Dios Triuno es vida para el hombre tripartito, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0254-8
ISBN: 978-0-7363-0254-8
Font Size
Himnos #135, #297
En este mensaje queremos ver en qué manera está relacionada la cruz con la comunión divina, es decir, con la comunión de los dos espíritus. La comunión divina es una capacidad propia de la vida divina. Esta comunión tiene dos aspectos: el vertical, que se da entre nosotros y el Dios Triuno por medio del Espíritu Santo; y el horizontal, que se da entre nosotros, los creyentes, por medio del espíritu humano.
El versículo de 2 Corintios 13:14 es uno que nos muestra el aspecto vertical de la comunión divina realizada por el Espíritu. Este versículo habla de la gracia de Cristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. En este versículo se hace referencia al Dios Triuno: a Cristo, al Padre y al Espíritu Santo. Además, se habla de tres cosas: la gracia, el amor y la comunión. Tal como el Espíritu es la consumación de la Trinidad Divina, la comunión es la consumación del amor y de la gracia. El amor es la fuente, la gracia es el curso y la comunión es la aplicación. La aplicación es la consumación del fluir de la Trinidad Divina.
En la Trinidad Divina, el Padre es la fuente, el Hijo es el curso y el Espíritu es la aplicación de lo que el Dios Triuno es para nosotros. Esta aplicación es la consumación. Si tenemos al Espíritu, tenemos al Hijo y al Padre, porque el Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo es hecho real como el Espíritu. De esta manera, el Espíritu es la consumación del Dios Triuno. Con este Espíritu existe la capacidad particular de la comunión divina. La comunión del Espíritu Santo es el aspecto vertical de la comunión divina.
Filipenses 2:1 habla del aspecto horizontal de la comunión divina, la “comunión de espíritu”. Esto se refiere al espíritu humano de los creyentes el cual ha sido regenerado. El Espíritu divino regeneró nuestro espíritu humano con la vida divina (Jn. 3:6b), y ahora nuestro espíritu humano está mezclado con el Espíritu divino (Ro. 8:16; 1 Co. 6:17). El Espíritu divino tiene como función la comunión vertical, y el espíritu humano, la comunión horizontal. Estos dos aspectos de la comunión divina son inseparables. Si tenemos el aspecto vertical con Dios, esto nos llevará al aspecto horizontal con los demás creyentes. Si estamos en el aspecto horizontal de la comunión divina, también estamos en el aspecto vertical. Estos dos aspectos de la comunión divina están entretejidos.
Sin embargo, en nuestra experiencia siempre hay impedimentos y obstáculos entre nosotros y Dios. Hay muchos obstáculos en contra de la comunión divina en sus aspectos vertical y horizontal. ¿Qué es lo que se necesita para eliminar estos obstáculos? En todo el universo hay una sola cosa que quita todos los obstáculos entre nosotros y Dios, y ésta es la cruz. La sexta estrofa del himno #309 de Himnos dice:
Comunión más honda
Viene por la cruz;
Comunión más alta
Por Su Espíritu.
Esta estrofa dice que nuestra comunión se hace más profunda por medio de la cruz. Sin la cruz, nuestra comunión es superficial. La cruz de muerte profundiza nuestra comunión, y el soplo del Espíritu como resurrección eleva nuestra comunión. Por medio de la cruz, la comunión nos libera de nuestro yo pecaminoso. Sin la cruz, no hay liberación ni libertad del yo. En el mensaje anterior, hicimos notar que el himno #309 habla de la comunión divina y de su relación con el Espíritu y la cruz. Sin el Espíritu y la cruz, no podemos tener verdadera comunión.
Quisiera llamar su atención a dos himnos: #135 y #297. En estos dos himnos la palabra comunión no se menciona, pero ambos hablan del Espíritu y la cruz. Las primeras líneas del #135 dice: “Sin la sangre y su limpieza / No se puede unción tener”. La sangre es una señal clara de la cruz, y el ungüento de la unción es un tipo que representa al Espíritu compuesto y todo-inclusivo. Estos dos elementos se mencionan en Levítico 14:6-10, 14-18. Esta porción de la Palabra nos dice que hay que purificar a un leproso primeramente por medio de la sangre. La sangre es la base. Luego, sobre la base de la sangre se aplica el aceite, el ungüento. La sangre y el ungüento se aplican al lóbulo de la oreja derecha, al pulgar de la mano derecha y al pulgar del pie derecho del leproso. La oreja representa nuestra audición, la mano representa nuestra labor y el pie representa nuestro andar. Nuestra audición es un gran problema. Somos perturbados porque escuchamos muchas cosas negativas. Debido a que esto es pecaminoso, nuestra oreja, o sea, nuestro oído, necesita la sangre. En cierto sentido, es bueno que seamos “sordos” para muchas cosas. Nuestra labor y nuestro andar también necesitan ser limpiados por la sangre.
En términos espirituales, la lepra consiste en escuchar mal, laborar mal y andar mal. Debido a que estamos equivocados en nuestra manera de oír, laborar y andar, somos leprosos. Por ser leprosos, primero necesitamos ser limpiados por la sangre redentora de Cristo. Luego, sobre la sangre necesitamos el aceite de la unción. El aceite de la unción junto con la sangre consuman nuestra purificación. Consumadamente, nuestra purificación se lleva a cabo por la comunión divina del Espíritu, basada en la sangre de Cristo que nos limpia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.