Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7461-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La Trinidad Divina como Espíritu de vida nos regula de una manera muy suave, impartiendo al Dios Triuno en nosotros. Como resultado, nosotros seremos salvos en la vida de Cristo (Ro. 5:10). Conforme al libro de Romanos, somos salvos al menos de seis cosas negativas.
En primer lugar, esta ley en nosotros nos salva poco a poco de la ley del pecado y de la muerte (8:2). En nuestra carne hay una ley negativa de pecado y de muerte. Esta ley nos hace débiles, impotentes y enfermizos, e incluso nos hace morir. Esta ley también hace que nos debilitemos moralmente y que pequemos. Como resultado, llegamos a ser completamente incapaces de hacer el bien y nos volvemos insensibles con respecto a hacer el mal. Ahora, la operación espontánea de la ley del Espíritu de vida en mi espíritu me ha librado en todo aspecto, de modo que soy liberado de la ley satánica del pecado y de la muerte que mora en mi naturaleza caída.
En segundo lugar, la ley del Espíritu de vida nos salva del cuerpo de esta muerte (7:24). Nuestro cuerpo caído es llamado el cuerpo de pecado. También es llamado el cuerpo de esta muerte. El cuerpo de pecado es fuerte para pecar y transgredir contra Dios, pero el cuerpo de esta muerte es débil para hacer lo que agrada a Dios. El pecado le infunde fuerza al cuerpo caído para que peque, pero la muerte hace que el cuerpo corrupto sea completamente débil e impotente. Por lo tanto, todo lo que hacemos llega a ser muerte. Incluso Pablo en cierto momento exclamó: “¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?”. La respuesta está en la ley del Espíritu de vida. Esta ley no sólo nos salva de la ley del pecado y de la muerte, sino que también nos salva del cuerpo de esta muerte.
En tercer lugar, esta ley del Espíritu de vida nos salvará de la condición mortal del cuerpo (8:11, 13). Debido a la caída del hombre, el pecado junto con la muerte entró en el cuerpo del hombre. Como resultado, con respecto al cuerpo hay mortalidad. No importa qué hagamos ni cómo lo hagamos, el cuerpo mortal siempre nos trae muerte. Pero si obedecemos a la ley del Espíritu de vida, espontáneamente seremos salvos de la condición mortal del cuerpo.
En cuarto lugar, la ley del Espíritu de vida nos salva de ser personas comunes (6:19, 22; 12:2a). En la naturaleza de todo hombre caído, hay amor por la mundanalidad y por ser personas comunes. Nunca podemos vencer esto por medio de nuestros propios esfuerzos y luchas. Sólo al vivir conforme a la ley del Espíritu de vida podemos ser salvos gradualmente de todo lo común y de los pensamientos mundanos. Creo que ustedes más o menos han tenido esta experiencia. Cuanto más ustedes tengan comunión con el Señor, más desaparecerán sus puntos de vista, sus gustos y su atracción hacia las cosas comunes.
En quinto lugar, la ley del Espíritu de vida nos salva de una vil manera de vivir. Romanos 12:9-21 nos muestra una elevada norma de vida. En este vivir no hay nada de odio, sino sólo amor. No hay quejas, sino solamente la disposición de dar. Incluso hay amor por nuestros enemigos. Una vil manera de vivir tiene envidia de los demás, no tiene amor, sólo se acuerda de los defectos de los demás y no está dispuesta a perdonar. La ley del pecado y de la muerte nos hace pecar, amar el mundo, ser personas comunes, ser contaminados y ser incapaces de hacer el bien. El resultado de ello es que llevamos una vil manera de vivir. Sin embargo, la ley del Espíritu de vida en nosotros anula la ley del pecado y de la muerte, nos santifica y nos salva de una vil manera de vivir, a fin de que vivamos conforme a una norma elevada.
Por último, la ley del Espíritu de vida nos salva de toda clase de división (16:17). En el cristianismo el conflicto de las opiniones humanas siempre da por resultado que se formen diferentes grupos y se establezcan grupos sectarios. Esto es división. Pero si permitimos que la ley del Espíritu de vida nos regule, esta ley, al regularnos, quitará el elemento negativo que nos lleva a contender y a dividirnos en partidos. Ser salvos de la ley del pecado y de la muerte, del cuerpo de esta muerte, de la condición mortal del cuerpo, de ser personas comunes, de una vil manera de vivir y de la división, son el resultado de disfrutar la impartición de la ley del Espíritu de vida a nuestro ser.
Por un lado, la ley del Espíritu de vida nos salva en vida y nos libra de todas las cosas negativas. Por otro, nos capacita para reinar en vida (5:17b) y subyuga todo lo que es contrario a la justicia, la santidad y la gloria de Dios. Todo lo que es contrario a la justicia, la santidad y la gloria de Dios es subyugado por la ley del Espíritu de vida cuando nosotros la obedecemos. En otras palabras, esta ley del Espíritu de vida nos capacita por medio de la vida para ser personas rectas, apropiadas, santas y separadas de todo, y para glorificar y expresar a Dios. En esto consiste reinar en vida.
Además, esta ley del Espíritu de vida nos capacitará para subyugar a Satanás, el enemigo de Dios, para aplastarlo bajo nuestros pies (16:20) y para traer el reino de Dios, que es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (14:17). Si vivimos en la ley del Espíritu de vida, seremos personas apropiadas y rectas con los demás, con respecto a cualquier asunto y con respecto a Dios, y nuestra relación con los demás y con Dios será una relación de paz. De este modo, tendremos gozo en el Espíritu Santo; es decir, tendremos gozo delante de Dios. Ésta es la realidad del reino de Dios. Todo esto es el resultado de la continua impartición y constante regulación de la Trinidad Divina como ley del Espíritu de vida dentro de nosotros.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Sibu, Malasia el 28 de octubre de 1990).
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