Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6224-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el versículo 1 vemos la reacción de Jericó a Israel. Jericó estaba bien cerrada a causa de los hijos de Israel. Nadie salía de la ciudad ni entraba en ella. El pueblo de Jericó estaba limitado y era incapaz de hacer cualquier cosa. Esto indica que incluso antes de que Israel subiera a tomar la ciudad, Jericó ya había sido derrotada.
Según el versículo 2, Jehová le prometió a Josué que Él había entregado en sus manos a Jericó, a su rey y a sus valientes guerreros.
Los versículos del 3 al 5 relatan las instrucciones que Jehová, el Capitán de Su ejército, dio a Josué.
En primer lugar, Jehová le encargó a Josué que todos los hombres de guerra rodearan la ciudad (v. 3a).
Jehová también instruyó a Josué que los hombres de guerra rodeasen la ciudad una vez al día durante seis días (v. 3b).
Además, Jehová instruyó a Josué que siete sacerdotes debían llevar siete trompetas de cuernos de carnero delante del Arca (v. 4a).
En el séptimo día, todos los hombres de guerra debían dar siete vueltas a la ciudad, y todos los sacerdotes debían tocar las trompetas (v. 4b). Esto representa el acto de declarar, proclamar, a Cristo.
Según el versículo 5a, cuando los sacerdotes tocaran las trompetas, todo el pueblo debía gritar a gran voz.
Jehová prosiguió dándole instrucciones a Josué al decirle que cuando el pueblo gritase a gran voz, el muro de la ciudad se desplomaría. Entonces, ellos debían subir a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante (v. 5b).
Luego, este capítulo nos muestra el encargo hecho por Josué al pueblo en conformidad con las instrucciones de Jehová, y después relata las acciones del pueblo realizadas en conformidad con el encargo de Jehová (vs. 6-17a, 18-21, 24).
Al rodear la ciudad, los hombres armados pasaron delante del Arca de Jehová. Los siete sacerdotes pasaron delante de Jehová y tocaron las trompetas, y el Arca de Jehová iba tras ellos. Los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y la retaguardia iba tras el Arca, mientras las trompetas sonaban continuamente (vs. 6-9).
Josué mandó al pueblo que no gritara, que no dejaran oír sus voces ni pronunciaran palabra alguna hasta el día en que él les dijera: “¡Gritad!”. Entonces, ellos gritarían (v. 10). Había un tiempo para permanecer callados y había un tiempo para gritar. Aquí, permanecer callados significa ser uno con el Señor para llevar a cabo algo de la manera dispuesta por el Señor, sin expresar pensamiento, opinión o sentir alguno.
El Arca de Jehová rodeó la ciudad, yendo alrededor de ella una vez, e hizo lo mismo el segundo día, rodeando la ciudad una vez. Esto fue hecho durante seis días. Después, en el séptimo día, ellos rodearon la ciudad de esa misma manera siete veces (vs. 11-15).
El séptimo día, cuando rodearon la ciudad por séptima vez aquel día, los sacerdotes tocaron las trompetas, y Josué dijo al pueblo: “¡Gritad!”. El pueblo gritó a gran voz, y el muro se desplomó. Entonces el pueblo subió a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron, destruyéndola por completo a filo de espada, y quemaron a fuego la ciudad (vs. 16, 20-21, 24a).
La victoria sobre Jericó en la primera batalla que Israel libró después de cruzar el Jordán no fue obtenida en virtud de que Israel combatiera, sino en virtud de que tocaron las trompetas y dieron gritos, es decir, al dar testimonio de Dios y proclamarlo juntamente con Su Arca, por fe en las palabras de instrucción dadas por Dios (vs. 2-5). Estos fueron los factores vitales que les permitieron obtener la victoria.
Ellos no tomaron nada de lo que debía ser destruido, pero rescataron toda la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro, santificándolos para Jehová y poniéndolos en el tesoro de la casa de Jehová (vs. 18-19, 24b).
Este capítulo no sólo habla de la destrucción de Jericó, sino también de la salvación provista a Rahab y su familia (vs. 17b, 22-23, 25). Esto se hizo a fin de cumplir la promesa hecha a Rahab (v. 22). Josué les conservó la vida a Rahab y a la casa de su padre, y no destruyó ninguna de sus posesiones, y ella moró en Israel (v. 25).
Finalmente, este capítulo nos habla del juramento que hizo el pueblo maldiciendo a Jericó. “En aquel tiempo Josué le hizo al pueblo un juramento, diciendo: ¡Maldito delante de Jehová el hombre que se levante y reedifique esta ciudad de Jericó! A costa de su primogénito echará los cimientos de ella, y a costa de su hijo menor asentará las puertas” (v. 26). Lo dicho aquí se cumplió con Hiel en 1 Reyes 16:34.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.