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Lecciones básicas acerca de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1467-1
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VII. NUESTRO ESPÍRITU DEBE SER
EL MEDIO DE NUESTRA ADORACIÓN

Según Juan 4:24, nuestro espíritu debe ser el medio de nuestra adoración. Debemos adorar a Dios el Espíritu en nuestro espíritu y con nuestro espíritu. Muchos santos se reúnen con el simple fin de juntarse con otros, pero no para adorar. Es posible estar formalmente en una reunión sin rendir al Señor la adoración verdadera que Él desea. Adorar es ejercitar el espíritu. La adoración comienza en el momento en que empezamos a ejercitar nuestro espíritu. Podríamos pensar que la adoración comienza cuando alguien pide un himno o cuando alguien empieza a orar, pero en realidad nuestra adoración comienza cuando nuestro espíritu se activa y empieza a ejercitarse.

En otras palabras, en una reunión podemos cantar muchos himnos, sin adorar a Dios. Es posible que leamos muchos versículos de la Biblia sin rendir a Dios ninguna adoración. Incluso podemos orar sin adoración alguna. En muchos presuntos servicios cristianos, ellos cantan, leen la Biblia, oyen un sermón y reciben bendiciones, todo ello sin el ejercicio del espíritu. Allí no hay adoración porque nadie ejercita su espíritu.

Nuestras reuniones deben estar llenas del ejercicio del espíritu. Cuando nos reunimos, antes de cantar, orar, leer, o iniciar cualquier actividad, todos debemos ejercitar nuestro espíritu. Es necesario que en todas nuestras reuniones prevalezca un espíritu de adoración. Muchas veces los ancianos ejercitan su espíritu para comenzar la reunión. Luego, ellos despiertan el espíritu de otros. Eso no es lo más recomendable. Todos los santos deben ejercitar su espíritu. Debemos ayudar a los santos a comprender que necesitamos ejercitar el espíritu para adorar. Nuestro espíritu debe adorar a Dios directamente por encima de los cantos, la lectura y oraciones elaboradas.

VIII. NUESTRO ESPÍRITU DEBE TOMAR LA DELANTERA
EN DISFRUTAR AL SEÑOR

Es necesario que nuestro espíritu tome la delantera en disfrutar al Señor. Esto se ve claramente en Lucas 1:46-47. En estos versículos María dijo: “Mi alma magnifica al Señor; y mi espíritu ha exultado en Dios mi Salvador”. Estos dos versículos describen el disfrute que se tiene del Señor, en el cual nuestro espíritu debe tomar la delantera. Primero, el espíritu de María exultó en Dios, y luego su alma magnificó al Señor. Su alabanza a Dios provenía de su espíritu y fue expresada mediante su alma. Pero hoy en día nosotros, por lo general, usamos primero nuestra alma. Debemos aprender a usar directamente nuestro espíritu y permitir que el alma siga al espíritu. Nuestro espíritu debe tomar la delantera con determinación para que disfrutemos al Señor. Nuestro espíritu debe subyugar a nuestra alma y hacer que ésta lo siga.

IX. NUESTRO ESPÍRITU NECESITA TOMAR
LA INICIATIVA EN EL MINISTERIO ESPIRITUAL

En 1 Corintios 14:32 se nos dice: “Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”. En nuestro ministerio espiritual, nuestro espíritu tiene que tomar la iniciativa. Si nuestro espíritu está pasivo, esto significa que está dormido. En toda ocasión nuestro espíritu debe tomar la iniciativa para ministrar.

X. NUESTRO ESPÍRITU CONOCE
LAS COSAS DEL HOMBRE

No podemos depender de nuestra mente para conocer las cosas del hombre. Para conocer al hombre necesitamos nuestro espíritu. En 1 Corintios 2:11a se nos dice que sólo el espíritu del hombre conoce las cosas del hombre. Si no sabemos cómo ejercitar el espíritu, no podremos conocer a las personas. Para conocer a las personas, necesitamos ejercitar nuestro espíritu. Una persona puede venir a nosotros y contarnos algo, pero si solamente la entendemos con nuestra mente según lo que sus palabras nos dicen, seremos engañados. Tenemos que ejercitar nuestro espíritu para conocer el espíritu de la otra persona y el motivo que yace detrás de sus palabras.

XI. PERCIBIMOS LAS COSAS EN NUESTRO ESPÍRITU

También necesitamos percibir las cosas en nuestro espíritu (Mr. 2:8a). Al observar las cosas conforme a nuestra visión y comprensión, no obtenemos una percepción real. La verdadera percepción se obtiene al ver las cosas y conocerlas exhaustivamente al ejercitar nuestro espíritu.

XII. NOS PROPONEMOS ACTUAR EN EL ESPÍRITU

Pablo se propuso en su espíritu (Hch. 19:21a). Podemos pensar que proponernos algo o tomar una decisión son actos exclusivos de nuestra voluntad. Pero debemos proponernos algo y tomar decisiones en nuestro espíritu, y sólo entonces seremos hombres espirituales.

XIII. JUZGAMOS A OTROS EN NUESTRO ESPÍRITU

En 1 Corintios 5 se nos dice que Pablo en su espíritu juzgó a un pecador de la iglesia en Corinto (vs. 3-5a). No debemos juzgar a nadie superficialmente según nuestro sentir ni según nuestra comprensión. Cuando juzguemos a alguien, debemos hacerlo en nuestro espíritu.

XIV. DEBEMOS SER PERSONAS
QUE PERMANECEN EN EL ESPÍRITU

Necesitamos ser personas que permanecen en el espíritu. Juan dice que estaba en el espíritu en el día del Señor (Ap. 1:10). Para ser personas que permanecen en el espíritu, es necesario ejercitar continuamente el espíritu.

XV. EJERCITAMOS EL ESPÍRITU
HACIENDO TODO LO MENCIONADO ANTERIORMENTE

Para ejercitar nuestro espíritu, debemos hacer todo lo mencionado anteriormente.


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