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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 62 Sección 3 de 3

TENER UNA MENTALIDAD HUMILDE

En 2:3, Pablo habla de la mentalidad humilde. La humildad está en contraste con la ambición egoísta y la vanagloria La humildad a la que Pablo se refiere no es una humildad natural, sino la humildad de Cristo descrita en los versículos 7 y 8.

Observemos que Pablo se refiere a la “mentalidad humilde”. El hecho de que mencione la mentalidad indica una vez más que, el problema de disensión entre los filipenses tenía que ver con su mente no transformada. Ellos necesitaban tener el sentir que hubo en Cristo (2:5).

En 2:4, Pablo agrega: “No considerando cada uno sus propias virtudes, sino cada cual también las virtudes de los otros”. El habla aquí de las virtudes y las cualidades. No debemos considerar únicamente nuestras propias virtudes y cualidades, sino también las de otros.

EXPERIMENTAR A CRISTO DE UNA FORMA NORMAL

Ya hemos dicho repetidas veces que la epístola de Filipenses trata acerca de nuestra experiencia de Cristo. Esta epístola muestra que para experimentar a Cristo se requiere que haya una reciprocidad entre el apóstol y los creyentes. Al leer esta epístola, nos damos cuenta de que Pablo tenía una buena comunión con ellos. Su comunión era apropiada desde todo punto de vista. En cambio, la comunión de los filipenses para con el apóstol tenía ciertas deficiencias. Por lo tanto, vemos que Pablo experimentaba a Cristo de una manera normal, mientras que la experiencia que ellos tenían de Cristo no era completamente normal, y, en cierto modo, podríamos decir que era anormal.

Si consideramos el libro de Filipenses en su totalidad, veremos que experimentar a Cristo implica mutualidad, lo cual no es algo que se lleva a cabo en un solo sentido. No obstante, muchos cristianos han recibido la falsa enseñanza de que nuestra experiencia de Cristo sólo se da en una dirección. Pero está comprobado que no podemos tener una experiencia normal de Cristo si somos individualistas. Experimentar a Cristo es un asunto corporativo. Todo lo que tiene que ver con el Cuerpo implica una comunión recíproca. Por tanto, para experimentar a Cristo se requiere la mutualidad. Si el apóstol no hubiera tenido una comunión apropiada con los santos, su experiencia de Cristo no habría sido normal. Asimismo, si los creyentes no tuvieran una comunión correcta con el apóstol, tampoco podrían experimentar a Cristo de una forma normal. Por consiguiente, vemos que lo que determina si nuestra experiencia de Cristo es normal es la actitud que guardemos hacia el apóstol. Todos seremos probados en este asunto. Si nuestra actitud hacia el apóstol no es la apropiada, nuestra experiencia de Cristo será anormal. Aplicando el mismo principio, si el apóstol no tiene una buena actitud hacia los santos, su experiencia de Cristo también será anormal.

La epístola de Filipenses nos presenta un cuadro de la comunión apropiada entre los creyentes y el apóstol, lo cual resulta en una experiencia normal de Cristo. A pesar de que los filipenses amaban al Señor y estaban en la iglesia, su experiencia de Cristo era anormal. Una de las razones era que existían disensiones entre ellos. Otra, era que su actitud hacia el apóstol no era idónea, pues de haberlo sido, habrían recibido la exhortación de Pablo de tener el mismo pensamiento, el mismo amor, de estar unidos en el alma, de tener el único pensamiento, y de no hacer nada por ambición egoísta o por vanagloria, sino antes bien, estimar a los demás como superiores a ellos mismos, no considerando cada uno sus propias virtudes sino las de los demás. Si los creyentes hubieran estado dispuestos a seguir tales recomendaciones de Pablo, su experiencia de Cristo habría sido normal y equilibrada.

La epístola de Filipenses, la cual gira en torno a nuestra experiencia y disfrute de Cristo, muestra que dicho disfrute debe ser corporativo y que requiere que exista mutualidad en nuestra comunión. Si nuestra actitud hacia el apóstol no es la correcta, tampoco lo será para con otros. Por lo tanto, la actitud que tengamos hacia el apóstol pondrá a prueba nuestra condición. Si nuestra actitud hacia él no es la apropiada, nuestra condición será anormal y, por ende, también lo será nuestra experiencia de Cristo.

Los cristianos de hoy prácticamente no tienen ninguna experiencia normal de Cristo. De hecho, la condición de muchos de ellos es anormal. La comunión apropiada entre los apóstoles y los creyentes ha sido muy dañada. Por lo tanto, nosotros, quienes estamos en el recobro del Señor, debemos ser iluminados por esta epístola y recibir misericordia y gracia de parte del Señor, a fin de tener la debida mutualidad entre los creyentes y los apóstoles.

Como ya mencionamos, Filipenses revela la actitud y el espíritu que tenía Pablo hacia los creyentes. El les rogaba a los creyentes que tuviesen una actitud y un espíritu apropiado hacia él, y así pudieran disfrutar juntos de una comunión normal. La debida comunión entre los creyentes y el apóstol es lo que salvaguarda y permite tener una experiencia normal de Cristo. Si tenemos la actitud apropiada hacia el apóstol y si nuestra comunión para con él es correcta, podemos estar seguros de que experimentaremos a Cristo de una manera normal.


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