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Enseñanza de los apóstoles, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-554-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 12 Sección 1 de 5

DOS CONCEPTOS: EL CONCEPTO HUMANO Y EL DIVINO

Todos los salmos contienen las expresiones de los santos piadosos, las cuales se originaban en sus experiencias. Puesto que los escritores eran santos piadosos, ellos hicieron todo lo posible por expresar algo en alabanza a Dios según sus experiencias. Por supuesto, estas expresiones se basaban en el concepto que tenían de Dios. Ellos tuvieron ciertas experiencias, ciertos sentimientos y ciertas impresiones según lo cual expresaron algo, y dichas expresiones ciertamente se basaban en su propio concepto. No obstante, debido a que estaban tan cerca de Dios y estaban abiertos a Él, Dios obtuvo un camino libre para expresar algo en sus palabras. Sin embargo, las palabras de Dios no se basaban en los conceptos de ellos, sino en el concepto divino. Debemos entender que en el libro de Salmos hay dos clases de conceptos: el concepto de los santos y el concepto de Dios, el concepto humano y el divino, el concepto natural y el espiritual. Estos dos siempre se encuentran juntos en el libro de Salmos. No obstante, no debemos pensar que se complementan mutuamente, pues en realidad son incompatibles y contradictorios.

En la práctica el salmo 1 está diciendo: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”. Ésta es la expresión de un santo según su concepto, y su concepto giraba en torno a la ley. Su deleite se hallaba en la ley. Sin embargo, mientras expresaba este sentimiento en el salmo 1, luego, en el salmo 2, Dios, Cristo y el Espíritu de Dios intervinieron, no para decir: “Bienaventurado es el varón que guarda la ley”, sino: “¡Bienaventurados todos los que se refugian en Él”. Mientras el salmista decía: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”, el Señor intervino para declarar: “Bienaventurados todos los que se refugian en Él”. Como se puede ver, el salmista estaba expresando algo que era según su concepto, pero debido a que estaba tan cerca de Dios y abierto a Él, en medio de sus palabras Dios pudo intervenir y expresar algo que era según el concepto divino. Fue así como los salmistas escribieron el libro de Salmos. Los salmistas hablaban según su concepto; no obstante, cuando Dios inesperadamente expresó algo en las palabras de ellos, hubo un cambio de concepto. Éste es un principio extremadamente importante en nuestro entendimiento del libro de Salmos.

EL CENTRO Y CONTENIDO

Ahora debemos considerar cuál es el centro y contenido de todas las alabanzas halladas en los salmos. Desde el punto de vista humano, el centro y contenido es una cosa, pero desde el punto de vista divino es otra cosa. Desde el punto de vista humano, podemos decir que el centro y contenido de todos los salmos son las experiencias que tuvieron los santos con respecto a la misericordia, bondad, amor, fidelidad, poder y gloria de Dios. Ellos experimentaron la bondad de Dios, tanto que en sus alabanzas a Dios incluyeron todos estos aspectos de su experiencia de Dios. Éste es el concepto humano; éste es el punto de vista humano. Sin embargo, conforme al concepto divino y el punto de vista divino, el centro y contenido de todas las alabanzas son Cristo, la casa y la ciudad de Dios. Cristo es el centro, y la iglesia, tipificada por la casa y la ciudad, también forma parte de este centro. Cristo y la iglesia son el centro y contenido de todas las alabanzas halladas en los salmos. Por lo tanto, todas nuestras alabanzas deben contener los sentimientos e impresiones obtenidos a partir de nuestra experiencia; sin embargo, en todas nuestras alabanzas Cristo y la iglesia deben ser nuestro centro y contenido.

Muchos de nosotros estuvimos en la atmósfera del cristianismo y bajo su influencia por muchos años. Los maestros cristianos siempre declaran que los salmos son muy preciosos y reconfortantes. Si usted tiene algún problema, dicen ellos, lea los salmos, y será consolado. Es cierto que los salmos son un verdadero consuelo, pero si simplemente aplicamos los salmos para nuestro consuelo, erraremos grandemente y estaremos muy lejos del propósito por el cual fueron escritos. El libro de Salmos no fue escrito de esta manera, sino como una alabanza a Dios con Cristo como centro. Cristo mismo les dijo a Sus discípulos que en los libros de Moisés, en los profetas y en los salmos se habían escrito muchas cosas acerca de Él (Lc. 24:44). Es una verdadera lástima que tantos cristianos simplemente apliquen los salmos para su propio consuelo. Son muy pocos los que aplican los salmos a la experiencia que tienen de Cristo.

Debemos entender que cuando vengamos a las reuniones de la iglesia, debemos alabar. Efesios 5 y Colosenses 3 nos dicen que debemos estar en el espíritu, siempre alabando con salmos, himnos y cánticos espirituales. Tal vez usted diga que ha estado haciendo esto, pero yo quisiera preguntarle cuál es el centro de su alabanza. La mayoría de las alabanzas que yo he escuchado se centran en la misericordia, bondad y benevolencia amorosa de Dios. Hoy uno no percibe mucho de Cristo en las oraciones y alabanzas de la mayoría de los cristianos. Tampoco en dichas alabanzas uno escucha mucho acerca de que la iglesia sea la casa de Dios y la ciudad de Dios. Es imprescindible que seamos transformados con respecto a nuestras alabanzas. Todos debemos venir a la reunión a alabar al Señor, no simplemente centrados en el concepto de lo que hemos obtenido de la bondad y benevolencia amorosa de Dios, sino continuamente centrados en Cristo y en la iglesia como casa de Dios y ciudad de Dios. Hermanos y hermanas, esto es sumamente vital. Es algo más profundo. La gente hoy en día habla mucho acerca de la vida más profunda; sin embargo, yo les aseguro que ésta es la vida más profunda, y que éstas son las alabanzas más profundas.

Es extremadamente difícil para los santos librarse de sus viejos conceptos. Es bueno que nos acordemos de la bondad y misericordia del Señor hacia nosotros, pero nuestras alabanzas deben centrarse en Cristo y la iglesia. Declaremos: “¡Aleluya, Señor, cuán bueno es que yo esté en la iglesia local! Día a día, estoy disfrutándote como mi consuelo en la iglesia local”. Aunque en esta alabanza se menciona el consuelo, ella se centra no en el consuelo, sino en Cristo y la iglesia. Yo simplemente disfruto a Cristo día a día y experimento el consuelo en la iglesia local. Muchas veces hoy en día los cristianos se olvidan de Cristo y no tienen la iglesia. Lo único que tienen y lo único de lo cual pueden hablar es de su consuelo personal.

Estoy seguro de que si estamos cerca del Señor y estamos abiertos a Él, mientras alabamos: “Oh Padre, Tú eres tan bueno; te ruego que seas mi consuelo”, el Espíritu de Dios dirá algo, no conforme a nuestro concepto sino conforme al Suyo. Así que mientras nosotros decimos: “Cuán bueno, cuán bueno”, Cristo y la iglesia entonces se introducirán en nuestra alabanza. Todos debemos estar tan cerca de Dios y tan abiertos a Él que el Espíritu pueda fácilmente expresar algo en nuestras palabras acerca de Cristo y la iglesia.

Esta breve introducción es extremadamente crucial para nuestro entendimiento del libro de Salmos.


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