Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Lucas 5:29 dice: “Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había una gran multitud de recaudadores de impuestos y de otros que estaban reclinados a la mesa con ellos”. La llamada del Señor a Mateo debió de haberle conmovido en el fondo de su corazón. Inmediatamente, Mateo le brindó una gran fiesta en Su honor.
El dinero que se usó para esta fiesta pudo haber sido ganado por Mateo ilícitamente. Esto quiere decir que la gran recepción que se celebró por el Señor Jesús en la casa de Mateo pudo haber sido financiado con dinero ilícito. Algunos de los judíos pudieron haber dicho: “¿Por qué Jesús asiste a esta fiesta? ¿Acaso no sabe cómo sacó Mateo el dinero para pagar esta fiesta? Mateo extorsionó nuestro dinero, y ahora usa este dinero para hacer una fiesta. Esta fiesta no es justa”.
El Señor Jesús no solamente es justo; sino también misericordioso. Según Jacobo 2:13: “La misericordia triunfa sobre el juicio”. Necesitamos ejercer misericordia sobre los menospreciados que también están en una condición lamentable. El Señor Jesús tuvo misericordia de Mateo y Su misericordia debió de haberle conmovido en el fondo de su corazón. Si no, no hubiera preparado una fiesta al Señor. Mateo debió de haber estado contento y lleno de regocijo. Fue para él una oportunidad excelente el invitar a una gran multitud de recaudadores de impuestos y pecadores a comer con el Señor Jesús. Vemos, en la manera en que el Salvador-Hombre respondió a la situación, Su virtud humana.
En 5:30 los fariseos y los escribas murmuraban contra los discípulos del Señor, diciendo: “¿Por qué coméis y bebéis con recaudadores de impuestos y pecadores?” El Señor Jesús replicó: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (vs. 31-32). Aquí vemos que el Salvador-Hombre ministraba como un médico, no como un juez. Un juez pronuncia su juicio según la justicia, mientras que un médico sana por misericordia y gracia. Si el Señor hubiera venido como juez a esta gente miserable, todos ellos habrían sido condenados y rechazados, y ninguno habría sido capacitado, elegido ni llamado. Pero el Señor vino a ministrar como médico; es decir, vino a sanar, recobrar, reanimar y salvar.
Estas palabras del Señor implican que los fariseos, justos en su propia opinión, no se daban cuenta de que le necesitaban como médico. Se consideraban fuertes. Así que, cegados por creerse justos, no sabían que ellos mismos estaban enfermos y en necesidad de cura.
En 5:36-39 el Salvador-Hombre, hablando en parábolas, habla de un vestido nuevo y de vino nuevo. El daba a entender que está presente para cubrir a los menospreciados con un nuevo vestido y para llenarles de un vino nuevo. Este vestido nuevo es Cristo como justicia nuestra para cubrirnos externamente, y el vino nuevo es Cristo como vida eterna para llenarnos internamente. Sólo Dios puede cubrirnos con justicia y llenarnos con vida eterna. Estas son las obras del Ser divino. Por lo tanto, en este caso también vemos los atributos divinos expresados en las virtudes humanas del Salvador-Hombre. El ministraba en Sus virtudes humanas con Sus atributos divinos.
En 6:1-11 tenemos dos casos en los cuales el Señor quebranta los preceptos sabáticos distorsionados. Hizo esto para satisfacer y liberar al pueblo. Los preceptos sabáticos fueron dados en el Antiguo Testamento. Sin embargo, los judíos religiosos hicieron mal uso de ellos e hicieron que ellos se distorsionaran. Por consiguiente, cuando el Señor Jesús vino como Salvador-Hombre, a El le importaba el hombre y no los preceptos distorsionados. Por el bien del hombre, El quebrantó intencionadamente los preceptos sabáticos distorsionados.
El primer caso en el cual se quebranta estos preceptos se relata en 6:1-5: “Aconteció un sábado, que pasando Jesús por los sembrados, Sus discípulos arrancaban espigas y comían restregándolas con las manos” (v. 1). Algunos de los fariseos dijeron: “¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado?” (v. 2). Profanar el sábado era una infracción grave a los ojos de los fariseos religiosos. Para ellos no era lícito que los discípulos del Señor arrancaran las espigas y las comieran en sábado. Según sus escasos conocimientos de las Escrituras, se preocupaban por el rito de observar el sábado y no por el hambre de la gente. El Salvador-Hombre, por el contrario, se preocupaba por la satisfacción de Sus seguidores.
En 6:5 el Señor dijo a los fariseos: “El Hijo del Hombre es Señor del sábado”. Esto indica la deidad del Salvador-Hombre en Su humanidad. El, el Hijo del Hombre, era Dios mismo que ordenaba el sábado, y tenía el derecho de cambiar lo que había ordenado con relación al sábado.
El segundo caso en que el Señor quebranta los preceptos sabáticos distorsionados se halla en 6:6-11. Aquí el Señor restaura la mano seca de un hombre. Le dijo: “Extiende tu mano. Y él lo hizo, y su mano fue restaurada” (v. 10). El Salvador-Hombre, ejercitando Su compasión, restauró la mano seca. Aquí Su compasión y Su poder para sanar son una fusión de Su virtud humana con Sus atributos divinos. Por lo tanto, una vez más Sus atributos divinos se expresan en Sus virtudes humanas. En estos dos casos el Señor quebrantó los preceptos sabáticos distorsionados para satisfacer y liberar al pueblo. En 6:1-5 se preocupó por la satisfacción de Sus discípulos y en 6:6-11, por la liberación de aquel que tenía la mano seca.
En 5:1—6:11 tenemos un cuadro compuesto de los seres humanos caídos. Un ser humano caído está ocupado, es un leproso, es un paralítico, es menospreciado y está bajo el cautiverio. Según el relato de está porción del Evangelio de Lucas, tal persona es atraída por el Señor Jesús de su ocupación, y es limpiada de su lepra, es sanada de su parálisis, es elevada de su condición menospreciada, y es liberada del hambre y del cautiverio. Esto es un cuadro de lo que nos ha sucedido a nosotros. Podemos testificar que todos fuimos tales personas. Fuimos llamados de nuestras ocupaciones y fuimos limpiados, sanados, elevados, satisfechos y liberados. Esto es el ministerio del Salvador-Hombre en Sus virtudes humanas con Sus atributos divinos. Este asunto es un principio primordial que Lucas ha seguido al escribir este evangelio.
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