Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6775-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto tanto el ministerio del Señor Jesús como el ministerio de las personas dotadas. Ahora hablaremos de los santos, quienes son los miembros.
Todos debemos entender que como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos prestar atención a dos cosas. En primer lugar, necesitamos crecer en vida. Esto es fundamental. Sin el crecimiento de vida, la edificación del Cuerpo es imposible. El cristianismo de hoy le da a la gente la impresión equivocada. A la mayoría de los cristianos les parece que puesto que tienen un buen pastor con varios asistentes competentes, no necesitan hacer nada. Sin embargo, para tener una vida de iglesia apropiada, cada miembro necesita crecer en vida. Versículos como 1 Pedro 2:2, Efesios 2:21 y Efesios 4:15 nos muestran que la edificación de la iglesia es únicamente posible mediante el crecimiento de los miembros.
La edificación de la iglesia no es una estructura compuesta de muchos ladrillos y piedras inertes; no, es una entidad viviente. Si no crecemos, no es posible que se produzca la edificación de la iglesia. No podemos tener una iglesia apropiada simplemente empleando el término iglesia; eso no funciona. No importa el nombre o etiqueta que usemos, sin el crecimiento en vida, estamos muertos y vacíos. Una vida de iglesia apropiada depende del crecimiento apropiado de los miembros. Debemos primeramente tomar medidas con respecto a nuestros pecados, a nuestra mundanalidad y a nuestro yo. Es necesario que experimentemos la cruz de Cristo y conozcamos a Cristo como nuestra vida. Debemos vivir en el espíritu, manteniéndonos en contacto viviente con Cristo. Entonces experimentaremos cierta medida de crecimiento. Es por medio de este crecimiento que se efectúa la edificación de la iglesia, y es de esta manera que tendremos la verdadera iglesia neotestamentaria. La realidad se halla en la vida, no en la etiqueta que le pongamos. A fin de que se lleve a cabo la edificación de la iglesia, lo primero que se requiere de todos los santos es que crezcan hasta la madurez.
El segundo requisito que cada miembro debe cumplir es ministrar, es decir, ejercer su función. Tal vez usted diga que no es un ministro; sin embargo, la verdad es que todos somos ministros. Usted ciertamente tiene que reconocer que es un miembro; si ya ha reconocido este hecho, entonces examine su propio cuerpo. ¿Tiene algún miembro en su cuerpo que no cumpla ninguna función? Debemos entender que somos miembros del Cuerpo de Cristo y que, como tales, debemos aprender a ejercer nuestra función. Si usted dice que no sabe ejercer su función o que no puede hacerlo, ello probablemente se debe a que no ha crecido. La función de los miembros depende enteramente de su crecimiento en vida. Si un miembro no puede ejercer su función, dicho miembro está enfermo o está atrasado en su desarrollo. Todos los santos locales deben ejercer su función activamente en la vida de iglesia.
Ahora debemos considerar cuidadosamente otro asunto importante. Leamos 1 Corintios 3:9-15: “Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como sabio arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego es revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego mismo la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”.
Cuando ejerzamos nuestra función o sirvamos en la iglesia, debemos siempre tener presente que existen dos categorías de materiales. Una de ellas se compone de oro, plata y piedras preciosas; y la otra se compone de madera, hierba y hojarasca. Debemos ser muy cuidadosos de no ejercer nuestra función con los materiales de la segunda categoría. Por un lado, debemos aprender a ejercer nuestra función; pero, por otro, debemos aprender a discernir los materiales que usamos. El oro nos habla de la naturaleza de Dios; la plata, de la obra redentora de Cristo; y las piedras preciosas, de la obra del Espíritu Santo. Estos tres materiales están relacionados con las tres personas de la Deidad. Únicamente podemos obtener estos tres materiales preciosos mediante la obra de la cruz. Por lo tanto, debemos ejercer nuestra función únicamente por la cruz y mediante la cruz. La madera representa la naturaleza humana, y la hierba y la hojarasca representan las cosas de la tierra. Debemos aprender a rechazar todos los elementos humanos, todas las cosas de la tierra, y negarnos a ellos por medio de la cruz. El apóstol Pablo dijo que él era el sabio arquitecto que puso el fundamento. Pero todos los santos, incluyendo a todas las personas dotadas, deben entender claramente cómo edificar. El ministerio que imparte el oro, la plata y las piedras preciosas producirá la verdadera edificación de la iglesia. No obstante, si traemos madera, hierba y hojarasca, perjudicaremos grandemente la vida de iglesia. Debemos aprender a examinarnos a nosotros mismos por medio de la cruz con respecto a la manera en que ejercemos nuestra función. En la iglesia siempre debemos actuar por medio de la cruz.
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