Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8420-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Tenemos que prestar atención a un punto fundamental en la obra con los jóvenes, a saber, que debemos introducirlos en la obra con nosotros. No deberíamos reemplazar a otros en lo que hagamos. Sin embargo, muchas veces hacemos la obra por nuestra propia cuenta y, de ese modo, reemplazamos a otros. Ésta es la manera natural de obrar. Quienes verdaderamente han sido adiestrados no tomarán este camino. La manera de proceder conforme al entrenamiento consiste en siempre enseñar a otros y obrar con otros. Es necesario que apliquemos este principio a la obra con los jóvenes.
Muchos servidores han tenido comunión acerca de cómo conducir la reunión de los jóvenes. Ellos buscan una manera de predicar el evangelio en las escuelas. Si es necesario que nosotros vayamos a las escuelas para llevar a cabo la obra con los jóvenes, la obra ya ha fracasado. Una situación normal sería que muchos estudiantes sean salvos, pero que ningún colaborador jamás haya cruzado la entrada de la escuela. Nadie sabe que él ha llevado muchos estudiantes a la salvación. Esto es destreza. Si deseamos llevar a cabo la obra con los estudiantes, tenemos que aprender esta destreza. Un servidor que no ha aprendido a obrar de esta manera es natural y no ha sido adiestrado.
Necesitamos ser diligentes y aprender cómo predicar el evangelio en una escuela sin jamás entrar en ella. Un hermano que sirva con los jóvenes en una localidad debería averiguar si hay algunos hermanos o hermanas en la escuela que él tiene como objetivo. Hay santos en casi todas las escuelas en Taiwán; o son estudiantes o son empleados. Esto es la misericordia del Señor, el darnos una condición tan excelente. Supongamos que un hermano que sirve encuentra un hermano joven que asiste a la escuela. El colaborador debería pasar tiempo con él al tener comunión con él, tener comidas con él y guiarle a orar hasta que el hermano joven comience a amar al Señor, sea avivado y llegue a estar dispuesto a predicar el evangelio en su escuela.
El colaborador no debería ir a la escuela para predicar el evangelio. En cuanto él vaya, habrá fracasado. Más bien, él debería permitir que el hermano joven haga la obra. El colaborador tiene que laborar en el hermano joven hasta que el hermano joven sea levantado. El colaborador no debe ir a la escuela; más bien, él tiene que laborar en el hermano joven hasta que, en cuanto a la obra, él sea más celoso y esté más en serio que el mismo colaborador. De esta forma, incluso si el colaborador dejase de servir, el hermano joven seguiría creyendo y obrando. La obra tiene que llegar a ser la obra del hermano joven, y dejar de ser la del colaborador. Entonces el colaborador habrá alcanzado su meta.
Los colaboradores deben siempre aplicar este principio sin importar dónde ellos sirvan. Un colaborador ha fracasado en el servicio cuando siempre les pide a otros que le ayuden. La obra tiene que pertenecer a los santos locales al grado que, como mucho, ellos les pidan ayuda a los colaboradores en vez de depender de ellos para que lo hagan todo. La obra llegó a Taiwán desde la China continental por mí, pero ahora es la obra de ustedes, y debido a que es su obra, ustedes sólo me piden que ayude. Los misioneros occidentales que fueron a China no obraron de esta manera. En vez de levantar a otros, ellos siempre les pedían a otros que los ayudaran. Por ende, la obra estaba por completo en sus manos.
Algunos colaboradores sirven como los misioneros occidentales. Cuando ellos van a cierto lugar, dejan la impresión de que los ancianos o los diáconos deberían ayudar a los colaboradores, o que quienes vienen a servir le hacen un favor al colaborador. Únicamente cuando el servicio está en manos de los santos y ellos le piden ayuda a un colaborador para llevar a cabo un servicio, eso es un éxito. Un colaborador debe poder levantar santos útiles que puedan servir. Entonces él ha tenido éxito.
A fin de producir un hermano útil, debemos pasar varios meses laborando con él. Éste es el secreto de nuestra obra. Tenemos que obrar con el hermano hasta que tenga la única carga de llevar a las personas en su escuela a la salvación. Si podemos lograr esto, nuestra obra será un éxito, pues no dependerá de cosas externas, tales como pedir permiso para predicar el evangelio en una aula escolar. Algunos de los que sirven desean organizar un club del evangelio en las escuelas o pegar carteles. Podríamos hacer estas cosas, pero no son muy prácticas. La manera práctica consiste en laborar y ganar a una persona, obrando en él hasta que sienta la carga de predicar el evangelio en su escuela. En otras palabras, deberíamos permitir que él predique el evangelio. Él puede salvar a un compañero de clases y los dos pueden comenzar a reunirse juntos. Cuando sienta que no puede satisfacer la necesidad, él pedirá ayuda, y debemos ayudarle. Quizás traiga consigo un compañero de clases. Deberíamos enseñarles a ambos cómo coordinar juntos y cómo reunirse. Sin embargo, no necesitamos reunirnos con ellos en la escuela. Tenemos que aprender esta lección básica.
Cuando los santos jóvenes pidan ayuda, deberíamos estar listos para ayudarles. Si no podemos hacerlo, ellos no nos volverán a pedir ayuda. Un colaborador tiene que desarrollar la destreza de ayudar a los santos, o será inútil. Si los santos jóvenes aprenden algo que puedan aplicar, regresarán para recibir más ayuda. Entonces los colaboradores les podrán dar una dirección adicional. En este punto la obra la llevarán tanto los santos como el colaborador. La obra les pertenecerá a ambos, pues los santos la llevan a cabo en la escuela y el colaborador ayuda según se necesite. Si obramos de esta manera, será fácil ganar una escuela.
Un colaborador que vaya a una escuela a fin de predicar el evangelio no logrará mucho, porque cuando se vaya de la escuela, la obra terminará. Sin embargo, si un colaborador puede servir conforme a esta comunión, la obra continuará después que se vaya, pues la llevan los estudiantes. Esta manera de servir tiene que ser la base de nuestra obra, y debería aplicarse a todo nuestro servicio, tal como la casa para hermanos o la casa para hermanas, la obra de publicación y la coordinación con una iglesia local. Todo nuestro servicio tiene que estar edificado sobre un fundamento sólido. Sin tal fundamento, nuestro servicio es externo. Tenemos que aprender diligentemente a producir santos útiles en las escuelas. Entonces, no importa dónde estemos, tendremos éxito en cada situación, y ganaremos el doble del resultado con la mitad del esfuerzo.
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