Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Sabemos que la primera parte del Nuevo Testamento consta de los Evangelios. El tema de los Evangelios comprende dos puntos principales: uno es el reino y el otro es la vida. El reino es la exigencia de Dios, mientras que la vida es el suministro de Dios. La exigencia del reino es mucho más elevada que el requerimiento de la ley. La ley dice: “Ojo por ojo, y diente por diente”; mientras que el reino exige que le volvamos la otra mejilla a cualquiera que nos abofetee, le dejemos nuestra túnica al que litigue con nosotros, y vayamos una segunda milla con cualquiera que nos obligue hacerlo. Por tanto, nadie puede satisfacer tales exigencias. Así que, necesitamos el suministro de vida. Sólo cuando Dios entra en nosotros para ser nuestra vida podemos responder a Sus exigencias por causa del reino. Sólo cuando Dios mismo se suministra a nosotros como nuestra vida podemos satisfacer Sus exigencias. Por consiguiente, entre los cuatro Evangelios, Mateo, un libro acerca del reino, es un libro representativo, y Juan, un libro acerca de la vida, también es un libro representativo.
Sin embargo, estos dos libros representativos tienen dos puntos similares. Primero, los dos mencionan el origen del Señor. Mateo se refiere al origen del Señor, y Juan también. Por supuesto, sabemos que Mateo alude al origen del Señor como hombre, como descendencia de David, mientras que Juan alude al origen del Señor como Dios, como Hijo de Dios. La perspectiva de Mateo es desde el ángulo de la descendencia de David, mientras que la perspectiva de Juan es desde el ángulo del Hijo de Dios. Los dos libros se ocupan del origen del Señor. Aunque los ángulos son diferentes, los dos libros nos dicen que esta Persona es Dios. Desde el ángulo de que Él es un hombre, Él es Dios; también desde el ángulo de que Él es el Hijo de Dios, Él es Dios. Él era el hijo de David, pero llamarían Su nombre Jesús, esto es, Jehová que viene como nuestro Salvador. Como Hijo de Dios, Él se hizo carne, aun así Él es Dios quien estaba en el principio.
Segundo, los dos libros nos dicen que esta Persona vino para estar con nosotros. Mateo dice que Él es Emanuel, Dios con nosotros. Dondequiera que estemos quienes le pertenecemos a Él, Él está con nosotros. Más aún, Él está con nosotros hasta la consumación del siglo. Juan añade que Él está con nosotros no sólo externamente, para estar en medio nuestro, sino también interiormente, para estar con nosotros para siempre. Puesto que ambos nos hablan de esta presencia, ninguno de ellos menciona la ascensión del Señor. Tanto Marcos como Lucas hablan sobre la ascensión del Señor, porque no hacen alusión a Su presencia. Marcos nos dice al final que el Señor fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. Lucas también dice que el Señor fue llevado arriba al cielo. Mateo y Juan, sin embargo, específicamente abarcan el asunto de la presencia del Señor; por lo cual, el Señor no puede dejarnos.
Estos dos libros al principio hablan sobre el origen del Señor, y al final se refieren a la presencia del Señor. Hermanos y hermanas, esto no es nada insignificante. Si quieren conocer el reino de Dios, deben saber que hay una Persona que era Dios y que se hizo carne para llegar a ser la descendencia de David. Aquel que era Dios y también hombre se encarnó, como descendencia de David, a fin de estar con nosotros como nuestro Emanuel. Él está con nosotros no sólo momentáneamente, sino constantemente hasta la consumación del siglo, cuando estaremos con Él cara a cara. Claro, entonces Él estará con nosotros a un grado pleno. Antes de esta experiencia real de estar con Él cara a cara en Su presencia externa, Su presencia invisible dentro de nosotros continuará hasta la consumación del siglo. Juan nos muestra que si queremos disfrutarlo, tocarlo y experimentarlo a Él como nuestra vida, debemos ver que Él es Dios quien vino para estar con nosotros y quien incluso entró en nuestro ser para estar con nosotros. Él está con nosotros interiormente para que tengamos vida y para que la tengamos en abundancia.
Espero que los hermanos y hermanas puedan entender este punto. El Señor es Dios que se hizo carne a fin de poder estar con nosotros, pero Su máximo propósito es entrar en nosotros para estar con nosotros interiormente. Al estar con nosotros de este modo, Él no sólo es nuestro Salvador, sino también nuestra vida. Si Él solamente quisiera ser nuestro Salvador, entonces Él sólo debe estar en medio nuestro y estar con nosotros exteriormente. Sin embargo, puesto que Él también quiere ser nuestra vida, Él tiene que entrar en nuestro ser para estar con nosotros.
Aquí se plantea la pregunta: ¿cómo puede Él entrar en nosotros? Con Su cuerpo Él sólo podría estar entre nosotros y no dentro de nosotros. Él podía ofrecer Su cuerpo como sacrificio en la cruz para efectuar la redención por nosotros y ser nuestro Salvador, pero Él no podía entrar en nosotros con Su cuerpo para ser nuestra vida. Sin embargo, Él es nuestro Salvador con el fin de ser nuestra vida, y Él está con nosotros exteriormente con el fin de entrar en nosotros y estar con nosotros interiormente. Ahora pueden ver que aquí hay un prerrequisito, a saber: Él tenía que morir y entrar en la resurrección. Es mediante tal muerte y resurrección que Él llegó a ser el Espíritu, el Espíritu vivificante.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.