Información del libro

Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 17 Sección 5 de 6

LA MANO EN EL GUANTE

Una vez estaba hablando con un amigo en Kaifeng acerca del hecho de que Cristo está en el Espíritu Santo. Una dama extranjera pasaba por allí. Me saludó y estaba por quitarse sus guantes para darme la mano. Me apresuré hacia ella y le dije: “No hay necesidad de que se quite los guantes”. Levanté la mano con el guante y me volví a mi amigo, preguntando: “¿Tengo el guante o la mano? Quizás alguien diga que tengo su guante, pero realmente tengo su mano. La relación entre Cristo y el Espíritu Santo es exactamente la misma. Cuando uno exteriormente posee al Espíritu, en realidad está poseyendo a Cristo interiormente. Recibir al Espíritu Santo es lo mismo que recibir a Cristo”. Mi amigo asintió con su cabeza y dijo: “¡Ahora veo!”.

Esto es similar a lo que dijimos antes acerca de la divinidad de Jesús de Nazaret. Uno puede decir que El es Dios y también que es hombre. Cuando se toca Su divinidad, también se toca Su humanidad. Cuando Su humanidad se manifiesta, simultáneamente se manifiesta Su divinidad. De la misma manera, Cristo y el Espíritu son una entidad inseparable. Uno puede intercambiar los dos términos como sinónimos. El Espíritu está en El, y El está en el Espíritu.

EN AQUEL DIA

Leamos los versículos 19 y 20: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”.

Aquí el Señor nos dice por qué se despoja de Su carne y viene como el Espíritu. Esto tiene como meta que los creyentes sepan que “Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”, para que una unión perfecta y plena pueda realizarse. Este hecho vendrá solamente “en aquel día”, el día en que Cristo en el Espíritu entró en nosotros. Sólo en ese día conoceremos la unidad de tener a Cristo en el Padre, nosotros en Cristo y Cristo en nosotros.

Esta unión además nos trasmite, mediante Cristo, todo lo que Dios hizo en Cristo y todo lo que Dios es. Todo lo Suyo llega a ser todo lo nuestro. Dios y el hombre, el hombre y Dios, llegan a mezclarse plenamente en uno.

UN ESPIRITU CON CRISTO

Cristo murió y resucitó por nosotros. Mas si no hubiera venido a nosotros en el Espíritu Santo, la salvación no podría consumarse. Cristo no podría unirse a nosotros. Sería como el viejo tutor mío, deseando que de algún modo pudiera entrar en mí.

Pero ahora Cristo se ha puesto una forma espiritual. El entró libremente en nosotros. Tenemos la posibilidad de recibirle porque ahora El está en el Espíritu. La Biblia también dice que “el que se une al Señor es con El un solo espíritu” (1 Co. 6:17). Cristo está en el Espíritu. Todos nosotros también tenemos un espíritu. Cuando nuestro espíritu recibe a este Cristo que está en el Espíritu, los dos se hacen un espíritu. Esta es la gema de nuestra fe. Sin ésta, nuestra creencia es una religión común que no tiene relación alguna con nuestra vida. Sin ésta, no puede haber una salvación interior.

UN CRISTO MAS CERCANO

Leamos de nuevo Juan 16:7: “Pero Yo os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; mas si me voy, os lo enviaré”. Aquí el Señor nos está diciendo la verdad de Su muerte. Mientras que El estuviera en Su carne, el Consolador no vendría. Cuando Cristo estaba en la carne, no podía estar en el Espíritu. Por eso Su muerte era conveniente para nosotros.

Cuando yo estaba en Shangai, un amigo dijo: “Qué lástima que Cristo ascendió a los cielos. Si El estuviera todavía en la tierra hoy, definitivamente iría y le buscaría no importa qué tan lejos pudiera estar de mí. Cómo deseo que yo pudiera ser como los discípulos de Su día, que tuvieron el privilegio de andar, vivir y comer juntos con el Maestro”. Al estar yo escuchando, le miré atentamente a los ojos y le dije: “¡A mí nunca me gustaría ser como Pedro y Juan y todos los demás!”. El me preguntó: “¿Qué quieres decir?”. Le dije: “¿Sabes que el Cristo que yo conozco está mucho más cercano a mí que Aquel a quien Pedro conoció en la tierra? Todo aquel que ha recibido a Cristo debería poder decir que nuestro Cristo no es meramente el Cristo en la carne a quien Pedro tocó; nuestro Cristo es el Cristo en el Espíritu. Su Cristo era Aquel que podía separarse de ellos. El podía estar con ellos un día e irse al siguiente. Nuestro Cristo, sin embargo, habita con nosotros para siempre. Donde quiera que estemos, allí también está El. No tengo miedo aun de ir al infierno, porque si es que voy, Dios en mí irá conmigo”.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top