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Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4619-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 23 Sección 3 de 3

UN CUADRO MUY CLARO DE LA CARNE

En Filipenses 3:4-6 Pablo nos presenta un cuadro muy claro de lo que es la carne. Después de decirnos que tenía razones para confiar en la carne, él nos enumera siete aspectos de la carne: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, fariseo en cuanto a la ley, celoso perseguidor de la iglesia e irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. Tal vez nosotros pensemos que la carne se refiere a cosas malas. Sin embargo, ninguna de estas siete cosas es mala. Pablo fue circuncidado al octavo día. Sin duda alguna esto era algo muy bueno y positivo. Él era del linaje de Israel, no de los paganos. Además, era del linaje de Benjamín, no de Rubén ni de Simeón. En la Biblia Benjamín es precioso, querido y deseable. Asimismo, Pablo era hebreo, hijo de hebreos. Según la ley de Dios, él era fariseo, y en su celo por Dios, él perseguía a la iglesia. Pablo no era indiferente hacia Dios, sino que lo amaba, vivía por Él e incluso perseguía la iglesia por causa de Él. Por último, Pablo era irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. En otras palabras, él era perfecto, completo y sin defecto alguno. No obstante, todos estos asuntos son aspectos de la carne. De hecho, son los elementos que constituyen la carne. Si no tuviéramos estas palabras que Pablo dirigió a los filipenses, no consideraríamos estas cosas como parte de la carne. Sin embargo, la carne incluye todo lo que es natural, sea malo o bueno. Ése es el significado de la carne en la Biblia.

En tanto que algo proceda de nuestro ser natural, es de la carne. Si sabemos esto, somos bienaventurados, pues no tendremos ninguna confianza en nosotros mismos; al contrario, nos rechazaremos a lo sumo. Sin embargo, después que nos hayamos rechazado, disfrutaremos a Cristo como las “sobras” maravillosas y celestiales. No trate de enmendar su comportamiento; puesto que somos carne, sencillamente no podemos enmendarnos. En lugar de enmendar nuestro comportamiento, debemos rechazarnos a nosotros mismos. Si hacemos esto, experimentaremos a Cristo y le disfrutaremos de manera plena en todo cuanto hagamos y digamos.

ESTIMAR TODAS LAS COSAS COMO PÉRDIDA
Y TENERLAS POR BASURA

Después de que Pablo nos da una definición de la carne en los versículos del 4 al 6, en el versículo 7 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”. Evidentemente cosas tales como la circuncisión, ser del linaje de Israel y ser de la tribu de Benjamín eran ganancia para Pablo. Sin embargo, si él hubiera conservado todas estas cosas, no habría habido lugar en él para Cristo. Por ejemplo, si una botella está llena de tierra, no hay espacio para que el aire pueda entrar en ella. Así que, primero se debe sacar la tierra, para que el aire pueda llenar la botella. De igual manera, si nosotros todavía nos aferramos a ciertos aspectos de la carne, no habrá lugar en nosotros para Cristo. Por lo tanto, por amor de Cristo, Pablo estimó como pérdida todos los aspectos de la carne.

En el versículo 8 Pablo dice: “Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Pablo parecía estar diciendo: “Yo ya he estimado como pérdida siete cosas por amor de Cristo; pero ahora estimo como pérdida todas las cosas del universo, por causa de la excelencia del conocimiento de Cristo”. En este universo existe tal excelencia, la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús nuestro Señor.

En este versículo Pablo dice que tenía todas las cosas por basura por amor de Cristo. Según el uso de la palabra griega en la antigüedad, la palabra traducida “basura” se refería a la comida de perros. También podría traducirse desechos, basura, desperdicios. A los ojos de este buscador de Cristo, todo lo demás era comida de perros, desechos, basura. Los perros mencionados en el versículo 2 se alimentaban de la comida de perros mencionada en el versículo 8. Nosotros, en cambio, nos alimentamos de Cristo, quien es el alimento de los hijos de Dios.

ALIMENTARNOS DE CRISTO

Como ya mencionamos, un perro denota una persona impura. Ahora podemos ver que los desechos son la comida de las personas impuras. Toda la gente del mundo es impura, y su comida son los desechos, la basura, comida de perros. Sin embargo, nosotros, los hijos de Dios, somos limpios, y nuestro alimento es Cristo. Debido a que Él es nuestro alimento, debemos masticarlo a Él, así como rumian las vacas. Ésta es la experiencia de comer a Jesús. Comer no sólo está relacionado con la experiencia sino también con el disfrute. Yo disfruto cada comida que como. Hoy estamos alimentándonos de Cristo, nuestro banquete. Mientras le comemos, le disfrutamos. El Cristo a quien disfrutamos es lo que queda después de que hemos desechado nuestra carne. Sin embargo, si no nos rechazamos a nosotros mismos ni nuestros planes, no tendremos nada de Cristo que comer, puesto que nuestro yo y nuestros planes llenarán nuestro ser y no dejarán ningún espacio para Cristo. Por consiguiente, debemos arrepentirnos y vaciarnos para que Cristo pueda tener cabida en nuestro ser.

Cuanto más despacio comemos, más disfrutamos la comida. Asimismo, después que nos hayamos rechazado a nosotros mismos, debemos disfrutar a Cristo comiéndole lentamente. Ésta es la manera de participar de Cristo y alimentarnos de Él.

SER HALLADOS EN CRISTO

En el versículo 9 Pablo dice: “Ser hallado en Él”. Pablo no sólo quería ganar a Cristo, sino también estar absolutamente en Cristo. Él tenía todas las cosas por basura a fin de ganar a Cristo y ser hallado en Él. Él deseaba que los demás lo hallaran en Cristo. Asimismo, nosotros debemos hallarnos los unos a los otros en Cristo. Sin embargo, supongamos que usted me encuentra reprendiendo airadamente a un hermano. En ese caso, usted definitivamente no me hallaría en Cristo sino en la carne. No sólo las personas deben hallarnos en Cristo, sino también los ángeles y los demonios. Debemos poder decir: “Ángeles y demonios, vengan y vean que estoy en Cristo. He ganado a Cristo, y ahora estoy en Él”. En esto consiste experimentar a Cristo.

Si vivimos en Cristo, podremos liberar las riquezas de Cristo en las reuniones. Por medio de nuestros testimonios, fluirán las riquezas de Cristo. Si todos experimentamos a Cristo de esta manera, ¡cuán maravillosa exhibición de Cristo habrá en las reuniones! Ésta es la vida de iglesia, y esto es lo que necesitamos hoy. En medio de esta generación torcida y perversa, Dios está buscando este testimonio. Estamos aquí en la tierra para este propósito. Nuestro testimonio es que nosotros ganemos a Cristo y seamos hallados en Él, disfrutándole plenamente.


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