Información del libro

Lecciones básicas acerca de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1467-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 20 Sección 3 de 3

A. La mente puesta en el espíritu

Para entender esto, tenemos que decir que la mente puesta en el espíritu significa que la mente está unida con el espíritu y está apoyada en él. El espíritu puede compararse con el esposo, y la mente con la esposa. La mente, como esposa, siempre debe apoyarse en el espíritu, el esposo. La mente debe depender continuamente del espíritu. Así como la esposa y el esposo constituyen una pareja, la mente y el espíritu son verdaderamente una unidad, y no están separados.

Romanos 1:28 describe la mente caída como una mente reprobada, o sea una mente que rechaza a Dios y que es rechazada por Él. Dicha mente no aprueba el conocimiento de Dios, y Dios, a su vez, no la aprueba a ella. Ésa era la condición original de nuestra mente caída.

Romanos 7 nos muestra que una persona salva que procura servir a Dios se vale de su mente natural para guardar la ley y es derrotada (vs. 23, 25). En el capítulo 7 la mente ya no es la mente reprobada, pero sí es independiente; que vive como una viuda que tiene en su corazón el deseo de actuar bien, pero no tiene un esposo en quién apoyarse. En el capítulo 1 se presenta una mente reprobada, pero en el capítulo 7 la mente busca a Dios y trata de agradarle, excepto que lo hace sin apoyarse en el espíritu.

Romanos 8 también menciona la mente, pero en este capítulo la mente está puesta en el espíritu. Ahora la mente que estaba viuda se ha casado con otro esposo. Ya no es simplemente la mente que procura servir a Dios, sino una mente que está casada con el espíritu. Esta mente llega a ser uno con el espíritu y, debido a eso, también llega a ser vida. Hay un cuarto pasaje que menciona la mente; se trata de Romanos 12:2, que habla de la renovación de la mente. La mente que depende del espíritu tiene que ser renovada. Así que, en Romanos vemos la mente reprobada, la mente que procura servir a Dios, la mente dependiente y, por último, la mente renovada. A fin de que nuestra mente sea renovada, debemos apoyarnos en el espíritu y depender de él.

B. La mente es vida

Primero nuestro espíritu llega a ser vida y luego nuestra mente llega a ser vida. Esto significa que la vida divina se extiende desde nuestro espíritu hasta nuestra alma para saturar nuestra mente. En esta coyuntura, debemos decirles a los santos que nuestra mente en realidad representa nuestra alma. No exageramos al decir que la mente aquí descrita es el alma. La mente es el representante del alma porque es su parte principal. Cuando nuestra mente se casa con nuestro espíritu, es puesta en el espíritu, se apoya en él para ser uno con él, tal mente llega a ser vida.

IV. IMPARTIDA EN NUESTRO CUERPO

Romanos 8:11 dice que el Espíritu del propio Dios que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivifica nuestro cuerpo mortal, nuestro cuerpo moribundo, por el Espíritu que mora en nosotros. La palabra mortal usada en este versículo no sólo implica muerte, sino también debilidad. El cuerpo mortal es un cuerpo debilitado y moribundo. Romanos 7 llama a nuestro cuerpo caído el cuerpo de esta muerte (v. 24). Aun a este cuerpo débil, moribundo y mortal, un cuerpo de muerte, puede dársele vida.

Hasta ahora, podemos ver que la vida divina mencionada en Romanos 8:2 es impartida o depositada en nuestro espíritu en el versículo 10 y se extiende a nuestra mente en el versículo 6. Luego, se imparte a nuestro cuerpo mortal en el versículo 11. Por consiguiente, la vida divina se imparte a las tres partes de nuestro ser.

A. Por el Espíritu de Dios
que mora en nosotros

La impartición de la vida a nuestro cuerpo mortal la lleva a cabo el Espíritu que mora en nosotros. Sin que el Espíritu more en nosotros, la vida no puede extenderse del centro de nuestro ser a la circunferencia del mismo. El centro de nuestro ser es nuestro espíritu, y nuestro cuerpo es nuestra circunferencia. Por consiguiente, la vida divina primero es impartida en el centro de nuestro ser, y de ahí se extiende a la circunferencia. Entonces nuestro cuerpo es vivificado mediante el Espíritu que mora en nosotros.

B. Vivifica nuestro cuerpo mortal

Ya hemos abarcado este asunto, pero cuando presentemos esta lección, debemos detenernos en este punto. Muy pocos cristianos saben que la vida divina puede ser impartida incluso a su cuerpo. Debemos darles a los santos algunos ejemplos que les expliquen esto. Algunas veces en la tarde, después del trabajo, podemos estar cansados y debilitados; así que pensamos que no podemos ir a la reunión. Pero si ejercitamos nuestro espíritu orando a fin de contactar al Señor, eso hará que el Espíritu, quien mora en nosotros, opere en nuestro ser. Espontáneamente la vida divina se impartirá a nuestro cuerpo debilitado y lo vigorizará. Entonces, físicamente tendremos las fuerzas para asistir a la reunión. Ésta es una prueba de que la vida puede ser impartida en nuestro cuerpo debilitado.

El hermano Watchman Nee ponía esto en práctica. Él tenía problemas cardíacos que mantenían su cuerpo en una condición de extremo agotamiento. Muchas veces mientras compartía, esa dolencia se acrecentaba. Con seguridad, en ese momento ejercitaba su espíritu para permitir que el Espíritu, quien moraba en él, vitalizara o vivificara su cuerpo debilitado a fin de que éste no se presentara como un obstáculo ni un retraso para su ministerio. Sin duda, experimentaba la vida divina impartida de su espíritu a su cuerpo debilitado. También podemos dar testimonio de nuestras experiencias en esta área. Nuestro cuerpo débil, moribundo o enfermo puede ser vitalizado por la vida divina mediante el Espíritu que mora en nosotros.

V. LA IMPARTICIÓN DEL DIOS TRIUNO

Lo último que necesitamos recalcar en este mensaje es la impartición del Dios Triuno. Debemos reiterar que en Romanos 8 vemos que el Dios Triuno se imparte en nosotros. En los versículos del 8 al 10 se intercambian cuatro títulos: Dios, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y Cristo. Dios es el Espíritu de Dios; el Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo y el Espíritu de Cristo es Cristo mismo. Si Dios no fuera el Espíritu, no podría llegar a nosotros. Para que la electricidad llegue a un edificio, es necesario que haya corriente. La corriente eléctrica es la electricidad misma que llega hasta el edificio. Del mismo modo, el Espíritu de Dios es Dios que llega a nosotros.

Además, para que Dios y el Espíritu de Dios lleguen a nosotros, Él tiene que ser el Espíritu de Cristo. Esto se debe a que en Cristo se hallan dos elementos importantes: la naturaleza humana y la redención. El Espíritu de Dios tiene que ser el Espíritu de Cristo porque es necesario que estén presentes el elemento humano y la redención. La encarnación le añadió el elemento humano, y Su crucifixión efectuó la redención. Mediante el elemento humano y la redención el Espíritu llegó a ser el Espíritu que llega a nosotros. El Espíritu de Dios ahora es el Espíritu de Cristo, el cual tiene humanidad y redención para poder llegar a nosotros.

No debemos leer todos estos versículos y luego subestimar su importancia. Debemos decir: “Señor, abre nuestros ojos. Necesitamos ver algo aquí”. Romanos 8 nos muestra que el Dios Triuno se imparte como vida divina en las tres partes del hombre. Más adelante, el versículo 11 dice que Dios, quien levantó de los muertos a Cristo Jesús vivifica nuestro cuerpo mortal por el Espíritu que mora en nosotros. Este versículo también nos da un cuadro completo de la manera en que el Dios Triuno imparte vida a nuestro ser partiendo del centro de nuestro ser y extendiéndose hacia la circunferencia. Dicha impartición se ve en los cuatro títulos usados en dicho capítulo: Dios, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y Cristo.

Romanos 8:9-11 nos da un cuadro completo de la impartición que el Dios Triuno lleva a cabo, mediante la cual Él se imparte en nosotros como la vida divina. Primero, Él se imparte en nuestro espíritu; luego, se extiende a nuestra alma y, por último, a nuestro cuerpo mortal. Entonces todo nuestro ser es saturado de la vida divina. En realidad, esta vida divina es el Dios Triuno mismo impartido en nosotros. Debemos entender claramente qué es la vida. En la lección anterior examinamos la función impartidora del Dios Triuno, la cual da por resultado el sentir de vida. En esta lección acabamos de ver que la vida divina es impartida en las tres partes del hombre.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top