Economía neotestamentaria de Dios, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-252-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hebreos 10:29 nos advierte que no insultemos al Espíritu de gracia. Efesios 4:30 nos dice que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, lo cual significa entristecerle al desobedecerle. Sin embargo, insultar, despreciar, poner a un lado, pasar por alto o desatender al Espíritu es más serio. Ninguno de nosotros debe hacer esto. Todos necesitamos experimentar al Espíritu como la totalidad del Dios Triuno para nuestro disfrute.
En 1 Corintios vimos que Cristo es nuestro y que fuimos llamados a participar de esta porción, que como el postrer Adán fue hecho el Espíritu vivificante. La conclusión de la segunda Epístola de Pablo a los Corintios dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (13:14). El amor, la gracia y la comunión están totalmente relacionados con la Trinidad divina. El amor es la fuente misma, la sustancia o esencia misma de la gracia. Esto es como el queso que es la esencia del pastel de queso. El amor es la esencia de la gracia de Cristo, y la comunión del Espíritu es el disfrute. El amor es la esencia de la gracia, la gracia llega a ser nuestro disfrute, y este disfrute es la comunión. El amor está con el Padre quien es la fuente, la gracia está con el Hijo quien es el curso, y el disfrute está con el Espíritu quien es la consumación misma.
Finalmente, Filemón 25 dice: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. Este versículo no nos dice que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con nuestra mente fuerte, nuestra voluntad fuerte o nuestras emociones fluctuantes. La gracia del Señor Jesucristo está con nuestro espíritu. Este versículo prueba que la gracia del Señor debe de ser el Espíritu, debido a que está con nuestro espíritu. Dios es Espíritu y los que le adoran, deben adorarle en Espíritu (Jn. 4:24). Solamente nuestro espíritu puede participar del Espíritu. Por ejemplo, no puedo disfrutar un pastel de queso solamente mirándolo u oliéndolo. Ni tampoco puedo disfrutar el pastel de queso por medio de hacer investigaciones científicas, para hallar las vitaminas, los ingredientes y los elementos del pastel de queso. La única manera de disfrutar el pastel de queso es usar mi boca para comerlo. De la misma manera, necesitamos usar nuestro espíritu para disfrutar la consumación del Dios Triuno. ¡La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu! Dios es el dador, el Hijo es el don y el Espíritu es el disfrute en nuestro espíritu.
Jacobo 4:5 dice que el Espíritu que mora en nosotros “nos anhela celosamente”. Jacobo menciona al Espíritu residente de Dios de una manera negativa concerniente a la abolición de la amistad con el mundo. Este Espíritu residente siempre se pone celoso cuando nos ve amando algo que no sea Dios. Cuando usted ama al mundo o a cualquier cosa material fuera de Dios, el Espíritu residente se encela. El, tal como un esposo, anhela verlo a usted amando a Dios de una manera absoluta. Cuando un esposo ve a su esposa amando a otra persona que no sea él, este esposo anhela celosamente. Dios como el Espíritu residente es nuestro Esposo y anhela celosamente cuando ve que amamos algo, alguien o alguna cosa fuera de El. Esto requiere que acabemos con cualquier cosa que amemos que no sea Dios. La palabra “morar” en Jacobo 4:5 también puede traducirse “hacer su hogar”. El Espíritu residente hace Su hogar en nosotros para ocupar todo nuestro ser (cfr. Ef. 3:17) para Dios, haciendo que seamos totalmente para nuestro Esposo.
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