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Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-329-8
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REUNIONES CRISTIANAS PARA LLEVAR A CABO
LA ECONOMIA DIVINA

La edificación de la iglesia

La Primera Epístola a los Corintios es el libro singular con respecto a las reuniones cristianas (11:17; 14:23, 26, 34, 35) y revela que las reuniones cristianas son para edificar a la iglesia (14:4-5, 12, 26). Debemos tener esto en cuenta cada vez que tomamos la iniciativa en ayudar las reuniones en casa. Nuestro propósito no es solamente salvar a los pecadores o edificar a los nuevos creyentes. Nuestro objetivo final, nuestra meta definitiva es edificar a la iglesia. Desde el principio, debemos tener este entendimiento y con éste impresionaremos a la gente. Todo lo que somos impresionará a la gente. Si usted es una persona alegre, su cara alegre impresionará a la gente. Si usted es una persona triste, su cara triste y su apariencia triste impresionará a la gente. Debemos aprender a impresionar a la gente con lo que somos, con lo que pensamos y con lo que entendemos. Lo que entendemos es que estamos aquí para edificar a la iglesia. Nuestra posición es una que es para la edificación de la iglesia. Por eso, en toda clase de actividad, ya sea la predicación del evangelio, la edificación de los santos o la asistencia a las reuniones, nuestra meta es edificar a la iglesia.

Muchas veces no necesitamos mencionar el término “iglesia”. Debemos sencillamente hacer todo lo que hacemos teniendo en cuenta la edificación de la iglesia. Entonces todo lo que hagamos, todo lo que digamos y todo lo que seamos, impresionará a la gente, y todos los nuevos creyentes serán llevados a este mismo entendimiento concerniente a la edificación de la iglesia.

Edificando a la iglesia
por medio de los dones del Espíritu,
los ministerios del Señor
y las operaciones de Dios

Edificamos a la iglesia en las reuniones de la iglesia por medio de los dones del Espíritu, los ministerios del Señor y las operaciones de Dios (1 Co. 12:3-7). Disfrutamos de los dones del Espíritu al disfrutar a Cristo y, después de nuestro disfrute de Cristo, invocamos Su nombre. Durante el día, en nuestra vida diaria, necesitamos disfrutar a Cristo todo el tiempo. Luego necesitamos practicar el invocar el nombre del Señor en conformidad con lo que hemos disfrutado del Señor. Por medio de estas dos cosas tendremos el don.

El don resulta del crecimiento en vida, y el crecimiento en vida resulta de nuestro disfrute de Cristo. Si no disfrutamos a Cristo, no crecemos en El. Sin embargo, mientras más le disfrutamos como nuestro suministro de vida, más crecemos en vida, y cuanto más crecemos en vida, más se produce el don. El don es un producto del disfrute de Cristo. Esto es diferente de la llamada enseñanza Pentecostés, pero es totalmente conforme a la revelación de la Biblia. El llamado don Pentecostés que viene súbitamente no dura mucho tiempo. Se necesita el don como un producto del crecimiento en vida. Cuando tenemos el crecimiento en vida, ese crecimiento produce cierto don.

Un nene tiene pocos dones porque tiene poco crecimiento en vida. Necesita cierta medida de crecimiento en vida para que haga desarrollar su don. Mientras crece día tras día, mes tras mes, y año tras año, el crecimiento en vida produce el don. Comienza a hablar, a andar a gatas, a ponerse de pie y a andar. Todos estos son los dones producidos por el crecimiento en vida. El crecimiento lleva consigo el don. Debemos ayudar a los nuevos creyentes a disfrutar a Cristo, o sea, crecer en Cristo. Por medio de este crecimiento y el invocar el nombre del Señor, se producirán los dones. Cuando se producen los dones, los nuevos creyentes sencillamente necesitan funcionar. Cuando funcionan, llevan a cabo los ministerios del Señor predicando el evangelio para salvar a los pecadores y ministrando vida para edificar a los santos para la edificación de la vida de iglesia. El resultado no es meramente que los pecadores son salvos o que los santos son edificados, sino que la iglesia es edificada.

Los dones del Espíritu, los ministerios del Señor y la operación de Dios deben manifestarse entre todos los asistentes en las reuniones, incluso las reuniones de los nuevos creyentes. Por lo tanto, no solamente vamos a la reunión de los nuevos creyentes para enseñarles a orar o para enseñarles usando las Lecciones de vida o las Lecciones de la verdad. En sí esto es inadecuado. Debemos ser personas que disfrutan a Cristo a diario; entonces mientras tomamos la iniciativa entre los nuevos creyentes, nos seguirán a disfrutar a Cristo. Debemos llegar a ser los que invocan, aprendiendo a invocar el nombre del Señor Jesús todo el tiempo. Como los que invocan, damos un ejemplo a los nuevos creyentes, y ellos también nos seguirán a invocar el nombre del Señor. Al invocar ellos, entrarán en el Espíritu. Entonces, cuando nos reunamos con ellos, los dones se manifestarán de entre ellos y las funciones vendrán después. De esta manera, se llevará a cabo la operación de Dios.


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