Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En la Nueva Jerusalén tenemos al Dios redentor. Un día, a causa de la caída del hombre, el Dios creador vino a ser el Dios redentor. En Génesis 3:15 el Dios redentor vino como la simiente de la mujer. La simiente de la mujer es sencillamente el Dios redentor, Dios que llegó a ser la simiente de la mujer para redimirnos. Este Dios redentor es llamado el Cordero. Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”.
Apocalipsis 22:1 nos habla acerca del trono de Dios y del Cordero. Tanto Dios como el Cordero están sentados sobre el trono. Por muchos años no podía entender cómo dos personas podían sentarse en un mismo trono. Sin duda alguna, ellos no están sentados juntos, uno al lado del otro. En vez de ello, Dios está en el Cordero. Sabemos esto porque Dios es la luz y el Cordero es la lámpara. La luz y la lámpara no están una al lado de la otra. La luz está en la lámpara. Esto demuestra que Dios está en el Cordero, quien está sentado en el trono. Por consiguiente, los dos son en realidad uno solo, así como la luz y la lámpara son una sola unidad, una sola entidad. De igual manera, Dios y el Cordero son una sola entidad, no dos.
El Dios que está en el Cordero es el Dios redentor. Por la eternidad en la Nueva Jerusalén veremos al Dios redentor, esto es, a Dios en el Cordero.
Apocalipsis 22:1 dice que el río de agua de vida sale del trono de Dios y del Cordero. El hecho de que del trono fluya el agua de vida significa que fluye de Dios mismo. A fin de entender esto, debemos regresar al Evangelio de Juan. El Evangelio de Juan primeramente nos dice que Dios estaba en el principio, y que después este Dios se hizo carne para ser el Cordero (Jn. 1:1, 14, 29). Además, el capítulo 7 de Juan nos dice que desde nuestro interior fluirán ríos de agua viva (vs. 37-39). El apóstol Juan nos dice que estos ríos se refieren al Espíritu. Por consiguiente, en el Evangelio de Juan tenemos primeramente a Dios; en segundo lugar, al Cordero; y en tercer lugar, al Espíritu como los ríos de vida. En la Nueva Jerusalén tenemos a Dios en el Cordero y de este Dios redentor fluye el río de vida, el Espíritu vivificante.
Éste es un cuadro del Dios Triuno. De Dios, quien está en el Cordero, fluye el río de vida. Ésta es la impartición del Dios Triuno. Antes de impartirse en nosotros, Dios tenía que redimirnos. Es por ello que el cuadro de Apocalipsis 22 revela que el Dios redentor es el Dios que imparte vida. El Cordero simboliza la redención, y el río de vida simboliza la impartición de vida. Por la eternidad, nuestro Dios será el Dios redentor que imparte vida. Oh, nuestro Dios está en el Cordero redentor, fluyendo como el río de vida para impartir Su vida en todo rincón de la ciudad. El árbol de la vida crece en el río de vida.
Éste es un cuadro de la vida de iglesia hoy. En la vida de iglesia nuestro Dios es el Dios redentor y el Dios que imparte vida. Aleluya, en la iglesia nuestro Dios está en el Cordero, fluyendo como el Espíritu vivificante para llegar a todos nosotros. Cuando este fluir del Espíritu vivificante llega a nosotros y entra en nosotros, recibimos el suministro de vida y somos nutridos. Somos llenos y satisfechos. ¡Es así como el Dios Triuno se imparte en nuestro ser!
La Nueva Jerusalén es una ciudad cuadrada que tiene tres puertas en cada uno de sus cuatro lados. La ciudad misma es una montaña de oro. En la cima de esta montaña está el trono de Dios y del Cordero, del cual fluye el río de vida. El árbol de la vida crece en el río de vida. El río de vida fluye del trono y baja por la montaña en espiral, hasta llegar a las doce puertas que están en los cuatro lados de la ciudad. Esto indica que el fluir del Dios Triuno riega la ciudad entera. Cada parte de la ciudad recibe el suministro de vida, porque el árbol de la vida crece en el río y el río llega a cada rincón de la ciudad. El árbol de la vida no es un árbol muy alto, sino que es una vid que crece a ambos lados del río. Sólo la vid, a medida que crece, puede extenderse a lo largo del río. El río desciende en forma de espiral, y el árbol crece de la misma manera. Es como una vid que a medida que crece va cambiando el rumbo, siguiendo el fluir del río de vida. Adondequiera que el río fluye, allí crece el árbol de la vida. Por lo tanto, el suministro de vida se halla en el fluir de la vida. En la vida de iglesia hoy tenemos el fluir del río de vida, esto es, el fluir del Espíritu vivificante. Junto con este Espíritu vivificante, tenemos a Cristo como el árbol de la vida, el cual es nuestro suministro.
La vida, la luz, el Dios redentor y el Espíritu como el fluir de vida, todos ellos, se hallan en la ciudad. ¿Dónde se encuentra usted? ¿Está usted en la ciudad? Todos debemos responder: “¡Aleluya, estamos en la ciudad!”. Sabemos que estamos en la ciudad por el hecho de que somos piedras. Todos los doce apóstoles son piedras, el fundamento sobre el cual somos edificados, y nosotros mismos también somos piedras (Ap. 21:14; 1 P. 2:5). Los nombres de las doce tribus de Israel están inscritos en las puertas de la ciudad (Ap. 21:12). Las doce tribus de Israel representan a los santos del Antiguo Testamento, y los doce apóstoles representan a los santos del Nuevo Testamento. Los hijos de Israel y los apóstoles están en la ciudad, y nosotros también estamos en ella.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.