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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 13 Sección 1 de 4

CAPÍTULO SIETE

PORCIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO
QUE REVELAN LA TRINIDAD DIVINA
EN EL MOVER DIVINO
Y EN NUESTRA EXPERIENCIA

(4)

Lectura bíblica: Mt. 3:16-17; Hch. 2:32-33; Ro. 5:5-6; 2 Co. 1:21-22; 5:5-6; Ro. 15:16; 2 Co. 3:3; Jn. 4:10; 1 Jn. 5:6-9; Ap. 4:2—5:6; 1 Co. 3:10-16; 1 Ts. 1:4-7

En este capítulo queremos continuar nuestra comunión acerca de las porciones del Nuevo Testamento que revelan a la Trinidad Divina en el mover divino y en nuestra experiencia.

MATEO 3:16-17

Mateo 3:16 y 17 revela la Trinidad Divina en Su mover divino. Estos versículos nos muestran a Jesús en las aguas del bautismo, al Espíritu de Dios que descendía como una paloma sobre Jesús [el Hijo], y al Padre que hablaba desde los cielos diciendo: “Éste es Mi Hijo, el Amado, en quien tengo complacencia”. Que el Espíritu de Dios descendiera como paloma y viniera sobre Cristo puede considerarse como el ungimiento de Cristo efectuado por Dios para que fuese Su Mesías mismo, a fin de que llevase a cabo Su propósito eterno. Esta acción de ungirlo sirvió para confirmar que Dios había designado a Su Hijo para que fuese el Cristo que iba a venir para llevar a cabo la economía de Dios. La designación de Cristo por Dios aconteció antes de la fundación del mundo. En la eternidad pasada Dios designó al Hijo para que fuese Su Cristo, Su Mesías y, como tal, llevase a cabo lo que Dios había planeado realizar con miras a Su propósito eterno. Después, Cristo se encarnó y Él fue quien pasó por el vivir humano en la tierra. Al cumplir treinta años de edad, Él vino a Juan para ser bautizado; fue en ese entonces que Dios lo ungió con la misma consumación del Dios Triuno como el aceite de la unción.

En tiempos antiguos, los reyes y los sacerdotes debían ser ungidos para asumir su oficio. La acción de ungirlos era la confirmación de su nombramiento o designación. El Cristo designado por Dios estaba en el agua bajo un cielo abierto y fue ungido por el Dios Triuno con el Espíritu en Su aspecto económico. Para ese entonces, Jesús ya había nacido del Espíritu en Su aspecto esencial. Antes que el Espíritu de Dios descendiera y viniera sobre Él, el Señor Jesús ya había nacido del Espíritu (Lc. 1:35), lo cual era prueba de que Él ya tenía al Espíritu de Dios en Él; esto fue para Su nacimiento. Ahora, con miras a Su ministerio, el Espíritu de Dios descendió sobre Él. Éste fue el cumplimiento de Isaías 61:1; 42:1; y Salmos 45:7 para ungir al nuevo Rey y presentarlo ante Su pueblo. Él fue concebido con el Espíritu en Su aspecto esencial para que naciese de modo que Él pudiera ser un Dios-hombre y existir como tal sobre esta tierra. Treinta años después Él fue bautizado por Juan. Mientras estaba allí en las aguas del bautismo, Dios vino a ungirlo con el Espíritu Santo como el Espíritu en Su aspecto económico a fin de que la economía de Dios fuera llevada a cabo.

HECHOS 2:32-33

Hechos 2:32 y 33 revela al Dios [Triuno] que resucitó a Jesús [el Hijo], a Jesús que fue exaltado a la diestra de Dios [el Padre] y a Jesús que recibió el Espíritu Santo del Padre. Esta porción de la Palabra nos muestra a la Trinidad Divina en Su mover para Su economía neotestamentaria después de la ascensión de Cristo. Que el Hijo recibiera el Espíritu del Padre fue el inicio de la operación de Dios en Su economía neotestamentaria. Por medio de este recibimiento del Espíritu comenzó la obra de Dios para Su economía neotestamentaria.

ROMANOS 5:5-6

Romanos 5:5-6 muestra que el amor de Dios [el Padre] ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado y que Cristo [el Hijo] murió por los impíos. El derramamiento del amor de Dios lo llevó a cabo el Espíritu Santo que Dios nos dio. Dios nos dio el Espíritu Santo, y por medio del Espíritu Santo fue derramado el amor de Dios en nuestros corazones. Además, Cristo, el Hijo, murió por nosotros, los impíos. Primero, el Hijo murió por nosotros, los impíos. Con base en esto, el Espíritu nos fue dado, y mediante este Espíritu dado a nosotros, el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. Ahora disfrutamos el amor de Dios por el Espíritu Santo que nos fue dado sobre el fundamento de la muerte de Cristo por nosotros, los impíos.


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