Vencedores que Dios busca, Lospor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0651-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Estos dos pasajes se corresponden entre sí. Uno se halla al comienzo de la Biblia, y el otro al final. En Génesis 3 tenemos (1) la serpiente, (2) la mujer y (3) la simiente. En Apocalipsis 12 tenemos (1) la serpiente, (2) la mujer y (3) el hijo varón.
Génesis 3 contiene lo que Dios dijo al hombre y a la serpiente después de la caída, y también abarca la redención de Dios. “Sobre tu pecho andarás” significa que Dios restringió la obra de Satanás a la tierra; por consiguiente, él ya no puede trabajar por todo el universo. “Y polvo comerás todos los días de tu vida” indica que Dios limitó a Satanás a comer al hombre, pues éste fue hecho del polvo. Dios determinó que los descendientes de Adán fueran la comida de Satanás.
“La mujer” era la madre de todos los vivientes. Por tanto, la mujer representa todos los seres vivos que Dios desea salvar.
“La simiente de la mujer” es Cristo. Cuando Cristo estuvo en la tierra, hirió la cabeza de la serpiente. La cabeza es la parte más vital del cuerpo. El Señor hirió el poder vital de Satanás.
La serpiente heriría su calcañar, lo cual significa que lleva a cabo su obra a espaldas de Cristo. Después de que Cristo hirió la cabeza de la serpiente, siguió Su camino, pero la serpiente trabajó a sus espaldas. Esta ha sido siempre la manera en que el enemigo trabaja en los creyentes, siempre actúa a espaldas de ellos.
“La simiente de la mujer” se refiere tanto al Cristo individual como al Cristo corporativo. Todos los que participan de la resurrección de Cristo constituyen la simiente de la mujer. El Señor nació de una mujer, pero sin la naturaleza adámica. De igual manera, el hombre nuevo regenerado de los creyentes tampoco tiene la naturaleza de Adán. Cristo es Hijo de Dios, y del mismo modo, el nuevo hombre es hijo de Dios. Ni Cristo ni el nuevo hombre nacieron de la carne ni de voluntad de varón.
A partir de desde Génesis 3, las esperanzas de Dios y del hombre quedaron en la simiente de la mujer. Satanás también puso mucha atención a la simiente de la mujer. Por eso él indujo a Herodes a dar muerte al Señor, tentó al Señor en el desierto, y luego lo persiguió por tres años y medio. Pero en todas estas situaciones el Señor venció.
Los capítulos comprendidos entre el cuatro y el once de Apocalipsis constituyen una sección. Desde el capítulo quince hasta el final forman otra sección. Ahora bien, los capítulos del doce al catorce son insertados como notas marginales de los capítulos previos, y no forman parte del tema principal. El capítulo doce es la continuación de los capítulos dos y tres, en los cuales se menciona “vencer” siete veces; mientras que en el capítulo doce dice: “Ellos le han vencido”. Los capítulos dos y tres mencionan el llamado que Dios hace a los vencedores cuando la mayoría de la iglesia ha fracasado, mientras que el capítulo doce nos dice cómo son esos vencedores y lo que hacen. Apocalipsis 2:27 dice que los vencedores regirán las naciones con vara de hierro, mientras que en 12:5 se afirma que el hijo varón regirá las naciones con vara de hierro. Los vencedores son el hijo varón. El hijo varón es corporativo, compuesto de “los hermanos” a los que aluden los versículos 10 y 11.
El Señor dio a Satanás intencionalmente el nombre “la serpiente antigua”, para recordarnos lo dicho en Génesis 3.
En Apocalipsis 12 la mujer que da a luz el hijo varón es Jerusalén, no solamente la Jerusalén terrenal, sino también la celestial. La Biblia nos dice que Dios es nuestro Padre, el Señor es nuestro hermano mayor, y Jerusalén es nuestra madre (Gá. 4:26).
El sol, la luna y las doce estrellas corresponden al sueño de José; por consiguiente, deben de referirse a los israelitas. Jerusalén es el centro de los israelitas. Así que, esta mujer posiblemente representa a Jerusalén.
Esta mujer es la Jerusalén que se menciona en los capítulos veintiuno y veintidós. Ella es una ciudad compuesta de todos los salvos del Antiguo Testamento y los del Nuevo, quienes tienen la vida de Cristo. La mujer que va a dar a luz el hijo varón tipifica a la iglesia, pero después de darlo a luz, tipifica a los israelitas. Antes de que nazca el hijo varón se describen las cosas que están en los cielos —el sol, la luna y las estrellas—. Después de que él nace se describe su condición en la tierra, pues huye al desierto.
La mujer tipifica a los muchos hijos que Dios ha salvado. El enemigo los perseguirá a ellos, y la serpiente atacará a la mujer. Ellos estarán solos para pelear, pero debido a que no pueden hacerlo, Dios levantará vencedores de entre ellos para que peleen. Estos regirán las naciones con vara de hierro y tendrán un lugar especial en el reino. Cuando sean arrebatados y llevados al cielo, Satanás será lanzado abajo, y ellos tomarán de nuevo el lugar que ocupaba la serpiente en los cielos. Cuando ellos estén en la tierra, Satanás se retirará, y cuando estén en los cielos, Satanás será lanzado. Vencer significa recobrar el terreno que se había perdido. El hijo varón vence en lugar de su madre, la iglesia. Al final de los tiempos, Dios busca vencedores que pongan fin a la batalla que se libra en los cielos. Estos llevarán a los cielos “la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo” (Ap. 12:10). Como resultado, la serpiente ya no tendrá lugar en el cielo. Adonde quiera que los vencedores llegan, Satanás tiene que irse.
Los vencedores derrotan al enemigo con lo siguiente:
En primer lugar, la sangre de Cristo fue derramada, lo cual significa que la vida de la carne fue derramada. Debido a esto, Satanás no nos puede hacer nada. Satanás se alimenta de polvo; y sólo puede operar en una vida que sea de carne. En segundo lugar, la sangre de Cristo contrarresta el ataque de Satanás. La sangre de Cristo nos resguarda del ataque de Satanás, de la misma manera que los israelitas fueron protegidos por la sangre del Cordero de la pascua. La sangre satisface la justicia de Dios y significa muerte. Por lo tanto, Satanás no puede atacarnos. En tercer lugar, la sangre de Cristo responde las acusaciones de Satanás.
Toda la obra que Satanás efectúa en la iglesia consiste en derribar el testimonio. La iglesia es el candelero, el cual, a su vez, es el testimonio. Esto es lo que Satanás desea derribar cuando ataca a la iglesia. El testimonio del que se habla aquí se refiere específicamente al testimonio en contra de Satanás. Cuando el Señor fue tentado, hizo tres afirmaciones que fueron testimonios dirigidos a Satanás. Nosotros también debemos hacer declaraciones como testimonio en contra de Satanás. Es posible que Satanás nos diga: “Eres débil”. Pero nosotros debemos decirle que el poder del Señor se perfecciona en la debilidad (2 Co. 12:9). Debemos ejercer la victoria de Cristo aplicando la Palabra de Dios. La sangre habla de la victoria de Cristo, pero el testimonio es la aplicación de la victoria de Cristo con la Palabra de Dios.
Debemos sacrificar nuestro cuerpo y nuestra vida y no tener lástima de nosotros mismos. “Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo” (Hch. 20:24). Por causa de la sangre del Señor y de la palabra de nuestro testimonio, no debemos temer a la muerte, sino que debemos pelear hasta vencer. Si hacemos esto, haremos que se cumpla la declaración hecha en Génesis 3:15.
El dragón desea devorar al hijo varón que está a punto de nacer. Por esta razón, nosotros somos perseguidos y sufrimos. Esta persecución y estos sufrimientos nos fuerzan a volvernos el hijo varón y hacen que seamos parte de los que son arrebatados primero. El primer arrebatamiento no es solamente una bendición sino una responsabilidad. Todo aquel que deja lugar en su corazón para el dragón; pasará por la gran tribulación. Pero quien no tenga lugar en su corazón para el dragón, le aplastará la cabeza. La serpiente engañó a la mujer. Por eso, es necesario que la simiente de la mujer lo hiera. Dios no vencerá la serpiente solo, sino que usará a los vencedores para hacerlo. Permita el Señor que seamos parte de los vencedores.
(31 de enero, por la tarde)
Mensaje de Watchman Nee
Notas tomadas por Witness Lee en Shanghai
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