Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7380-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando tenemos la Palabra viviente con la Palabra escrita, tenemos al Dios definido. Por cuanto Dios es abstracto, misterioso e invisible, es necesario que Dios sea la Palabra a fin de explicarse, definirse y revelarse a Sí mismo. La Palabra en Juan 1:1 alude al Dios definido, el Dios explicado, el Dios expresado, el Dios revelado, el Dios dado a conocer a los seres humanos. Ésta es la Palabra. En Juan 1:1 la Palabra se refiere a nuestro Señor, la Palabra viviente, con la Biblia, la Palabra escrita.
En Apocalipsis 19:11-13 tenemos un cuadro del Cristo que juzga y hace guerra. El versículo 13 dice: “Está vestido de una ropa teñida en sangre; y Su nombre es la Palabra de Dios”. El nombre escrito en el muslo del Señor puede compararse a una insignia, una etiqueta, o una señal. Mientras Él lucha contra el enemigo, Él porta una señal que dice: “La Palabra de Dios”. Esto indica que el Señor mismo es la Palabra de Dios. ¿Quiere usted conocer a Dios? A fin de conocer a Dios, usted necesita leer a Cristo, estudiar a Cristo, contemplar a Cristo, mirar fijamente a Cristo.
Sin embargo, no podemos conocer al Señor, la Palabra viviente, simplemente al estudiarlo y contemplarlo a Él. También necesitamos el Libro, la Biblia, la Palabra escrita. Si hemos de conocer a Dios, por un lado, debemos contemplar esta persona viviente y, por otro, debemos estudiar el Libro.
Hemos visto que la Palabra en Juan 1:1 se refiere tanto a la Palabra viviente como a la Palabra escrita. ¡La Palabra, en este versículo, es grandiosa! Esta Palabra es en realidad Dios mismo.
Durante los siglos ha habido mucho debate entre los teólogos con respecto a Juan 1:1. Hemos señalado que, según Juan 1:1, Cristo es Dios,. Otros afirman que la última parte de este versículo no debe traducirse “y la Palabra era Dios”, sino que debe decir “y la Palabra era una deidad”. Algunos que prefieren esta traducción niegan que Jesucristo es Dios mismo. Es posible que ellos digan que Él es una deidad, pero no que Él es Dios. Pueden mantener el concepto de que el Señor Jesús es el Lógos y es una deidad, pero niegan que Él es Dios mismo.
La Palabra en Juan 1:1 es el Dios Triuno definido en una persona viviente. Esa persona viviente no es solamente el Hijo de Dios —Él es el Dios completo. Refiriéndose a Cristo, Colosenses 2:9 dice: “En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Es difícil definir la palabra plenitud tal como se usa en la Biblia. ¿Puede usted explicar la diferencia entre plenitud y riquezas? Algunos que están familiarizados con lo que hemos escrito en otras publicaciones podrían decir que las riquezas denotan lo que Cristo es, y que la plenitud es aquello que llegamos a ser como Cuerpo de Cristo, como resultado de disfrutar a Cristo. Sin embargo, esta explicación aquí no es de gran ayuda. De acuerdo con el uso bíblico, el significado de la palabra plenitud excede al significado de la palabra riquezas. Riquezas es un término más formal. Primero obtenemos las riquezas y luego la plenitud. Por esta razón, podemos decir que la plenitud sobrepasa a las riquezas. Colosenses 2:9 dice que la plenitud de Dios habita corporalmente en Cristo. La plenitud no habita en Cristo de manera teórica ni invisible; habita en Él corporalmente.
¿A qué se refiere la expresión la plenitud de la Deidad? ¿No se refiere a toda la Deidad, a la persona completa de Dios? Sí, la plenitud de la Deidad es toda la Deidad, incluyendo el Padre, el Hijo y el Espíritu. La Deidad es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Entonces, ¿cómo podemos decir que la plenitud de la Deidad incluye sólo a Dios el Hijo, y no a Dios el Padre ni a Dios el Espíritu? Esto no sería lógico. Puesto que la Deidad incluye al Padre, al Hijo y al Espíritu, la plenitud de la Deidad debe ser la plenitud del Padre, el Hijo y el Espíritu. Como corporificación de la plenitud de la Deidad, Cristo no solamente es el Hijo de Dios, sino el Dios completo.
Juan 1:1 y 2 dicen: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Él estaba en el principio con Dios”. En el principio, esto es, en la eternidad pasada, la Palabra que definió a Dios, explicó a Dios y reveló a Dios estaba con Dios. Él estaba con Dios antes de la fundación del mundo. Luego, un día Él se hizo un hombre. En Juan 1:14 la Palabra se hizo carne. La traducción “fue hecho” tal como aparece en la versión King James no es correcta. La traducción apropiada de la palabra griega es “llegó a ser”. Aquí, la palabra griega indica un paso firme que está relacionado con tener un nuevo comienzo. En la eternidad Cristo, la Palabra viviente, era Dios pero sin humanidad. Pero mediante la encarnación Él dio un paso firme para tener un nuevo comienzo. Él llegó a ser un hombre.
Juan 1:14 dice que la Palabra no sólo se hizo carne, sino que también fijó tabernáculo entre nosotros. En este versículo hay dos predicados: se hizo y fijó tabernáculo. La historia escrita en los cuatro Evangelios es una historia del Dios encarnado que fija tabernáculo entre nosotros. Las palabras fijó tabernáculo abarcan los cuatro Evangelios.
Al final del relato en los Evangelios, el Señor Jesús fue a la cruz para morir por nuestra redención. Él murió como el Cordero de Dios (Jn. 1:29, 36). Por lo tanto, en los cuatro Evangelios vemos a Cristo como el tabernáculo, y al final de los Evangelio vemos que Él fue crucificado como el Cordero de Dios.
Después de efectuar la redención como el Cordero, Cristo fue resucitado y vino como la paloma, como el Espíritu vivificante. La paloma es en realidad Cristo mismo en otra forma. En 1 Corintios 15:45 dice que el postrer Adán fue hecho, “llegó a ser (lit.)”, Espíritu vivificante. Este versículo nos señala a otro nuevo comienzo, que también está implícito en las palabras llegó a ser. Cuando la Palabra se hizo carne, eso fue un nuevo comienzo. Cuando en resurrección Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, eso fue otro nuevo comienzo. Ahora Cristo está con nosotros como la paloma. En Juan 20 y 21 le vemos a Él como la paloma.
En las Epístolas tenemos un relato de una paloma celestial, la paloma que desciende del cielo. Como Cordero Cristo anduvo sobre la tierra, pero como paloma Él se eleva en el aire. Esta paloma que se eleva, desciende sobre nosotros. Cuando ponemos nuestras manos sobre el Cordero, la paloma desciende sobre nosotros. Ahora lo que tenemos no es el Cordero y la paloma, sino el Cordero con la paloma. La paloma no se posa a un lado del Cordero. Más bien, la paloma reposa sobre el Cordero. La paloma desciende sobre el Cordero y habita sobre el Cordero. Por consiguiente, la paloma y el Cordero son uno solo. Este Cordero-Paloma es una entidad singular que tiene dos partes: el Cordero, la primera parte, y la paloma, la segunda parte. Como Cordero Él es el Redentor; como paloma Él es el Dador de vida.
En las Epístolas vemos la obra transformadora que la paloma lleva a cabo a fin de hacernos piedras. En las Epístolas son producidas muchas piedras. El resultado de estas piedras es la edificación de una casa espiritual. Como Pedro dice, somos piedras vivas que estamos siendo edificados como casa espiritual (1 P. 2:5). Esta casa espiritual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén.
En este capítulo hemos visto un esquema de todo el Nuevo Testamento. Primero, tenemos la Palabra, la Palabra viviente con la Palabra escrita. Luego tenemos la Palabra encarnada que fija tabernáculo entre nosotros. El hecho de que la Palabra fije tabernáculo se describe en detalle en los cuatro Evangelios. Al final de los Evangelios vemos que el Cordero fue crucificado por nuestra redención. En resurrección el Cordero llegó a ser la paloma. En el libro de Hechos y en las Epístolas, vemos a Cristo como paloma. Además, en las Epístolas vemos que los creyentes son transformados en piedras y que todas estas piedras son juntamente edificadas como una casa espiritual, la cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Ésta es la economía de Dios. Ésta es la línea central de la operación de Dios revelada en la Biblia.
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