Misterio de Dios y el misterio de Cristo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2690-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si bien los cinco puntos anteriormente mencionados revelan cinco etapas de la experiencia que tenemos de Cristo, también necesitamos considerar dónde está Cristo hoy y cómo podemos tener contacto con Él. Para esto, consideremos un segundo grupo de versículos. Juan 6:63a dice: “El Espíritu es el que da vida”, y Romanos 8:2 afirma: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. Estos dos versículos revelan que el Espíritu alude al Espíritu de vida, el cual da vida. Los versículos del 9 al 11 continúan: “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros”. Estos versículos indican que el Espíritu —el cual es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús— mora en nosotros. En 2 Corintios 3:17-18 dice: “Y el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Estos dos versículos contienen tres frases claves: el Señor es el Espíritu, el Espíritu del Señor y el Señor Espíritu. El último versículo en este grupo de versículos es 1 Corintios 12:3, que dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Aquí vemos que siempre que una persona diga: “Señor Jesús”, está en el Espíritu Santo. El asunto más importante que podemos ver en todos estos versículos es que Cristo hoy es el Espíritu, y como el Espíritu, Él vive en nosotros.
¿De qué manera está el Señor, como el Espíritu, en nuestro espíritu? El Señor es una persona en nosotros; Él está en nosotros como una persona viva. Con frecuencia le pedimos al Señor que nos dé fuerza, poder o energía. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que el Señor nunca se relaciona con nosotros de esta manera. Cuando el Señor realiza algo por nosotros, Él siempre lo hace como una persona. El hermano Nee una vez comparó la manera en la que nosotros vemos al Señor, con la manera en la que un paciente ve a un doctor. Él dijo que muchas veces nosotros oramos al Señor de la misma manera en que una persona enferma le pide una dosis de medicamento a su doctor. Un día le pedimos al Señor una dosis, y al siguiente día volvemos para pedirle otra dosis. Pero el hermano Nee precisó que el Señor nunca nos da meramente una dosis de medicamento; más bien, Él siempre se da a Sí mismo a nosotros. La dosis de medicamento es el Señor mismo como una persona viva y completa. Por otra parte, el Señor nunca nos da tan solo un poco de Sí mismo. Cuando el Señor da, nos da Su persona completa. Cristo hoy vive dentro de nosotros como una persona viva y completa.
El Señor que vive en nosotros es el Espíritu. Este Espíritu es el Espíritu del Señor, el Señor Espíritu y el Espíritu de Cristo. El Espíritu es también el Espíritu de vida (Ro. 8:2). ¿Qué significa que el Espíritu sea el Espíritu de vida? Significa que la función del Espíritu hoy es hacer que Cristo sea real a nosotros como vida. Cristo es vida, y el Espíritu es el Espíritu de vida en nuestro espíritu, quien hace que Cristo sea real a nosotros como vida. Además, esta vida, que es Cristo mismo, tiene una función. Como ejemplo de esto podemos considerar la experiencia de un bebé. ¿Cuál es la primera función que desempeña la vida de un bebé? Es tener conciencia de su entorno, es un sentir mediante el cual el bebé se percata de lo que le rodea. Cuando usted le habla a un bebé, éste reacciona. Dicha reacción es el sentir de la vida del bebé, pues él está consciente de lo que está a su alrededor. Cuando usted pone algo dulce en la boca de un bebé, él lo prueba y se lo traga. Sin embargo, si usted pone algo amargo en la boca del bebé, aunque él nunca haya escuchado la palabra amargo, inmediatamente lo escupe. ¿A qué se debe esto? A la función del sentir de vida. Debemos darnos cuenta de que Cristo vive en nosotros como una persona viva y como vida; luego, debemos comprender que esta vida tiene una función principal, que es la conciencia o el sentir de vida. Quizá usted diga que no siente a Cristo, pero estoy seguro de que tiene algún sentir respecto a la vida espiritual que está en usted. Este sentir demuestra que Cristo está en usted. Usted tiene tal sentir porque Cristo está en usted, y debido a que Cristo está en usted, usted se percata de ello. El sentir de vida es la manera sencilla mediante la cual podemos aplicar a Cristo. De hecho, el sentir de vida es simplemente Cristo mismo.
Aplicar a Cristo de esta manera es algo muy delicado, pero a la vez, muy simple. Podemos comparar esto con la electricidad. Cuando era un niño, me asombraba la electricidad. Consideraba que la electricidad era muy maravillosa y misteriosa, y simplemente no podía entenderla. Sin embargo, aunque no podía entenderla, la electricidad era algo muy real. De igual manera, el Señor es el Espíritu, y todos los asuntos espirituales son tan reales como la electricidad. Para aplicar la electricidad, lo único que tenemos que hacer es encender el interruptor. Al hacerlo, la electricidad fluye. De igual manera, el sentir de vida es la manera sencilla mediante la cual podemos aplicar a Cristo y experimentar los asuntos espirituales. A veces, después de haber hablado con un hermano o una hermana por algún tiempo, tenemos el sentir que ya hemos hablado lo suficiente. Este sentir es Cristo dentro de nosotros. Otras veces, al leer la Biblia, tenemos el sentir que debemos detener la lectura y orar. Si después de tener tal sentir seguimos leyendo y no oramos, entonces no estamos aplicando la cruz, y a partir de ese momento ya no es Cristo el que lee las Escrituras, sino nosotros. En este caso no estamos aplicando Cristo a nuestra lectura de las Escrituras.
Hoy Cristo, como el Espíritu, está en nuestro espíritu. Este Espíritu es el Espíritu de vida, y Su función principal es que tengamos el sentir de vida. Siempre que nos percatemos de algún sentir en nuestro ser interior, tenemos que darnos cuenta de que eso es Cristo. Cuando nos percatemos de tal sentir, debemos decirle al Señor: “Señor, este sentir eres Tú. Te seguiré. Te aplicaré a mi vivir y a todo lo que he de hacer. Ya no soy yo quien lo hace, sino Tú”. El sentir de vida en nosotros es Cristo mismo, y cuando obedecemos tal sentir de vida, aplicamos a Cristo en nuestro vivir.
Sin embargo, para obedecer el sentir de vida existe un requisito previo: debemos darnos cuenta de que hemos sido crucificados y que estamos muertos, sepultados y terminados. Debemos aceptar que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que es Cristo quien ahora vive en nosotros. A fin de aplicar a Cristo, tenemos que aplicar Su muerte. Cada uno de nosotros tiene que comprender lo siguiente: “Ya no yo, mas Cristo” (Gá. 2:20). En las cosas malas, la cuestión es: “Ya no yo, mas Cristo”, y en las cosas buenas, la cuestión es: “Ya no yo, mas Cristo”. Incluso al estudiar las Escrituras: “Ya no yo, mas Cristo”.
La manera de aplicar a Cristo es aplicar Su muerte y prestar atención al sentir de vida. Tenemos que entender esto muy claramente. Cristo es el Espíritu, el Espíritu es el Espíritu de vida, el Espíritu de vida está en nuestro espíritu, la función principal de la vida es el sentir de vida, y el sentir de vida es Cristo mismo. Si obedecemos este sentir de vida, aplicando la muerte de la cruz a nuestro yo y al viejo hombre, entonces ciertamente experimentaremos y aplicaremos a Cristo. Como resultado de ello, Cristo será nuestra vida de una manera concreta.
Para muchos de nosotros, los asuntos que hemos considerado en este mensaje quizá sean absolutamente nuevos. Por ello, al tener comunión con algún hermano o hermana, es posible que no recordemos nada de esto. Así que, para aprender cómo aplicar a Cristo se requiere que practiquemos. Muchos de ustedes saben cómo manejar un carro. La primera vez que se sentaron en el asiento del conductor, probablemente no sabían cómo conducir, pero después de mucha práctica aprendieron a manejar. Así como se requiere práctica para aprender a manejar un carro, también se requiere práctica para aprender a aplicar a Cristo de la manera que lo hemos presentado. Para ello, requerimos amar al Señor, recibir la revelación del plan eterno de Dios con respecto a que Cristo sea nuestra vida y nuestro todo, y estar firmes en cuanto al hecho de que ya hemos sido sepultados. Cuando vayamos a tener comunión con los hermanos o las hermanas, debemos practicar todas estas cosas. Debemos decirle al Señor: “Señor, te amo. Tú lo eres todo en el plan de Dios. Ahora me doy cuenta de que Tú eres mi vida y mi todo. Sé que he sido sepultado y que he llegado a mi fin. Ahora, ya no soy yo el que vive, mas Tú vives en mí. Ya no soy yo el que va a tener comunión con este hermano; eres Tú el que va en mí. No confío en mi mente. He llegado a mi fin y he sido sepultado. Señor, en este momento Tú eres mi vida y mi todo”. Ésta es la manera en la que debemos practicar.
Si practicamos de esta manera y tenemos tal actitud, sin duda el Espíritu Santo será una realidad para nosotros, y experimentaremos a Cristo. Cristo tendrá cabida en nosotros y aprovechará la oportunidad para ocupar nuestra mente, nuestra parte emotiva, nuestra voluntad, nuestra boca y nuestro lenguaje. A medida que practicamos de esta manera, Cristo tendrá cabida para ocupar en nosotros el lugar legítimo que le pertenece. Él podrá hacer Su morada en nosotros, y nosotros estaremos llenos de Él. Como resultado, seremos rectos para con Dios y tendremos paz en nuestro interior. Entonces seremos personas cuya mente, parte emotiva y voluntad estarán llenas de Cristo. En lo más profundo de nuestra parte emotiva habrá el elemento de Cristo. Cristo estará en todos nuestros sentimientos. Cristo también estará en nuestra mente y en nuestra voluntad, hasta el grado en que nuestros pensamientos estarán llenos de Cristo y nuestras decisiones tendrán la realidad de Cristo. Si llegamos a ser tales personas, ¿piensan que tendremos problemas con los pecados y el mundo? Claro que no, porque Cristo será Aquel que vivirá en nosotros. Nosotros habremos llegado a nuestro fin y Cristo vivirá en nosotros, así que no tendremos nada que ver con los pecados ni con el mundo. Esto es muy sencillo. Ahora sabemos dónde está Cristo hoy. Cristo está muy cerca de nosotros e incluso es uno con nosotros. Cristo hoy es el Espíritu en nuestro espíritu. Así que, debemos poner en practica experimentar a Cristo, tener contacto con Él y aplicarlo como tal persona en nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.