas con la plenitud. Únicamente aquello que puede soportar las tribulaciones y las pruebas, aquello que puede resistir las aflicciones, aquello que vive después de la muerte y se manifiesta después de vencer la represión de la muerte, es la resurrección. En esta condición de resurrección, la plenitud estará aquí; la resurrección es una señal de la plenitud y uno de los elementos que están contenidos en la plenitud.
En la plenitud no sólo se encuentra la vida, sino también la vida que ha pasado por la experiencia de la muerte, ésta es la resurrección. Todo lo que aún permanezca en pie es fortalecido, enriquecido e ingresa en un nivel más elevado e incluso después de haber sido probado, reprimido, perseguido y aniquilado, entra en una nueva esfera. Esto es la resurrección, la señal más poderosa de la plenitud. La expresión de una iglesia debe ser la resurrección. Si el Señor tiene misericordia de nosotros y nos hace pasar por pruebas, veremos cuánto de nosotros aún permanece después de la prueba de la muerte. Nuestros afanes no podrán resistir la prueba de la muerte, nuestro entusiasmo no sobrevivirá después de los golpes y muchas de nuestras virtudes se desvanecerán completamente una vez que pasemos por las aflicciones. Esto demuestra que todas estas cosas provienen de nosotros mismos y no de Cristo. Esto también prueba que no hay ninguna expresión de la iglesia ni ninguna expresión de la plenitud de Cristo.
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