Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7391-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por consiguiente, todo obrero debe aprender muchas cosas. Siempre hay cosas que debemos esforzarnos por aprender. Independientemente de cuánto Cristo podamos suministrar a los santos y cuánto los ayudemos a ganar una medida de la estatura de Cristo, esto apenas corresponde a un aspecto de nuestra obra. Siempre debemos aprender a perfeccionar a los santos para que sean vasos útiles. Debemos perfeccionar a los santos para que sean útiles. Nuestra capacidad para perfeccionar a los santos determina la medida en que la iglesia puede ser edificada. Si no perfeccionamos a los santos, ellos no serán material útil, y a medida que crezcamos en número, la cantidad de material que no es útil también aumentará.
Tenemos que perfeccionar a los santos y edificarlos en la iglesia conforme a su medida para que cada santo sea perfeccionado y pueda estar en el lugar que le corresponde y desempeñe su función. De este modo, independientemente de cuán grande sea una iglesia, no habrá ningún desorden. Es sólo cuando somos perfeccionados que verdaderamente somos edificados. Podemos comparar esto a la madera usada para construir el salón de reuniones. Ésta no causa ninguna confusión porque está edificada y cumple una función.
Supongamos que tenemos material para hacer unas bancas; pero en lugar de construir las bancas, dejamos el material disperso en un cuarto. En ese caso nadie podría usar el cuarto. La iglesia en Taipéi es una iglesia grande, pero debemos ser cuidadosos. Más creyentes están siendo añadidos, pero no podemos hacer nada con ellos, porque son pocos los santos que han sido perfeccionados. Hemos formado más reuniones, pero no tenemos santos perfeccionados en todas las reuniones. Los obreros y los ancianos son los que llevan esta responsabilidad. Por consiguiente, debemos humillarnos y confesar que todavía nos falta aprender muchas lecciones. No sabemos perfeccionar a los santos. Debemos aprender a perfeccionar a los santos a fin de que la iglesia sea edificada.
En una situación normal, después que un obrero labore en una localidad, debe quedar un servicio fuerte cuando él se vaya. Si el servicio se derrumba después que el obrero se vaya, esto significa que su obra tenía problemas, es decir, que gran parte de su obra reemplazó a los santos en lugar de perfeccionarlos.
Espero que nuestros ojos sean abiertos para que veamos la revelación presentada en Efesios 4:11-12. Estos dos versículos dicen que Cristo dio apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros como dones para el perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio y para la edificación del Cuerpo de Cristo. La edificación del Cuerpo no la llevan a cabo las personas dotadas directamente; más bien, las personas dotadas perfeccionan a los santos, y los santos perfeccionados ejercen su función para edificar el Cuerpo de Cristo. Ésta es la verdadera edificación de la iglesia. La medida en que perfeccionamos a los santos es la medida en que los edificamos. Si laboramos en una ciudad sin perfeccionar a ningún santo, no estaremos edificando la iglesia en esa ciudad, y la iglesia permanecerá en desolación. Después que nos vayamos, la iglesia sufrirá y no podrá avanzar. Esto significa que nuestra obra fue un fracaso.
Debemos considerar este asunto y estar dispuestos a cambiar y a aprender algo nuevo. Debemos ver que el primer paso de la edificación de la iglesia, el paso principal, es que aprendamos a perfeccionar a otros. Es bueno que podamos hacer ciertas cosas, que estemos dispuestos a hacerlas y que en realidad estemos haciéndolas. Sin embargo, es una deficiencia que no podamos guiar, enseñar ni perfeccionar a los santos para que hagan lo que nosotros hacemos. Debemos aprender, y esforzarnos, no sólo para hacer las cosas nosotros mismos, sino también para guiar, enseñar y perfeccionar a otros a fin de que hagan las cosas que nosotros hacemos. De este modo, la iglesia será edificada.
Ésta es la urgente necesidad en todas las iglesias locales. Esto es especialmente la necesidad en las iglesias más grandes, tales como la iglesia en Taipéi y la iglesia en Kaohsiung. Puesto que constantemente se están añadiendo nuevos creyentes, si no aprendemos a perfeccionar a los santos, será difícil continuar la obra de una manera apropiada. Éste es el resultado de crecer con poco perfeccionamiento. No podemos depender de la práctica de dividir las reuniones grandes en reuniones de distritos más pequeñas. Las reuniones de distritos en la iglesia en Taipéi demuestran esto. Es necesario que sean levantados más santos mediante el perfeccionamiento. Si hay pocos santos perfeccionados y continuamos dividiendo las reuniones grandes en reuniones más pequeñas, a la postre la iglesia quedará desolada.
Puesto que son pocos los santos perfeccionados, debemos laborar con dinamismo y aprender a perfeccionar a los santos. Incluso los obreros que laboran en las localidades más pequeñas deben esforzarse por perfeccionar a los santos. No debemos estar ociosos y simplemente decirles a otros que hagan cosas; más bien, debemos laborar diligentemente. Sin embargo, lo más importante es que aprendamos a perfeccionar a los santos. No debemos hacer nada solos. Incluso si un santo parece ser incapaz de realizar una tarea, debemos dejarlo que la haga a fin de perfeccionarlo. Después de algún tiempo se verán los resultados.
Más aún, hay muchas lecciones que debemos aprender mientras perfeccionamos a los santos. Muchas circunstancias nos obligarán a acudir al Señor. Por ejemplo, si queremos perfeccionar a los santos para que contacten al Señor y lo disfruten, nosotros primero debemos contactar al Señor y disfrutarlo. Por consiguiente, perfeccionar a los santos también nos brindará un beneficio.
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