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Conocimiento de la vida, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-917-7
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CAPITULO NUEVE

TRES VIDAS Y CUATRO LEYES

Ahora queremos ver el noveno punto principal del conocimiento de vida: las tres vidas y las cuatro leyes. Esta es una verdad de suma importancia en la Biblia. Si queremos conocer claramente la condición de nuestra vida interior y espiritual, o si deseamos llevar una vida vencedora que esté libre de pecados, necesitamos entender a fondo esta verdad básica.

I. TRES VIDAS

A. La definición de las tres vidas

Las tres vidas que vamos a considerar aquí son las tres vidas que se encuentran dentro de cada persona salva: la vida del hombre, la vida de Satanás y la vida de Dios.

Comúnmente los hombres piensan que existe una sola vida dentro del hombre, es decir, la vida humana que se obtiene de los padres. Pero la Biblia muestra que debido a la caída del hombre, además de la vida humana, también se halla dentro del hombre la vida de Satanás. Por lo tanto, Romanos 7:18 y 20 dicen que en el hombre, es decir, en la carne del hombre, también mora el Pecado. La palabra pecado se refiere a la vida de Satanás. Según Gálatas 5:17, esta carne, la cual contiene la vida de Satanás, permanece dentro del hombre después de la salvación de éste, y muchas veces se opone al Espíritu. Por lo tanto, después de que una persona ha sido salva, todavía contiene la vida de Satanás.

Además, Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”. En 1 Juan 5:12 también se dice: “El que tiene al Hijo tiene la vida”, es decir, la vida de Dios. Esto muestra que alguien que cree en el Hijo de Dios y es salvo no sólo tiene su propia vida humana original y la vida de Satanás obtenida mediante la caída, sino también la vida eterna de Dios.

B. El origen de las tres vidas

La Biblia relata que cuando Dios creó a Adán, sopló en su nariz el aliento de vida; de esta manera Adán obtuvo la vida humana creada. Entonces Dios lo puso en el huerto de Edén, frente a dos árboles: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Según las revelaciones que se dan más adelante en la Biblia, el árbol de la vida representa a Dios, el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, y Adán representa a la humanidad. Por tanto, aquel día en el huerto de Edén, es decir, en el universo, se desarrolló una situación que incluía a tres partidos: el hombre, Dios y Satanás.

Satanás es el adversario de Dios, y el hombre es el punto central de su lucha contra Dios. Tanto Satanás como Dios querían tener al hombre. Dios quería al hombre para poder cumplir Su voluntad, mientras que Satanás quería al hombre para poder llevar a cabo su deseo maligno. Ambos, Satanás y Dios, usaron la vida para ganar al hombre. La intención de Dios era que el hombre comiera el fruto del árbol de vida y que de esta manera obtuviera la vida increada de Dios para ser unido con El. Sin embargo, Satanás sedujo al hombre y lo hizo comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, lo cual dio por resultado que el hombre obtuviera la vida caída de Satanás y que fuera mezclado con él.

En aquel día, Adán, al ser engañado por Satanás, comió el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. A partir de ese momento, la vida de Satanás entró en el hombre, haciendo que éste se corrompiera. De esta manera, el hombre obtuvo la vida caída de Satanás además de su vida creada original.

En los tiempos neotestamentarios, Dios puso Su vida en Su Hijo para que tal vida se manifestara entre los hombres, de modo que, al creer en Su Hijo y recibirlo, el hombre pudiera obtener la vida de Dios. Por esto, además de nuestra vida original, que es humana y creada, y la vida de Satanás obtenida mediante la caída, también obtenemos la vida de Dios.

Por lo tanto, las tres vidas que existen dentro de nosotros los salvos, se obtienen por medio de la creación, la caída y la salvación, respectivamente. Al salir de las manos creadoras de Dios, obtuvimos la vida humana y creada. Al pasar por Adán, caímos y obtuvimos la vida caída de Satanás. Al entrar en Cristo, somos salvos y obtenemos la vida increada de Dios.


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