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Mensajes dados a los santos que trabajanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7200-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 8 Sección 2 de 4

PREDICAR EL EVANGELIO
PARA GANAR A LAS PERSONAS

El primer paso importante en la manera ordenada por Dios es predicar el evangelio para ganar a las personas. Cuando salimos a visitar a las personas para predicarles el evangelio y ganarlas para el Señor, nuestro deseo no es simplemente que sean salvas, sino que también lleguen a ser el material apto para la edificación del Cuerpo de Cristo. Ellas deben arrepentirse y ser regeneradas, después de lo cual deben ser transformadas y crecer. La regeneración, la transformación y el crecimiento son asuntos orgánicos; todos éstos forman parte de la edificación orgánica.

Por muchos años en el pasado, la manera en que predicábamos el evangelio consistía en que la iglesia fijaba una fecha para efectuar una campaña evangélica. Distribuíamos folletos y pegábamos carteles en diferentes lugares. Después los hermanos y las hermanas recibían la carga de laborar invitando a sus parientes, amigos, vecinos, compañeros de clase y colegas. Aunque nos esforzábamos mucho, a menudo no obtuvimos muchos resultados. No podemos decir que este camino no sea correcto ni útil, porque en la Biblia encontramos que la gente se reunía para escuchar el evangelio. Sin embargo, si estudian la Biblia detenidamente, verán que el pensamiento básico en la predicación del evangelio consiste en ir a donde están los pecadores. El Señor quiere que seamos pescadores de hombres (Mt. 4:19), lo cual indica que quienes predican el evangelio son pescadores. ¿Qué pescadores, en vez de ir a pescar a una laguna o al mar, envían invitaciones a los peces para que vengan a ellos? La Biblia nos muestra que el Señor Jesús mismo vino desde los cielos para visitarnos. Él visitó a las personas de aldea, en aldea e incluso de casa en casa. Más tarde, Él envió a los doce discípulos a visitar a las personas (10:5) y, posteriormente, envió a los setenta (Lc. 10:1). A los corderos no les resulta fácil ir a visitar a los lobos; no sólo no experimentan bendición, sino que incluso deben prepararse para afrontar aflicciones e incluso ser injuriados.

Todos los que hemos salido a visitar a las personas para predicarles el evangelio hemos tenido este tipo de experiencias. A veces nos encontramos con personas que verdaderamente son como “lobos”; pero otras veces, cuando está la puerta abierta, las personas nos reciben gozosamente, y de inmediato nos damos cuenta de que son hijos de paz. Después de conversar con ellas un poco, inmediatamente creen y son bautizadas y, de ese modo, son salvas. Hay muchas historias maravillosas de cómo encontramos a los hijos de paz mientras visitábamos a las personas para predicarles el evangelio. (Esperamos poder publicar un periódico que contenga estos testimonios). Hay más de mil iglesias alrededor del mundo, y la mayoría de ellas practica esta manera de visitar a las personas para predicarles el evangelio. Ya hay más de cien mil personas que han creído y han sido bautizadas desde la segunda mitad de 1986 gracias a la predicación del evangelio efectuada al salir a visitar a las personas. Incluso otros grupos cristianos han sido influenciados por nosotros y están practicando el salir a visitar a las personas para predicarles el evangelio.

Anteriormente invitábamos a veinte o treinta personas a que escucharan el evangelio y ni siquiera llegaban dos. Ahora salimos a tocar de veinte a treinta puertas, y al menos una persona será traída a la salvación. Ésta es la manera científica de laborar, la cual es muy eficaz. Sin embargo, no es fácil llevar esto a cabo, pues se requiere que paguemos un precio para poner a un lado nuestro propio estatus. Debemos creer que el Espíritu Santo está con nosotros, y debemos hablar la palabra del Señor a las personas, frase por frase, por el espíritu. Algunas personas al comienzo se muestran duras con nosotros; pero después que les predicamos no sólo se arrepienten, oran y creen, sino que también son bautizadas. En un instante los lobos se convierten en corderos. Hemos pasado un año y medio contactando a cientos de personas, concentrándonos en experimentar este asunto. Como resultado, tenemos la prueba de que ésta es la manera más viable y eficaz.

El secreto de visitar a las personas para predicarles el evangelio estriba en tener el cuero duro y ser persistentes. No importa cuánto nos insulte la gente, nuestro rostro sigue igual, y no importa cuánto nos golpeemos la cabeza, no se rompe. Primeramente tenemos que orar, hacer una confesión completa y pedir la limpieza de la sangre del Señor para ser llenos del Espíritu Santo, y ofrecernos al Espíritu Santo para que salga con nosotros. Entonces ciertamente tendremos denuedo y estaremos llenos de autoridad. Podremos declarar al cielo y a la tierra que salimos con el Señor Cristo para predicar el evangelio a los pecadores, mandándoles que crean para que sean salvos. Incluso podremos ordenarles a los demonios que se vayan de los hogares que vamos a visitar. Debido a que el Señor dijo que toda la autoridad en el cielo y en la tierra le ha sido dada, nosotros debemos ir y hacer discípulos a las naciones con esta autoridad, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto no es algo insignificante.

En conclusión, hemos visto que éste es el camino correcto. Si queremos predicar el evangelio a las personas, debemos ir a ellas. ¿Quién irá si usted y yo no vamos? ¿A quién podrá Dios enviar? Dios no puede enviar a los ángeles, puesto que en el Nuevo Testamento Dios no se hizo un ángel, sino un hombre. Dios se hizo carne para moverse entre nosotros. Si nosotros no nos movemos, Dios no podrá lograr lo que desea. Por lo tanto, tenemos que llevar la salvación a los hogares de las personas, así como el Señor Jesús trajo la salvación a la casa de Zaqueo.


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