Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-252-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hebreos 6:4 nos dice que los creyentes fueron hechos partícipes del Espíritu Santo. Esto nos muestra que somos los partícipes de una Persona maravillosa. El Espíritu Santo es Aquel que como el Hijo y con el Padre es la consumación del Dios Triuno. Somos los que participan de tal Persona. No solamente hemos recibido al Espíritu Santo, sino que ahora somos los participantes del Espíritu Santo. Mientras tengamos al Espíritu Santo, somos Sus participantes. El es un tesoro que no tiene precio.
Hebreos fue escrito para mostrar a los creyentes judíos que los creyentes en Cristo tienen a esta Persona maravillosa como un tesoro que es mucho más precioso que los ángeles, que Moisés, que Aarón y que el viejo pacto. Este tesoro es el Cristo todo-inclusivo. Sin embargo, en nuestra experiencia práctica, este Cristo todo-inclusivo es el Espíritu todo-inclusivo. Hebreos no nos dice que somos partícipes del Cristo todo-inclusivo, sino que somos partícipes del Espíritu Santo. El Espíritu es la consumación del Dios Triuno, y este Espíritu es el Dios Triuno que nos alcanza. Sin que el Padre sea el Espíritu, no puede alcanzarnos. Sin que el Hijo, Cristo, sea el Espíritu, no puede alcanzarnos. La llegada del Dios Triuno a nosotros es el Espíritu, el cual es la consumación del Dios Triuno. Este Espíritu es muy superior a los ángeles, muy superior a Aarón, y también es la realidad del nuevo pacto, el cual es muy superior al viejo pacto; somos los que participan de este Espíritu. Mientras seamos los participantes de este Espíritu, participamos y disfrutamos del Dios Triuno procesado con todas Sus riquezas.
El libro de Hebreos nos dice que este Espíritu es el Espíritu eterno. Cristo como el sacrificio único se ofreció a Sí mismo a Dios mediante el Espíritu eterno (He. 9:14). Este hecho garantiza, o sea, asegura la ofrenda de Cristo por la eternidad. Esta ofrenda efectuó la redención eterna debido a que es una ofrenda eterna. El Espíritu eterno ha hecho que la muerte de Cristo sea eternamente eficaz. Lo que Su muerte realizó abarca a todos los santos creyentes del Antiguo Testamento y a los creyentes del Nuevo Testamento incluyendo a usted y a mí. Aunque El murió en el Calvario hace casi dos mil años, y a muchas millas de nosotros, esa muerte es aplicable a nosotros y está disponible para nosotros debido a que esa muerte fue realizada mediante el Espíritu eterno. Su muerte es una muerte eterna que es aplicable y al mismo tiempo está disponible para todas las personas en cualquier lugar y en cualquier tiempo.
En Hebreos 9:14 vemos de nuevo a la Trinidad: Cristo, Dios y el Espíritu eterno. Que Cristo se ofreciera a Sí mismo a Dios mediante el Espíritu eterno es un gran misterio. Cristo, el Espíritu y Dios son uno. Sobre esta base podemos decir que el Dios Triuno se ofreció a Sí mismo como una ofrenda, mediante Sí mismo y a Sí mismo.
Hebreos 9:14 no dice que el Cristo eterno se ofreció a Sí mismo al Dios eterno mediante el Espíritu; sino que dice que Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios mediante el Espíritu eterno. Esta ofrenda es eterna y real porque fue ofrecida mediante el Espíritu eterno. Hoy en día cuando tocamos al Espíritu tocamos esta ofrenda. Ya que somos partícipes del Espíritu también somos participantes de la ofrenda única, es decir, participantes de una redención eterna. Una vez que usted se ha hecho participante del Espíritu, participa de todo lo que está relacionado con el Espíritu.
Debemos darnos cuenta de que el Señor trabajó, obró y vivió en la tierra mediante el Espíritu eterno. Todo lo que el Señor realizó y experimentó en Su vivir, en Su trabajar y en Su obrar ha sido hecho eterno por el Espíritu eterno. Este Espíritu eterno es todo-inclusivo y nosotros somos los participantes de tal Espíritu. El es el Espíritu como el Hijo y con el Padre, y es la consumación del Dios Triuno procesado en la iglesia.
Nosotros los creyentes tenemos este Espíritu eterno y somos partícipes de este Espíritu. El abarca a Cristo, Dios, la vida eterna y la redención eterna. El abarca todo debido a que El es el Espíritu eterno mediante el cual el Dios Triuno se ofreció a Sí mismo como la ofrenda eterna para Sí mismo.
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