Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 099-113)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6999-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las ovejas que pertenecen al único rebaño tienen a Cristo como su Pastor, quien puso Su vida del alma por ellas para que obtuvieran la vida divina (Jn. 10:11, 14-15, 16b, 10). En el versículo 10 el Señor Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Y en el versículo 11 Él dice: “Yo soy el buen Pastor; el buen Pastor pone Su vida por las ovejas”. En estos dos versículos se usan dos palabras griegas distintas para “vida”. En el versículo 10 la palabra griega es zoé, que es la palabra usada en el Nuevo Testamento para denotar la vida eterna y divina. En el versículo 11 la palabra griega es psujé, la misma palabra que se traduce “alma”, la cual se refiere a la vida del alma, esto es, la vida humana. Estos versículos indican que el Señor Jesús tiene dos clases de vidas. Como hombre, el Señor posee la vida psujé, la vida humana; y como Dios, Él posee la vida zoé, la vida divina. Él puso Su alma, Su vida psujé, Su vida humana, para efectuar la redención por Sus ovejas (vs. 15, 17-18) a fin de que participaran de Su vida zoé, Su vida divina (v. 10), la vida eterna (v. 28), mediante la cual pueden conformar un solo rebaño bajo un solo Pastor, Él mismo. Como buen Pastor, Él alimenta a Sus ovejas con la vida divina de esta manera y con este propósito.
La vida divina del Señor no podía ser inmolada. Lo que fue inmolado en Su crucifixión fue Su vida humana. A fin de ser nuestro Salvador, Él —como hombre— puso Su vida humana para efectuar la redención en favor nuestro a fin de que pudiéramos recibir Su vida zoé. Él puso Su vida humana a fin de que nosotros, después de haber sido redimidos, pudiéramos poseer Su vida divina, la vida eterna.
El Pastor, la vida divina y la vida humana son todos para el rebaño. Los que conforman el rebaño son personas caídas que requieren redención. Como hombre, el Pastor poseía la vida humana. Él sacrificó Su vida humana a fin de efectuar la redención para Su rebaño. De este modo, Su rebaño fue redimido. Después, Su rebaño recibió Su vida divina, y por esta vida divina las ovejas viven juntas como rebaño. Por tanto, el rebaño conforma una sola unidad, una sola entidad. Esto es logrado no por la vida humana, sino por la vida divina.
En la vida humana estamos bajo condenación y nos encontramos divididos, pero en la vida divina somos aceptados por Dios y estamos unidos. En la vida divina todos conformamos una sola entidad, lo cual significa que somos un solo rebaño bajo un solo Pastor en una sola vida. Sin embargo, si vivimos por nuestra vida humana, ya no somos ovejas. Una oveja es una persona regenerada con la vida divina. Todos tenemos que vivir por la vida divina y, por tanto, llegar a ser ovejas genuinas, verdaderas y puras. Entonces estaremos en el rebaño. Si no vivimos por la vida divina, no puede haber rebaño, pues el rebaño es producido, formado y mantenido por la vida divina. En la vida divina somos verdaderamente uno. Esto no es posible en nuestra vida humana, nuestra vida psujé; ello es posible únicamente en la vida divina, la vida zoé. Ahora, como aquellos que han sido redimidos y regenerados, estamos en la vida divina bajo un solo Pastor para ser un solo rebaño.
Los creyentes también están simbolizados por los muchos granos de trigo. Juan 12:24 dice: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. La expresión mucho fruto se refiere a muchos granos de trigo que constituyen la multiplicación de aquel único grano.
En 12:24 el Señor Jesús claramente se refiere a Sí mismo, el Dios encarnado, como único grano de trigo que cae en la tierra y muere. Los creyentes como muchos granos de trigo son producidos de Cristo, el grano único.
Los muchos granos de trigo son producidos mediante la muerte y resurrección de Cristo. Al realizar Su obra en la cruz, el Señor Jesús murió como grano de trigo que cae al ser introducido en la muerte a fin de liberar la vida divina. La vida divina estaba en Jesús, del mismo modo en que la vida está confinada a un grano de trigo. Debido a que la vida está escondida en este grano, su cáscara deberá quebrarse para que la vida dentro del grano pueda ser liberada. La muerte todo-inclusiva de Cristo liberó la vida divina que estaba dentro de Él. Como grano de trigo, Él murió para liberar la vida divina y vivificar a los redimidos de Dios a fin de producir muchos granos.
El Señor Jesús cayó en la tierra y murió para que Su elemento divino, Su vida divina, fuese liberado del interior del cascarón de Su humanidad a fin de producir a los muchos creyentes en resurrección (1 P. 1:3), tal como un grano de trigo hace que su propio elemento de vida sea liberado al caer en la tierra para luego brotar del suelo y producir mucho fruto, esto es, generar muchos granos. El Señor Jesús, como grano de trigo que cae en la tierra, perdió Su vida del alma mediante la muerte a fin de que Él pudiera liberar Su vida divina para los muchos granos. Éste es el aspecto de la muerte de Cristo que consiste en liberar la vida divina.
La muerte de Cristo liberó la vida divina que estaba confinada en Él. Él era el grano de trigo, y no había otra manera de que ese grano creciera excepto al caer en la tierra y morir. Es de este modo que se puede lograr la multiplicación de la vida. Por tanto, en Su muerte Cristo fue sembrado en la tierra como grano de trigo a fin de producir una multiplicación mediante la liberación de la vida divina.
Como grano de trigo que cayó en la tierra y murió, el Señor Jesús ha producido mucho fruto en resurrección. Esto guarda relación con la germinación mediante la resurrección. Al respecto, Pedro dijo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (1 P. 1:3). Cuando Cristo resucitó, todos nosotros, Sus creyentes, estábamos incluidos en Él. Por tanto, fuimos resucitados juntamente con Él (Ef. 2:6). En Su resurrección Él nos impartió la vida divina y nos hizo iguales a Él en vida y naturaleza.
Mediante Su muerte y resurrección el Señor Jesús ha sido multiplicado y propagado. Los muchos granos son la multiplicación del único grano, y esta multiplicación es la propagación de aquel grano de trigo. Por tanto, la resurrección del Señor fue Su propagación a fin de producir la iglesia como Su reproducción.
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