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Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7893-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 13 Sección 1 de 4

CAPÍTULO SIETE

LA OBRA QUE EL ESPÍRITU
EFECTÚA EN EFESIOS

Lectura bíblica: Ef. 1:3, 13-14, 17-23; 3:3-5; 2:18, 22; 3:16-17a; 4:3-4, 23; 5:18; 6:17-18

Los dos temas principales del Nuevo Testamento —Cristo como vida y la iglesia como expresión de Cristo— pueden verse en los dos libros de Gálatas y Efesios. Gálatas nos dice que Cristo es nuestra vida y en Efesios vemos que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. En Gálatas el Espíritu tiene como finalidad que tomemos a Cristo como nuestra vida, que vivamos por Cristo y que expresemos a Cristo en nuestro vivir. Luego, en Efesios el Espíritu tiene por finalidad que nosotros, como miembros de Cristo, aprehendamos el Cuerpo y lo experimentemos.

PARTICIPAR DE LAS BENDICIONES
DEL ESPÍRITU SANTO
EN NUESTRO ESPÍRITU HUMANO

En este capítulo consideraremos diez puntos referentes al Espíritu en Efesios. Como introducción al libro de Efesios, 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Todo lo contenido desde este versículo hasta el final del libro podría considerarse como una de las bendiciones espirituales. Las bendiciones con las cuales Dios ha bendecido la iglesia, el Cuerpo de Cristo, son bendiciones espirituales. Por tanto, ellas están en el Espíritu Santo y las deben aprehender en nuestro espíritu humano. Si estas bendiciones fueran físicas, si fueran bendiciones materiales, sería necesario disfrutarlas y experimentarlas en nuestro cuerpo físico. Igualmente, si fuesen bendiciones psicológicas, podríamos aprehenderlas al ejercitar nuestra alma: nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Sin embargo, éstas son bendiciones espirituales, las bendiciones del Espíritu Santo. Ya que la naturaleza de todas estas bendiciones es espiritual, necesitamos ejercitar nuestro espíritu para aprehenderlas, disfrutarlas y participar de ellas en nuestro espíritu.

En ciertos versículos de Efesios, es difícil para los traductores de la Biblia discernir si la palabra espíritu se refiere al Espíritu Santo o a nuestro espíritu humano. En realidad, todas las bendiciones mencionadas en este libro son bendiciones espirituales del Espíritu Santo, las cuales podemos aprehender únicamente en nuestro espíritu. Éste es el principio establecido en Juan 4:24, que dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”.

EL ESPÍRITU SANTO COMO SELLO Y ARRAS

Efesios 1:13 dice: “En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y en Él habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. No deberíamos preguntarnos si tenemos o no al Espíritu Santo como sello en nosotros, más bien, deberíamos preguntarnos si hemos creído en Cristo. Creer es nuestra responsabilidad, y sellar es la Suya. En el momento en que creímos en Cristo, fuimos sellados con el Espíritu Santo. Sellar algo es poner una marca sobre ello. Que nosotros hayamos sido sellados significa que tenemos al Espíritu mismo en nuestro interior como una marca divina. Dios ha puesto el Espíritu Santo en nosotros como marca divina para probar, testificar y declarar que somos Su herencia. ¿Cómo podemos saber que somos la herencia de Dios? Es porque la Biblia nos dice que Dios ha confirmado nuestro acto de creer en Él al sellarnos con Su Espíritu. También, el propio Espíritu que sella, en lo profundo de nuestro interior, confirma que hemos sido marcados y nos da la semejanza y apariencia de Dios (2 Co. 1:21-22). Esta apariencia y semejanza divina es la marca, el sello, que confirma el hecho de que le pertenecemos a Dios como Sus hijos y Su herencia.

Efesios 1:14 continúa, diciendo: “Que es las arras de nuestra herencia, hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria”. El Espíritu Santo en nosotros es las arras, la prenda, el pago inicial, el depósito, la garantía, el anticipo, las primicias y la muestra. Un vendedor a menudo les ofrece a las personas una muestra de su producto. Del mismo modo, el Espíritu Santo en nosotros es la muestra, el anticipo, de nuestro disfrute de Dios. Esta muestra es el pago inicial, el depósito, las arras y la prenda, lo que garantiza que Dios es nuestra porción. El Espíritu Santo es el sello y las arras para facilitar un tráfico en ambas direcciones. El sello testifica que somos la herencia de Dios, y las arras prueban que Dios es nuestra porción y nuestro disfrute.


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