Mensajes para creyentes nuevos: Disciplina de Dios, La #19por Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0096-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los hijos de Dios verdaderamente experimentarán una gran pérdida si no entienden la disciplina. Muchas personas durante años llevan vidas llenas de necedad a los ojos de Dios. Les es imposible avanzar. No tienen idea de lo que el Señor desea hacer en ellos. Andan según sus propios deseos y vagan en el desierto, sin restricción y sin rumbo. Dios no actúa de esta manera. El tiene un propósito en todo lo que hace y actúa con el propósito de moldear un carácter sólido en nosotros para que podamos glorificar Su nombre. Toda disciplina tiene el fin de hacernos avanzar en este camino.
El apóstol citó Proverbios cuando se dirigió a los creyentes hebreos. En el versículo 7, explica la cita de Proverbios que consta en los versículo 5 y 6, diciendo: “Es para vuestra disciplina que soportáis”. En el Nuevo Testamento ésta es la primera explicación que hallamos del tema y es un pasaje crucial. Aquí el apóstol nos muestra que soportar, padecer y experimentar la disciplina son la misma cosa. Dios está aplicándonos Su disciplina. Se nos muestra que experimentar esta disciplina equivale a soportar. Soportamos teniendo en mira la disciplina.
Quizás algunos se pregunten: “¿Qué es la disciplina de Dios? ¿Por qué nos disciplina?” Los versículo 2-4 hablan de sufrir la cruz, menospreciar el oprobio y combatir contra el pecado; mientras que los versículos 5-6 nos presentan la disciplina y los azotes. ¿Qué relación existe entre estas dos cosas? ¿Qué son la disciplina y los azotes mencionados en los versículos 5-6, y qué son el oprobio, la aflicción y el combate contra el pecado, que constan en los versículos 2-4? El versículo 7 es la conclusión de los versículos 2-6 y nos muestra que lo que soportamos es la disciplina de Dios. Así que, los sufrimientos, el oprobio y las aflicciones, son parte de la disciplina de Dios. Aunque nuestra resistencia en contra del pecado no haya llegado hasta la sangre, aún así, la tribulación y los padecimientos que atravesamos son parte de la disciplina de Dios.
¿Cómo nos disciplina Dios? Su disciplina se relaciona con todo aquello que El hace que experimentemos y con todo lo que El nos dice que soportemos. La disciplina de Dios no es algo diferente a esto; es aquello que tenemos que afrontar todos los días, como por ejemplo, palabras que nos ofenden, rostros duros, lenguas hirientes, respuestas ásperas y mordaces, críticas infundadas, problemas inesperados, oprobios, acciones irresponsables que nos afectan y otros problemas serios que surgen en la familia. Algunas veces pueden ser enfermedades, pobreza, aflicción o dificultades. Nos encontramos con muchas circunstancias y soportamos muchas cosas. El apóstol dijo que todo esto constituye la disciplina del Señor, y nosotros lo soportamos por causa de nuestra disciplina.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo debemos responder cuando alguien nos mira mal? Si esa mirada es parte de la disciplina de Dios, ¿cómo debo reaccionar? Si nuestro negocio fracasa debido a la negligencia de otros, ¿cómo vamos a reaccionar? Si Dios usa la poca memoria de otra persona para disciplinarnos, ¿qué debemos hacer? Si nos enfermamos por el descuido de otra persona que nos contagia su mal, ¿cómo debemos afrontarlo? Si todo se nos viene encima y nos rodean las desgracias, ¿qué diremos? Si todo nos sale mal por causa de la disciplina de Dios, ¿qué vamos a hacer? Hermanos y hermanas, nuestra respuesta a todas estas cosas determinará nuestra condición. Podemos considerar todas las cosas en nuestro ambiente como simple casualidad, o podemos considerarlas como la disciplina de Dios; éstas son dos actitudes completamente diferentes. Lo que el apóstol presenta aquí es muy claro. El dice que soportamos por causa de la disciplina. No crea que estas cosas intolerables no son parte de la disciplina de Dios. No piense neciamente que son mera coincidencia. Debemos tener presente que Dios dispone todas nuestras circunstancias diarias y las dosifica para aplicárnoslas como disciplina.
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