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Revelación crucial de la vida hallada en las Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-811-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 16 Sección 5 de 5

No legal

Finalmente, Cristo es el maná y como tal no acarrea muchas legalidades. Números 11:8 dice: “El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas”. A Cristo se puede moler, majar en morteros, o cocer en caldera. Si usted experimenta a Cristo de una manera específica, quizás haga de ella algo legal. Pero Cristo no es legal. A El lo podemos tomar y experimentar de varias formas.

La continuación del cordero pascual

Tenemos que ver que el maná es la continuación del cordero pascual. Los hijos de Israel comenzaron su nueva alimentación con el cordero pascual, y el maná llegó a ser la continuación de ésta durante cuarenta años. Cada mañana por cuarenta años, dondequiera que iban y dondequiera que estaban, el maná estaba allí para que los hijos de Israel lo comieran. Esto fue un verdadero milagro. Es un milagro que nosotros podamos comer a Cristo día tras día. Diaria, semanal, mensual y anualmente comemos una sola cosa: Cristo como nuestro maná celestial.

Sin vejez

No existe la vejez en lo concerniente al comer. Cuando los hijos de Israel comían el cordero, no debían dejar nada (Ex. 12:10). El maná que comían en el desierto era fresco cada día. Una persona nunca podía comer maná viejo. Sin embargo, los hijos de Israel no tenían fe. Intentaron guardar el maná y así se opusieron a lo que Moisés les había dicho. El maná que intentaron guardar “crió gusanos, y hedió” (Ex. 16:20). No podemos guardar “el maná”, sino que debemos comer a Cristo en forma fresca día tras día cada mañana. Algunas personas compran los comestibles una vez a la semana y los guardan en su refrigerador, pero no es posible guardar así el maná. Día tras día el mismo alimento celestial viene de los cielos nuevo y fresco. Tenemos que mantenernos al día con el Señor. Siempre tenemos que comer el maná del día.

EL PRODUCTO DE LA TIERRA

Finalmente, los hijos de Israel entraron en la buena tierra para disfrutar los productos de ella. El cordero, el maná y los productos de la tierra tipifican a Cristo. Cristo es nuestro cordero, nuestro maná y nuestra tierra. Como la tierra, Cristo es plenamente rico. Esta tierra es “una tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella” (Dt. 8:8-9). Todos los productos de la buena tierra son Cristo mismo, quien se nos da para nuestro disfrute. Josué 5:10-12 dice: “Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó al día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año”. En este breve pasaje de la palabra, Josué menciona tres cosas. Menciona el cordero pascual, el maná y los productos de la tierra. Estas son Cristo como nuestro alimento que nos da vida. Damos gracias al Señor por el cordero, el maná y la tierra con todos sus productos.


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