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Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6426-3
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SALMOS 47: DIOS EN CRISTO REINA SOBRE LA TIERRA
POR MEDIO DE LA CIUDAD

El salmo 47 es una continuación del salmo 46. En el salmo 46 Dios es nuestro disfrute, quien suple nuestras necesidades en los momentos de mayor necesidad. Luego el salmo 47 continúa al decirnos que este Dios que suple nuestras necesidades en la ciudad será, en Cristo, el Rey sobre toda la tierra por medio de la ciudad, la cual es la iglesia fortalecida y agrandada. El versículo 1 dice: “Batid palmas, pueblos todos; / aclamad a Dios con voz de triunfo”. Cuando la iglesia sea verdaderamente agrandada hasta ser la ciudad, en la cual disfrutamos a Dios como nuestro todo, sin duda alguna batiremos las manos. En dicha vida de iglesia, no podemos evitar aclamar a Dios con voz de triunfo. Los cristianos hoy permanecen muy silenciosos en sus cultos porque no están en la vida apropiada de iglesia, porque no tienen a Dios como su disfrute en medio de sus necesidades, porque están carentes de Dios en las experiencias que se obtienen por medio de la vida apropiada de iglesia.

Los versículos 2 y 3 dicen: “Jehová, el Altísimo, es [...] / gran Rey sobre toda la tierra. Somete a los pueblos bajo nosotros / y a las naciones bajo nuestros pies”. Todas éstas son acciones que Dios realiza en Cristo por medio de la ciudad, la iglesia agrandada. Cuando la iglesia sea agrandada hasta ser la ciudad, Dios someterá a los pueblos por medio de la ciudad y reinará sobre toda la tierra en Cristo como un gran Rey. Sin esta iglesia le resultaría difícil a Dios lograr esto. Es la iglesia agrandada como una ciudad lo que hará que toda la tierra se someta a la autoridad de Dios y al reinado de Cristo.

Los versículos del 5 al 9 dicen: “Dios asciende entre aclamaciones; / Jehová, al sonido de la trompeta. / Cantad salmos a Dios, cantadle salmos; / cantad salmos a nuestro Rey, cantadle salmos. / Porque Dios es el Rey de toda la tierra; / cantad salmos con entendimiento. Dios reina sobre las naciones; / Dios se sienta sobre Su santo trono [...] Él es exaltado sobremanera”. Todas estas cosas maravillosas ocurrirán porque Dios habrá obtenido la ciudad como una base en la tierra. Es preciso que la iglesia sea edificada como ciudad para que Dios pueda obtener una base en la tierra para Su mover. Es por medio de la iglesia fortalecida y agrandada que Dios en Cristo será alabado y exaltado como Rey sobre toda la tierra y reinará sobre todas las naciones.

SALMOS 48: DIOS EN LA EXPERIENCIA CULMINANTE
DE LA CIUDAD

Ahora llegamos al salmo 48. “Grande es Jehová, / y muy digno de alabanza / en la ciudad de nuestro Dios” (v. 1). Aquí llegamos al punto culminante de la ciudad. Es solamente en la ciudad, es decir, en la iglesia fortalecida y agrandada, que Dios será considerado grande y será en gran manera alabado. ¿Cree usted que Dios podría ser igual de grande entre dos o tres que se reúnen en un hogar? ¿Podría Dios ser grandemente alabado en tal condición? En efecto, Dios será grande, pero de una manera más bien lamentable. Si queremos que Dios se manifieste en gran manera, se necesita una iglesia fuerte, una ciudad. Dos o tres personas reunidas no son una ciudad; de hecho, difícilmente diríamos que son una casa. Simplemente son un grupo precario, un grupo libre muy pobre. ¿Cómo puede Dios ser grande, y cómo puede ser alabado en gran manera? Para ello necesitamos ser la ciudad. Necesitamos ser fortalecidos, agrandados y edificados como una ciudad. De este modo, la grandeza de Dios se expresará.

El versículo 2 dice: “Hermoso en su elevación, / el gozo de toda la tierra, / es el monte Sion, a los lados del norte, / la ciudad del gran Rey”. Cuando la iglesia sea fortalecida, agrandada y edificada como la ciudad, se producirá una elevación en la tierra. La iglesia será elevada, y dicha elevación será la hermosura de la iglesia. Hermoso en su elevación es el monte Sion. Dicha iglesia, dicha ciudad, será el gozo de toda la tierra. Es en esta ciudad que Dios es el gran Rey, y este gran Rey es Dios en Cristo, es Cristo mismo. En la casa Él es el gran Padre, pero en la ciudad Él es el gran Rey.

El versículo 3 dice: “En sus palacios Dios / se dio a conocer como alto escondite”. La ciudad es la iglesia, y los palacios son las iglesias locales. Dios es conocido en todas las iglesias locales que pertenecen a la iglesia. Si usted desea conocer a Dios como refugio, como una torre alta y como un alto escondite, debe entonces estar en las iglesias locales.

El versículo 4 dice: “He aquí, los reyes se reunieron; / pasaron juntos”. ¿Por qué? Porque vieron la iglesia, porque vieron semejante fortaleza. El versículo 5 dice: “Vieron, por lo cual, quedaron pasmados. / Se turbaron y huyeron alarmados”. El solo hecho de ver una iglesia así de edificada hizo que los enemigos huyeran espantados.

En El hombre espiritual, una colección de tres tomos de Watchman Nee, hay una sección que trata sobre la guerra espiritual. Esta sección se componía principalmente de artículos escritos por la señora Penn-Lewis en cuanto a experiencias que había tenido Evan Roberts de Gales, quien fue líder del avivamiento de Gales de 1904. Evan Roberts mismo experimentó mucha guerra espiritual, pero lo que él experimentó sólo fue a nivel individual y personal. Puesto que él mismo no podía escribir sus experiencias (pues era un obrero en una mina de carbón), se las contó a la señora Penn-Lewis, quien las puso por escrito. En aquel tiempo en la tierra la iglesia no había visto que la guerra espiritual no es cuestión individual, sino corporativa. En los años de 1920 a 1924, el hermano Nee leyó todos estos libros y le ayudaron, por lo que extrajo todas estas cosas y las juntó en un solo capítulo en su libro El hombre espiritual. En la primera edición de ese libro en chino, mencionó este hecho claramente en el prefacio. Sin embargo, después de publicar este libro, en los años de 1937 a 1940, el hermano Nee empezó a ver que debíamos participar en la guerra espiritual, no como individuos, sino como parte del Cuerpo. En aquel tiempo, por la misericordia de Dios, el hermano Nee vino a ver el Cuerpo de manera práctica y dio muchos mensajes sobre este asunto. Basándose en Efesios 6, él señaló que la guerra espiritual no es una cuestión individual, sino que involucra el Cuerpo. El guerrero, el soldado, mencionado en dicho capítulo no es un solo individuo, sino el Cuerpo de Cristo. Todo el Cuerpo es el guerrero. Después de esto, él dio un buen número de mensajes sobre la guerra espiritual en la que participa todo el Cuerpo. En dichos mensajes dijo que en la época de Evan Roberts era realmente muy difícil obtener la victoria, pero que ahora, puesto que hemos visto que la batalla es una cuestión que involucra el Cuerpo, lo único que tenemos que hacer es permanecer en el Cuerpo, y el enemigo huirá. ¡Alabado sea el Señor! Por esta razón, en El hombre espiritual, la parte que trata sobre la guerra espiritual, ya caducó. La guerra espiritual, como se presenta allí, no es conforme a la luz que el Señor ha mostrado a Su iglesia hoy.

En el salmo 48, cuando los enemigos ven la iglesia, huyen espantados. Mientras permanezcamos en la iglesia, que nos es una fortaleza en esta tierra, ningún enemigo podrá prevalecer. El Señor dijo: “Edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). ¡Amén! ¡Aleluya! La guerra espiritual es sencillamente una cuestión de refugiarnos en la ciudad. Cuando estamos en la ciudad, podemos ver cómo los enemigos huyen. Esto no es una simple enseñanza, pues tenemos experiencia de ello. Antes de venir a la iglesia local, era verdaderamente difícil para mí vencer muchas cosas, incluso pequeños pecados que me asediaban. Pero desde que vine a la iglesia, simplemente he estado en la torre, viendo cómo huyen los enemigos. Aquí, en la torre, no estoy luchando, sino simplemente observando desde la torre. ¡Aleluya! Los enemigos huyen, ¡ellos ciertamente huyen! Ésta es la guerra espiritual.

Después de esto Salmos 48:6 dice: “Allí el temblor se apoderó de ellos, / dolor como el de mujer que está de parto”. Allí les tomó el temblor a ellos, no a nosotros. Nosotros estamos en el alto escondite observando. Luego, el versículo 8 dice: “Tal como lo hemos oído, / así lo hemos visto / en la ciudad de Jehová de los ejércitos, / en la ciudad de nuestro Dios”. Hemos oído algo que es desde tiempos antiguos; ahora estamos viendo estas cosas. “Tal como lo hemos oído, / así lo hemos visto”. ¿Dónde? “En la ciudad de Jehová de los ejércitos, / en la ciudad de nuestro Dios”. Hermanos y hermanas, ¿pueden ustedes ver esto? Es cuando entremos en la iglesia como la ciudad de Dios que realmente podemos decir esto. “Dios la afirmará para siempre. Selah”.

El versículo 9 dice: “Consideramos, oh Dios, Tu benevolencia amorosa / en medio de Tu templo”. ¡Esto es verdaderamente bueno! Los enemigos huyen, y nosotros nos acordamos de la benevolencia amorosa de Dios. La porción de ellos es correr, y la nuestra es considerar la benevolencia amorosa de Dios en Su templo. Los versículos 10 y 11 dicen: “Como es Tu nombre, oh Dios, / así es Tu alabanza / hasta los fines de la tierra; / de justicia está llena Tu diestra. / Regocíjese el monte Sion; / exulten las hijas de Judá / a causa de Tus juicios”.

Ahora tenemos dos maravillosos versículos, los versículos 12 y 13: “Andad alrededor de Sion y rodeadla; / contad sus torres. / Considerad atentamente sus baluartes; / recorred sus palacios; / para que lo contéis a la generación venidera”. En el interior de la ciudad están los palacios, y por fuera de la ciudad se ven los baluartes. Debemos reflexionar en todas estas cosas. Deberíamos aprendernos de memoria estos dos versículos, los versículos 12 y 13 del salmo 48. Si usted le preguntara al salmista: “¿Por qué usted hace tanto hincapié en la ciudad? ¿Por qué no habla más acerca de Cristo?”, él le respondería: “Andad alrededor de Sion y rodeadla; / contad sus torres. / Considerad atentamente sus baluartes; / recorred sus palacios; / para que lo contéis a la generación venidera”. Ésta es la respuesta. Si usted alguna vez ha visto una vida de iglesia como ésta, entenderá por qué el salmista estaba tan entusiasmado con la ciudad de Dios.

Por último, tenemos el versículo 14: “Este Dios es nuestro Dios eternamente y para siempre. / Nos dirigirá, incluso hasta que muramos”. ¿Cuál Dios es nuestro Dios? El Dios de la ciudad. “Este Dios es nuestro Dios eternamente y para siempre”. Esto es bueno sobremanera. Él nos guiará aun hasta que muramos. Si estamos fuera de la iglesia local, estaremos extraviados y vagando. Pero cuando venimos a la iglesia, tenemos un Guía. En la iglesia, la ciudad, nuestro Guía es nuestro Dios.

Rodead a Sion y miradla,
Rodeadla llenos de amor;
Contad hoy todas sus torres,
Andando por su alrededor,
Andando por su alrededor.

Hoy contemplad sus baluartes,
Sus muros hoy contemplad;
Hoy contemplad sus baluartes
Y en sus palacios andad,
Y en sus palacios andad.

¡Cuán elevada, cuán bella!
¡Gran gozo a la tierra es!
¡Cuán elevada, cuán bella!
Es Sion la ciudad del gran Rey,
Es Sion la ciudad del gran Rey.

Oh, desde Sion brota un río,
Muy hondo y ancho en verdad;
Con sus corrientes el río
Alegra de Dios la ciudad,
Alegra de Dios la ciudad.

En Sion te espera alabanzas,
Loor te espera, Señor;
En Sion te espera alabanzas,
Pues Sion está llena de Dios,
Pues Sion está llena de Dios

En Sion, Señor, eres grande
Y digno de admiración;
En la ciudad elevada
Se canta alabanzas a Dios,
Se canta alabanzas a Dios.

En Sion, Señor, te bendigan,
Es Tu santa habitación;
En Sion, Señor, te bendigan,
Con toda alabanza y loor,
Con toda alabanza y loor.

En Sion, que Dios os bendiga,
En Sion, aún más y más;
En Sion, que Dios os bendiga
Con esa Su vida eternal,
Con esa Su vida eternal.

¡Mirad, oh cuán delicioso
Con los hermanos estar!
¡Mirad, oh cuán delicioso
En tal armonía morar,
En tal armonía morar!

Oh, dilo a todos los hombres,
Oh, dilo hoy por doquier,
Que el Espíritu llama
Y dice con la novia: “Ven”,
Y dice con la novia: “Ven”.

(Hymns, #1223)


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