Servicio neotestamentario, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7392-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando el Señor se apareció en Galilea, Él era un pequeño nazareno exteriormente, pero interiormente Él era una gran luz resplandeciente y esta gran luz llegó a ser una atracción. ¿Se acuerdan de cómo Pedro y Juan siguieron a Jesús? Dejaron inmediatamente sus barcas y a su padre y le siguieron. Simplemente le siguieron. Si vamos a ser un pescador o un remendador, la edificación del Señor debe ser lo más importante en nuestras vidas, más importante que nuestros trabajos y nuestra educación. Ellos abandonaron sus trabajos y a sus padres para cuidar de los intereses de Dios primero. Esto es muy claro. Ellos siguieron a Jesús puesto que Él tenía un poder que atrae. Él era una gran luz que resplandecía sobre Pedro y Juan, y les atraía a Él mismo. Después que Pedro oyó el llamado del Señor, inmediatamente dejó su trabajo y le siguió. El resplandor de la gran luz hizo que todos los discípulos le siguieran.
Entonces el Señor Jesús llevó a los discípulos al monte y les habló lo que se conoce como el Sermón del Monte (Mt. 5—7). Allí había una multitud con todos los discípulos, pero el Señor se dirigió principalmente a los discípulos. Él les dijo que eran la sal de la tierra y la luz del mundo (5:13-14). Aquellos que habían sido atraídos por la gran luz llegaron a ser la luz; llegaron a ser la luz al seguir la gran luz. Además, también eran la sal. La sal se usa para matar a los gérmenes corruptores de esta tierra. La sal libra la tierra de su corrupción, y la luz ilumina a aquellos que están en tinieblas.
Si deseamos ser pescadores y remendadores, necesitamos ser la sal y la luz que matan los gérmenes en la tierra hoy e iluminan a aquellos que están en las tinieblas de hoy. Si somos la sal pero nos volvemos insípidos, entonces seremos un pescador que no tiene poder, incapaz de capturar a las personas. Tenemos que estar “salados”, llenos del sabor de la sal, a fin de ser buenos pescadores. Además, si permanecemos en las tinieblas y no hemos sido iluminados, es bastante difícil pescar o remendar. A fin de ser pescadores y remendadores, tenemos que ser iluminados e incluso ser la luz.
¿Cómo podemos ser la sal que mata los gérmenes que corrompen y la luz que ilumina a aquellos que están en las tinieblas de hoy? No hay otra manera sino ser identificados con Cristo. Él es el Espíritu vivificante, y Él es Aquel que nos introduce en el Espíritu. A fin de ser la sal y la luz necesitamos ser introducidos en el Espíritu. Exteriormente sólo somos seres humanos, pero interiormente tenemos al Espíritu vivificante y hemos sido bautizados en el Espíritu Santo. Si nos arrepentimos y entramos en el reino de los cielos, declararemos que Cristo es el Hijo de Dios, el Cordero de Dios, Aquel que bautiza en el Espíritu Santo y el Novio, y seremos uno con Él en el Espíritu. Entonces seremos la sal que mata todos los gérmenes y la luz que ilumina a todos en nuestro derredor que están en tinieblas. Seremos los verdaderos pescadores y remendadores quienes son los seguidores auténticos y apropiados del Señor.
El último libro del ministerio de Juan es el libro de Apocalipsis, y ese libro es la máxima consumación del edificio de Dios. Pedro fue el primer apóstol en el servicio neotestamentario, y Juan fue la última persona que aparece en la crónica del Nuevo Testamento. En Hechos se obtienen los materiales, y en Apocalipsis se edifica una ciudad. Estos dos, pescar y remendar, son los ministerios principales en el servicio neotestamentario cuando se sigue a Jesús.
Sin embargo, el hecho de que existan dos ministerios no quiere decir que si somos un pescador no debemos ser un remendador. Pedro era un pescador; no obstante, él mencionó algo en sus epístolas acerca de la edificación. Sus palabras acerca de la edificación de una casa espiritual en 1 Pedro 2 son muy claras. Además, aunque el ministerio de Juan consistía en edificar, él escribió uno de los Evangelios, y su evangelio también habla acerca de segar la cosecha (4:35-38). Segar la cosecha es similar a la pesca cuando se trata de capturar a las personas.
A veces tenemos que ir de pesca, y a veces tenemos que remendar. Debemos capturar a las personas, y debemos edificarlas. En muchos casos, sin embargo, le prestamos toda la atención a la pesca, y si se remienda, no es mucho. Sin el ministerio remendador, es posible conseguir muchos materiales, pero no habrá edificación. Los materiales llegarán a esparcirse o simplemente se acumularán en pilas. Ser formado en una pila es una cosa, pero ser edificado es otra. Una pila de materiales es completamente distinta a un edificio. Para formar pilas de los materiales no se necesita remendar, pero para edificar ese material hay una gran necesidad de remendar, perfeccionar, equipar y sintonizar. Por tanto, en la iglesia necesitamos primero el ministerio de la pesca y después el ministerio remendador.
Estos cuatro galileos vieron la gran luz al comienzo del ministerio del Señor. Fue esta luz la que resplandecía sobre ellos y que los atraía. También fue esta gran luz la que resplandeció dentro de ellos y los convirtió en la luz. Finalmente, todos los seguidores de esta gran luz llegaron a ser la luz, puesto que la gran luz había sido forjada en ellos.
Ésta es la manera de seguir al Señor Jesús en el servicio neotestamentario. No le seguimos al laborar para Él. Necesitamos ser atraídos por Su resplandor así como transformados por Su resplandor a fin de que lleguemos a ser la luz. Entonces podremos ser los pescadores y los remendadores.
La Nueva Jerusalén será el máximo resultado de estas dos clases de ministerio. Ésta es la intención del Señor, y esto es lo que el Señor está haciendo hoy. Así debe ser, y nosotros debemos estar dentro de este fluir. La gran luz tiene que ser forjada en nosotros a fin de que lleguemos a ser la luz, y participemos del ministerio de la pesca o del ministerio remendador.
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