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Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8420-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 10 Sección 3 de 6

LA VIEJA MANERA REQUIERE
UN CAMBIO DE SISTEMA

Mi carga es que los colaboradores y los ancianos tienen que dar algunas de sus cargas a otros. Independientemente de cuán duro ellos trabajen, los colaboradores y los ancianos sólo pueden sostener cierta cantidad de cosas. Por tanto, ellos tienen que levantar a los santos para que éstos sean útiles. Si los colaboradores y los ancianos tienen un cambio de concepto, será fácil cambiar la situación; de otro modo, la obra se detendrá y tendremos problemas.

Supongamos que en una localidad hay tres ancianos que verdaderamente aman al Señor y son irreprochables. Sin embargo, no están dispuestos a asignar responsabilidades a los santos o introducir a otros en el servicio. Todas las responsabilidades en aquella iglesia local están sobre sus hombros. Cuanto más estos ancianos sirven, más experimentados llegan a ser, y el ancianato llega a ser una ocupación que dura toda la vida; es decir, que ellos ocupan una “posición” de ser ancianos. En esta situación no hay posibilidad alguna de que nuevos ancianos sean levantados. Aunque estos ancianos aman y temen al Señor, son irreprochables, asisten a las reuniones con regularidad y son fieles y responsables al tomar cuidado de los asuntos de la iglesia, lo que pueden hacer es limitado. Ellos tienen que estar dispuestos a compartir la carga y perfeccionar a los santos.

Debido a que los tres ancianos han estado sirviendo por muchos años, su iglesia local llega a ser su territorio, aunque ellos no hagan esta afirmación conscientemente. Como resultado, cualquier colaborador que vaya allá a servir tiene que hacer las cosas de la manera en que los ancianos ordenen. Esto significa que los ancianos limitan a los colaboradores. Cualquier colaborador que vaya allá estará restringido e inmovilizado. Los jóvenes en aquella iglesia local no serán levantados y no obtendrán experiencia. Aunque los jóvenes aman al Señor y están en sus veinte años, parecerán ser impulsivos y arriesgados. Estarán bajo la dirección de los ancianos, quienes los consideran como inadecuados para hacer cualquier cosa excepto aceptar las direcciones de los ancianos. Por ende, los jóvenes se irán, y no serán levantados nuevos ancianos. Bajo esta situación, tal iglesia local no tiene futuro. Los tres ancianos aman al Señor, diezman más del diez por ciento, están en cada reunión y llevan todas las responsabilidades en la iglesia. Ellos están ocupados sirviendo a Dios con una conciencia libre de toda ofensa, y el Señor los ha conservado fieles por veinte años; ellos no han cometido errores. No obstante, como resultado de su servicio, la iglesia local está muerta. No hay manera para que la iglesia local aumente. Éste es nuestro problema básico.

Los colaboradores primero necesitan aprender y luego enseñar. Ellos tienen que enseñar a los santos. Si no ocurre este cambio, nuestra obra se detendrá. No tendremos manera alguna de propagarnos a menos que el Señor cambie nuestro entorno, enviándonos a otra isla para efectuar una obra pionera. Ello nos daría la posibilidad de tener un nuevo comienzo para empezar la obra desde cero. Si no cambiamos nuestra manera de proceder, no aprenderemos algo nuevo; más bien, conservaremos las cosas viejas y sólo tendremos personas viejas. Los colaboradores y los ancianos ocuparán sus “posiciones”. Ellos servirán por muchos años, amando al Señor y siendo irreprochables, pero serán incapaces de introducir a otros santos en el servicio. Puesto que en la Biblia no se habla claramente acerca de la jubilación de los ancianos, y los ancianos aman al Señor y no tienen deseo alguno de jubilarse, nadie les pide que se jubilen. Como resultado, si otros santos no son introducidos en el servicio, los ancianos, como dice el refrán chino, “ocuparán el nido pero no pondrán huevos”. Esto ocasionará problemas.

Aunque los ancianos son buenos, ellos no son capaces de introducir a otros en el servicio y no pueden enseñar a otros. En tal situación un colaborador no sería de mucha ayuda. Aunque los ancianos no cometan errores ni pecado alguno, la iglesia no aumentará, y la segunda generación se perderá. Por tanto, tenemos que cambiar nuestro concepto. En una familia no importa cuánto pueda hacer un abuelo, él tiene que enseñar a la próxima generación y permitir que los más jóvenes lleven la responsabilidad de la familia. Si no cambiamos nuestro concepto y nuestro sistema, alcanzaremos un punto donde ya no podremos crecer.

En las iglesias en Taiwán, muchos santos han sido bautizados, muchos han sido recobrados y los santos están en unanimidad. Esto es muy bueno. No obstante, no hay aumento alguno en el número de santos. Nosotros creemos, después de haber estudiado esta situación, que el problema básico es que los santos responsables son buenos, pero no están dispuestos a cambiar y a enseñar a otros santos hasta alcanzar el punto en que todos sean introducidos en su función. Tenemos que cambiar esta tendencia. Los ancianos tienen que cambiar, y los colaboradores tienen que cambiar; todos tienen que cambiar. Entonces habrá más santos que pueden servir en las iglesias. Además, no importará adónde los colaboradores vayan; sea que se queden en un lugar o vayan a un nuevo lugar con miras a la propagación, las iglesias no sufrirán pérdida alguna.

Si no ocurre un cambio, no seremos capaces de desarrollar la obra en ciudades grandes. En otras palabras, no podremos establecer una iglesia grande. Como mucho, produciremos iglesias que son tan grandes como lo es la iglesia en Taipéi actualmente. Los colaboradores y las iglesias no pueden manejar más que eso. Podemos producir una iglesia local con dos o tres mil santos, pero no tenemos la capacidad de hacer más que esto. A fin de aumentar nuestra capacidad, tenemos que cambiar nuestra manera de proceder. Nuestra capacidad no debería limitarse a lo que nosotros podemos hacer. Tenemos que usar a los santos más jóvenes y animarles a servir. El aumento en la capacidad de una iglesia local depende de los santos jóvenes. Por tanto, debemos maximizar nuestro uso de los santos más jóvenes. Aunque no hay base para que los ancianos se jubilen, en principio los ancianos de mayor edad deberían estar dispuestos a reducir sus responsabilidades y a introducir en el servicio la próxima generación, los santos de mediana edad, conforme a la función de ellos.

Si no damos un paso adelante en este asunto, la obra en Taiwán enfrentará una barrera. No importa cuánta obra llevemos a cabo, meramente mantendremos nuestra situación actual. Ésta es nuestra capacidad. Un ejército que no tiene tropas nuevas no tiene la manera de ganar una batalla. Igualmente, no podemos propagarnos a menos que traigamos santos nuevos y santos más jóvenes. Sin embargo, esto no significa que deberíamos tener una revolución y pedirles a los ancianos que se jubilen. Si el sistema no cambia, incluso si designamos ancianos nuevos, nuestra situación permanecerá igual. Esto no es una revolución relacionada con el liderato, sino un cambio en nuestro sistema de liderazgo. Aquellos que sirven ahora deben continuar sirviendo, pero es necesario añadir más personal. Necesitamos producir nuevos servidores al enseñar a otros santos y pedirles que sirvan con nosotros.

Los distritos tienen la misma situación que las iglesias locales. Cada distrito se asemeja a un pequeño territorio. Los hermanos responsables de un distrito hacen su mejor esfuerzo por ocuparse de todo en el distrito. Sin embargo, ellos están algo indiferentes hacia los asuntos que tienen que ver con toda la iglesia, puesto que ése no es su territorio. Ésta es la situación de algunas familias. Un hijo podría ser capaz de mantener su habitación ordenada, pero no le importa si el resto de la casa está desorganizada. Pareciera ser que sólo nos interesan nuestros distritos; no nos importan las necesidades de la iglesia. Ésta es nuestra situación.

En años recientes el número de santos en el distrito uno ha disminuido en vez de aumentar. Además, hay menos santos que sirven. Tenemos que estudiar esta situación y hallar la causa del problema a fin de mejorar. En el pasado había muchos que servían en el distrito uno. El hecho de que haya menos santos que sirven significa que los santos no están ejerciendo su función; en vez de ello, sólo los hermanos responsables del distrito son aquellos que ejercen su función. Si nuestra situación es normal, los hermanos responsables no serán los únicos que llevarán a cabo su función; todos los santos ejercerán su función. Esto es nuestra carencia actualmente. Si podemos servir al grado que cada santo lleve alguna responsabilidad, nuestra situación cambiará.


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