Obra de edificación que Dios realizapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7020-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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A fin de crecer en vida y ser juntamente edificados debemos prestar atención a esta única cosa: crecer en Cristo en todas las cosas. En cuanto a la edificación de la iglesia, Efesios 4:15 dice que necesitamos crecer en todo en Cristo, la Cabeza. Ya hemos sido salvos, y estamos en el Señor; pero tenemos que confesar que hasta ahora, no hemos crecido en el Señor en muchos aspectos. Por ejemplo, muchos de nosotros no hemos crecido en el Señor en el asunto de nuestro hablar aunque tenemos muchos años de haber sido salvos. Examinen su verdadera situación y reflexionen en lo descuidados que son al hablar. Tal vez usted se abstenga de decir palabras corruptas o proferir insultos; pero en lo que se refiere a su manera de hablar, su boca y su lengua nunca han sido restringidas ni reguladas por Dios. Usted dice cosas y profiere palabras a su antojo.
Algo que a menudo me entristece es la manera tan rápida con que se propagan los chismes entre los hermanos y hermanas. Muchos dicen que no pueden orar ni leer la Palabra apropiadamente porque están demasiado ocupados. Alguien puede estar tan ocupado que viene a las reuniones sólo una vez al mes. Pero lo extraño es que cuando esa misma persona participa en conversaciones vanas y propaga rumores, puede hablar por tres horas sin parar. Tal hermano o hermana no sabe lo que significa tener una lengua circuncidada. En la iglesia muchos de los problemas y gran parte de la muerte que hay son causados por las conversaciones vanas. Esto significa que nuestras palabras no han sido restringidas ni disciplinadas, y que no hemos crecido en Cristo, la Cabeza, en lo que se refiere a nuestro hablar.
Sin embargo, si usted ha aprendido esta lección y ha crecido en Cristo en el asunto de hablar, al contactar a otros y conversar con ellos, Cristo será su confinamiento y restricción, y Él guardará sus labios. Usted sentirá que el Señor no es sólo su morada, sino también su cárcel. Así como Pablo dijo que era prisionero en Cristo (3:1; 4:1), todos los que permanecen en Cristo son prisioneros en Cristo y, como tales, no pueden actuar libremente ni hablar descuidadamente.
Una cosa sí es segura: cuando una persona que es restringida en sus palabras testifica por Dios y ofrece oraciones y alabanzas al Señor, abre su boca fácilmente y su lengua responde con prontitud. Cada vez que toca las cosas de Dios y el testimonio del Señor, su boca es vivificada. Esto se debe a que es una persona que está en el Señor y que crece en Cristo, la Cabeza, en el asunto de hablar.
Esto no debe aplicarse solamente al asunto de hablar, sino también a todos los demás aspectos de nuestra vida diaria. Esposos, ¿están ustedes en el Señor en la manera en que se relacionan con sus esposas? Esposas, ¿están en el Señor y crecen en Él en la manera en que tratan a sus esposos en casa? Hijos, ¿su actitud para con sus padres demuestra que están en el Señor? ¿Su actitud está bajo restricción? Amos, ¿están ustedes en el Señor en la manera en que tratan a sus siervos? El libro de Efesios nos dice que los amos deben tratar a sus siervos de una manera justa en el Señor. En cuanto a esto, ¿estamos en el Señor en nuestras palabras, en nuestra actitud, en el tono de nuestra voz y en nuestras intenciones y pensamientos? Aquellos entre ustedes que son empleados de gobierno, ¿cómo tratan a sus supervisores y colegas? ¿Son leales a su agencia y a su trabajo? ¿Llegan a su trabajo a tiempo? ¿Realizan sus funciones fielmente? ¿Asumen sus responsabilidades con la debida seriedad? ¿Soportan las dificultades con perseverancia? ¿Realmente parecen personas que están en Cristo? Ésa es la gran pregunta. Queridos hermanos y hermanas, en todas las cosas debemos crecer en Cristo, la Cabeza. Si en cierto asunto no estamos creciendo en Cristo, entonces en ese asunto no podremos ser unidos a los santos. Cuanto más crezcamos en todas las cosas, más nos uniremos a los demás santos.
Tenemos que ver, por tanto, que la verdadera edificación de la casa de Dios depende de nuestro crecimiento en vida. Cuanto más crezcamos en vida, más seremos edificados. Nuestro crecimiento en vida es el aumento de Dios en nosotros. En el ejemplo que dimos anteriormente, el hermano que fue atropellado por el carro era una persona salva y tenía a Dios como su vida. Sin embargo, su corazón estaba cerrado y endurecido hacia Dios, por lo que Dios no podía crecer en él. Dios había sido desechado y no tenía cabida en él. Sin embargo, después de ese accidente y de sufrir esa lesión, mientras sufría y estaba adolorido, él abrió un poco su ser interior, permitiendo que Dios entrara. Cuando oró y tuvo comunión con los hermanos, el elemento de Dios aumentó en él, y él creció un poquito más.
Por supuesto, éste es un ejemplo poco usual. Dios desea que nuestro corazón esté abierto a Él, que sea sensible para con Él y le anhele, y que nos acerquemos a Él, le comamos, le bebamos, le disfrutemos y le digiramos para que así crezcamos diariamente con el crecimiento de Dios. Además, Dios desea que en todas las cosas aprendamos a crecer en Cristo, la Cabeza, a someternos bajo Su autoridad y a permanecer bajo Su gobierno. Si estamos resueltos a aprender las lecciones relacionadas con todos estos asuntos, Dios entonces podrá realizar Su obra de edificación en nosotros diariamente.
Volvamos ahora a Génesis 2 y reflexionemos en el cuadro que allí se nos presenta. En este cuadro vemos que frente a Adán estaba el árbol de la vida, y que también había un río que fluía. Dondequiera que el río fluía, había oro, perlas y piedras preciosas. ¿No es esto un cuadro de la Nueva Jerusalén? En la Nueva Jerusalén vemos estas mismas tres clases de materiales: la calle es de oro puro, el muro es edificado con piedras preciosas y las puertas son de perlas. Además, un río de agua de vida fluye en medio de la calle, y a uno y otro lado del río está el árbol de la vida, que crece y da cada mes su fruto. Estos dos cuadros que se corresponden mutuamente nos muestran que Dios no usa otros materiales para Su edificación. Él usa únicamente oro, perlas y piedras preciosas. El oro denota la naturaleza de Dios, las perlas denotan la nueva creación que ha sido regenerada en Cristo, y las piedras preciosas denotan la obra del Espíritu Santo en la cual Él se forja en nuestra constitución intrínseca. Esto significa que la iglesia debe ser edificada en el Dios Triuno con Sus elementos. Además de esto, los dos cuadros también nos muestran que el oro, las perlas y las piedras preciosas están relacionadas con el fluir del agua de vida; es decir, son fruto del fluir del río de agua de vida. El constante fluir de la vida de Dios redunda en oro, perlas y piedras preciosas y en la edificación del edificio eterno de Dios.
Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos muestre esta visión a fin de que diariamente vivamos en Dios, le comamos, bebamos y disfrutemos, permitiendo que Él se mueva en nosotros y se haga uno con nosotros. De este modo, permitiremos que el árbol de la vida y el agua de vida nos impartan continuamente su suministro y fluyan en nosotros. Como resultado, el elemento de Dios se forjará en nuestra constitución, y seremos transformados en oro, perlas y piedras preciosas. Cuanto más aumente el elemento de Dios en nosotros, más creceremos y más se producirá la edificación. Entonces, cuando alcancemos la plena madurez y seamos completamente edificados, manifestaremos la gloria de Dios y llegaremos a ser la expresión de la Nueva Jerusalén.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.