Estudio-vida de los Salmospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0265-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Como ya hemos dicho, Salmos 3—7 nos muestra los conceptos de David en cuanto a una vida piadosa. Uso la palabra piadosa porque es la palabra usada en Salmos 4:3. Los conceptos de David en cuanto a una vida piadosa en Salmos 3—7 pueden ser comparados con la alabanza inspirada que él ofrece acerca de la excelencia de Cristo en el salmo 8.
Estos cinco salmos fueron escritos por David al huir de la rebelión de su hijo Absalón, rebelión que fue resultado de los pecados de David, a saber: cometer homicidio y robarse la esposa de un hombre (Sal. 3 título).
David, quien apreciaba la ley junto con el que la guardaba en el salmo 1, mató a Urías y se le robó la esposa (2 S. 11:14-27). En el salmo 1 él eleva y exalta la ley y a quien la observa. Sin embargo, en su gran pecado, él quebrantó los últimos cinco mandamientos, que requieren que el hombre tenga las virtudes que expresan los atributos de Dios. ¿Acaso David, el escritor del salmo 1, guardó la ley? Yo no creo que muchos de los que leen los salmos se hayan hecho esta pregunta. Ellos están de acuerdo con David en exaltar la ley en el salmo 1. Pero nunca piensan que el salmo 1 está equivocado en valorar y exaltar la ley.
El más grande maestro del Nuevo Testamento, Pablo, nos dijo que ninguna carne puede ser justificada por guardar la ley (Gá. 2:16; 3:11). Es imposible que el hombre caído guarde la ley. Pedirle al hombre que guarde la ley es como pedirle a un ave inválida que vuele de Los Angeles a Nueva York. Romanos 8:3 dice que la ley no puede hacer lo que Dios requiere porque es débil por la carne. La ley es buena en naturaleza (Ro. 7:12), pero no puede darnos vida (Gá. 3:21); no puede impartirnos el poder dinámico, el poder de vida, el poder orgánico.
David valoraba la ley en el salmo 1, pero cometió homicidio, fornicó, robó, mintió y codició, yendo en contra de la ley. Finalmente, él huyó de su hijo rebelde. Debido a que David cometió homicidio y fornicó, Dios lo castigó con la rebelión de su hijo. Sus hijos fueron un desastre. Entre ellos también hubo homicidio y fornicación. Si vemos este cuadro, quedaremos convencidos de que no debemos valorar ni exaltar la ley. No debemos apreciar la ley. Cuanto más apreciemos la ley, más cosas cometeremos en contra de la misma.
Después de que Jehová le reprendió por medio del profeta Natán (2 S. 12:1-12), David se arrepintió, y Dios le perdonó (2 S. 12:13; Sal. 51:1-17).
Los salmos del 3 al 7 fueron compuestos conforme a los conceptos que tenía David en cuanto a una vida piadosa. En estos salmos David le pidió a Dios que se encargara de sus adversarios y que fuera un escudo a su alrededor, su gloria y Aquel que levantara su cabeza (Sal. 3:1-3, 6-8). ¿Pedirle a Dios que trate con los adversarios de uno concuerda con la economía neotestamentaria? Indudablemente está en contra de la enseñanza neotestamentaria. La enseñanza del Nuevo Testamento nos dice que debemos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mt. 5:44; Lc. 6:27, 35; Ro. 12:20).
He estado en el recobro del Señor por sesenta años. En estos sesenta años he encontrado mucha oposición y rebelión. ¿Cómo reaccionamos nosotros a la oposición? Como descendientes de Adán, le pediríamos al Señor que tratara con los opositores. Pero si estamos en la realidad del Nuevo Testamento, no nos atrevemos a orar así. No podemos pedirle eso al Señor porque El nos dijo que amáramos a nuestros enemigos.
David también le pidió al Señor que fuera un escudo de protección a su alrededor. ¿Es esto bueno o malo? ¿Qué hay de malo en pedirle al Señor que nos proteja? Yo diría que esto no está ni bien ni mal. David hizo esta oración mientras huía de su hijo. ¿Por qué no oró diciendo: “Señor, Tú sabes que he cometido un pecado que fue la causa de que mi hijo se rebelara. Señor, no lo condenes. Señor, condéname a mí. Me arrepiento. Quisiera tener la oportunidad de decirle a mi hijo: ‘Hijo, perdóname. La causa del conflicto de hoy no eres tú, sino yo’. Señor trata con mi corazón”. Esta es una oración espiritual. Pero David le estaba pidiendo al Señor que fuera un escudo en derredor suyo. Siendo David un homicida y un fornicario, ¿merecía ser protegido? El también le pidió a Dios que fuera su gloria y Aquel que levantara su cabeza. ¿No debía más bien David estar avergonzado de pedirle esto a Dios cuando estaba huyendo de su hijo, como castigo de parte de Dios por el homicidio y la fornicación que había cometido?
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