Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7796-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Dios Triuno se revela claramente en los Evangelios de Mateo y de Juan más que en cualquier otro de los libros de la Biblia. Por supuesto, hay algunos versículos en las Epístolas que nos muestran la Trinidad. Uno de estos versículos es Efesios 2:18: “Por medio de Él los unos y los otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre”. Es por medio del Hijo que nosotros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre. Esto claramente revela al Dios Triuno. Pero no se nos revela como una doctrina, sino con el propósito de impartir a Dios en nosotros. La Trinidad tiene por objetivo aplicarnos al rico Dios. Por medio del Hijo, en un mismo Espíritu, nosotros tenemos acceso al Padre.
Hay otro versículo en 2 Corintios 13:14 que nos muestra el propósito de la Trinidad: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia de Cristo es la gracia del Hijo; el amor de Dios es el amor del Padre; y esto viene a nosotros por medio de la comunión del Espíritu Santo. Tenemos al Padre con Su amor, al Hijo con la gracia y al Espíritu con la comunión, ¡y esto es para todos nosotros! Queda claro que esto no es algo doctrinal, sino que tiene como fin la aplicación. ¡Esto tiene como fin la impartición! El amor es del Padre, la gracia es del Hijo y la comunión es del Espíritu. El amor, la gracia y la comunión son tres en uno. El amor es la fuente, la gracia es el cauce y la comunión es la aplicación.
El Evangelio de Juan nos habla mucho acerca del Padre como fuente. El Señor dijo: “No puedo Yo hacer nada por Mí mismo” (5:30). Esto se debe a que Él no es la fuente; el Padre es la fuente. El Padre envía al Hijo, y el Hijo vive por causa del Padre (6:57). Supongamos que yo envío a un hermano a cierto lugar. Lo envío allí, pero me quedo aquí. De ninguna manera él podría decir que vive por causa de mí. En este caso, el enviado no puede vivir por el que lo envía, porque ambos son dos personas distintas. Pero es diferente con respecto al Hijo y el Padre. El Hijo es el Enviado, y el Padre es Aquel que envía. Sin embargo, Aquel que envía siempre es uno con el Enviado. Por esta razón, el Hijo puede decir que el Padre lo envió, y que Él vive por causa del Padre. El Padre va también cuando envía, pues va dentro del Enviado. El Padre siempre está con el Hijo (8:29; 16:32).
El Padre, el Hijo y el Espíritu cumplen el propósito de impartir y aplicar. A fin de impartirse a nosotros, el único Dios necesita ser el Padre, el Hijo y el Espíritu. Los dos Evangelios de Mateo y de Juan son muy semejantes con respecto a la Trinidad porque ambos nos dicen que el Dios Triuno está con nosotros y va a estar en nosotros. Por lo tanto, Él debe manifestarse en tres personas a fin de entrar en nosotros y estar con nosotros para siempre.
La mayoría de las personas únicamente cree en la Trinidad como una doctrina; pero nosotros creemos en la Trinidad en relación con Su obra de aplicar e impartir. “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Esto no debe ser simplemente una doctrina ni una enseñanza. El Dios Triuno tiene por objetivo la impartición.
Ahora necesitamos ver que la impartición del Dios Triuno tiene por objetivo que Cristo sea nuestro suministro de vida a fin de que se produzca la novia. Esto tiene como fin la edificación de la iglesia. ¡Cristo es nuestra vida, nuestra luz, nuestro suministro alimenticio, nuestra agua, nuestro aire, nuestro todo! Él lo es todo para nosotros a fin de producir la novia. La iglesia es una agrupación de creyentes; pero, esencialmente hablando, la iglesia no es una organización, sino un organismo. Una silla es una organización de piezas de madera, pero mi cuerpo es edificado mediante la vida orgánica. Todos los miembros de mi cuerpo están juntos no porque hayan sido organizados, sino porque interiormente tienen un elemento de vida.
El Cuerpo de Cristo no es una organización religiosa, sino un organismo de vida, y la única manera en que tal organismo puede ser producido es que Cristo sea vida para nosotros. Él es nuestra vida y también nuestro todo. Es por ello que Él debe ser nuestra persona. Nosotros tenemos nuestra propia personalidad, pero si tomamos en serio al Señor en lo que se refiere a la vida de iglesia, debemos tomarlo a Él como nuestra persona. La vida matrimonial más exitosa es aquella en la que la esposa toma al esposo como su persona. En todas las bodas, ya sea de la antigüedad como de la época moderna, del Oriente como del Occidente, la novia siempre se cubre la cabeza. Esto significa que para tener una vida matrimonial exitosa, la esposa debe estar cubierta por su esposo, es decir, ella debe tomar a su esposo como su persona.
Hoy en día hay muchos divorcios porque en la vida matrimonial hay dos cabezas. Al hombre le gusta ser la cabeza, y a la mujer le gusta ser la cabeza sobre la cabeza. Así que, terminan por divorciarse. Todas las hermanas casadas deben comprender que en el día de su boda su cabeza fue reemplazada por otra. Éste es el principio que nos presenta la Biblia. No se trata de una ordenanza o un precepto, sino que es la única manera en que un matrimonio puede permanecer firme.
En la vida de iglesia, Cristo es nuestro verdadero Esposo. Por lo tanto, debemos rechazar nuestra persona y tomarlo a Él como nuestra persona. Cuando Él estuvo en la tierra, aunque tenía Su personalidad, nunca vivió por Sí mismo, sino que siempre vivió por la persona del Padre. Él dijo que no hablaba nada por Sí mismo; todo lo que hablaba, lo hablaba por medio del Padre. Él no era la fuente, sino que el Padre era Su fuente. Él tenía una persona, pero no vivía por Su persona, sino por otra persona, a saber, el Padre. Él tenía una voluntad, pero dijo que no debía hacerse Su voluntad, sino la voluntad del Padre (Mt. 26:39). Su voluntad siempre estuvo sometida a la voluntad del Padre. Él lo hizo todo por la voluntad de Dios.
La vida matrimonial debe ser un tipo de esto. La esposa no debe hacer nada por su propia voluntad, sino que debe siempre actuar y vivir por la persona de su esposo. Ella debe poner a un lado sus preferencias y gustos, y tomarlo a él como su persona. A veces tratamos de orar cuando ya sabemos lo que el Señor quiere. Si tomamos al Señor como nuestra persona, no necesitaremos orar tanto. Es posible ofrecer muchas oraciones pero nunca tomar al Señor como nuestra persona.
En el Evangelio de Juan, vemos a un hombre que es la expresión de Dios. Sin embargo, este hombre no vive por Sí mismo, sino por otra persona. En la vida de iglesia, nosotros como individuos debemos desechar nuestra persona y tomar al Señor que está en nosotros como nuestra persona. Si todos hiciéramos esto, aunque somos muchos, seríamos un solo cuerpo. Somos el nuevo hombre y tenemos una sola persona. Este hombre corporativo no expresa nada de los diferentes individuos, sino que todo lo que expresa proviene de una sola persona. Es de este modo que la iglesia es la expresión de Cristo, pues toda la iglesia lo toma a Él como su persona.
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