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Visión central necesaria para servir a la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8315-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 7 Sección 2 de 6

LA OBRA NECESITA PRODUCIR FRUTO

Necesitamos entrar en la presencia del Señor, considerar y acudir al Señor, y permitir que Él resplandezca sobre nosotros nuevamente. Es posible que hayamos caído en la misma condición que el pueblo judío. Ellos adoraban a Dios en el templo conforme a la ley de Moisés, y nosotros servimos en la iglesia conforme a lo que se nos ha enseñado a lo largo de los años. Nunca deberíamos pensar que es imposible caer en tinieblas, en ceguera y estar bajo la autoridad de Satanás, como lo hicieron los judíos. Así como ellos cayeron en tinieblas bajo la autoridad de Satanás, nosotros podemos caer y quizás hasta caer más bajo que ellos.

Cada árbol se conoce por su fruto (Mt. 12:33; Lc. 6:44); esto es una ley invulnerable de la Biblia. El que nuestro servicio sea bueno o malo no se determina por las palabras que nosotros hablamos, sino por el fruto que llevamos. A fin de tener fruto apropiado, debemos estar en el espíritu. El fruto que hay en las iglesias del Lejano Oriente no es una evidencia convincente de que los santos viven en el espíritu. No digo esto para condenar a otros o la iglesia, sino para recordarnos de que debemos examinarnos a nosotros mismos. Si vivimos en el espíritu, ¿dónde está nuestro fruto? Un grano de trigo que cae en la tierra y muere lleva mucho fruto (Jn. 12:24). Si decimos que somos granos de trigo y que hemos caído en la tierra y muerto, ¿dónde está el resultado de nuestra muerte? Si nosotros somos iguales a quienes no tienen experiencia alguna de la muerte y no llevan fruto, ¿acaso hemos muerto verdaderamente? Si un grano de trigo no lleva ningún fruto, ¿es mejor que un grano de arena? Es inútil debatir acerca de las razones por las cuales no tenemos fruto; incluso los bandidos tienen razones para ser bandidos. No podemos depender sólo de palabras; tenemos que ver si hay algún fruto.

Si hemos sido colaboradores o ancianos por muchos años pero no tenemos ningún fruto, no necesitamos ninguna otra prueba de nuestra carencia. La infructuosidad de otros no es el problema. Si nosotros mismos no tenemos fruto, nuestra obra es insignificante. Si el Señor viniera hoy a arreglar cuentas con nosotros, Él no verificaría si nosotros estamos en lo correcto acerca de ciertos asuntos; más bien, Él verificará si tenemos fruto. Las iglesias en el Lejano Oriente deberían tener una fuerte capacidad para engendrar muchos hijos. Si los ancianos, colaboradores y hermanos responsables no tienen hijos, perderemos una generación a lo largo de los próximos diez años. Nosotros los colaboradores que hemos obrado por tantos años necesitamos preguntarnos: ¿Quién llevará la obra adelante? ¿Dónde está nuestra próxima generación? Si los colaboradores y los ancianos no producen una nueva generación, las consecuencias serán preocupantes.

EL SERVICIO NECESITA LLEVARSE
A CABO EN EL ESPÍRITU

No debemos seguir métodos

Una vez un hermano responsable promovió el asunto de levantarnos a las 5:30 de la mañana para tener una vigilia matutina, pero su promoción no rindió fruto alguno, pues él sólo promovía la diligencia humana. Sin embargo, ser diligentes no es lo mismo que ser espirituales. Aunque es difícil saber si algo es espiritual, es más fácil saber si algo no es espiritual. Aunque pocos santos pueden dar una definición clara de lo que es la espiritualidad, todos saben si la promoción de cierta práctica en la iglesia es espiritual, especialmente cuando tal promoción no se lleva a cabo en el espíritu. La diligencia y la fidelidad son valiosas en toda circunstancia humana, pero no necesariamente en la esfera espiritual. La espiritualidad tiene que ver con la liberación del espíritu. Un hermano nunca debería animar a las personas a que sencillamente se levanten a las 5:30 de la mañana. Por el bien de los santos, sería mejor si él durmiese más. Ésta sería su salvación. Aunque sería bueno si los que son perezosos se levantaran más temprano, sería mejor si este hermano se levantara más tarde. Cuanto más él promovía el levantarse temprano en la mañana, más muerte el traía a la reunión. Sus buenas intenciones produjeron el efecto opuesto, y les era más fácil a los santos recibir un suministro de vida cuando él no hablaba.

Siempre que se nos da una oportunidad, nosotros buscamos métodos. En 1968 las iglesias en el Lejano Oriente comenzaron a imitar a las iglesias en América al ser ruidosas, pero en poco tiempo ya no había ningún espíritu y ni siquiera un gusto por esto. Así como el estar callados no es necesariamente un asunto en el espíritu, tampoco el ser ruidosos es necesariamente un asunto en el espíritu. No tengo ningún deseo de que lleguemos a ser una “iglesia ruidosa” o una “iglesia callada”, más bien, deseo que seamos una “iglesia que vive en el espíritu”. El espíritu es viviente y espontáneo, no causa ninguna confusión y no necesariamente prohíbe una práctica en particular. Todo lo que es del espíritu hace que las personas toquen el espíritu; todo lo que no es del espíritu perjudica la iglesia. No existen prácticas establecidas en la iglesia. Siento profundamente que las iglesias en el Lejano Oriente se han acostumbrado a un vivir en el cual buscan y siguen métodos mientras descuidan el asunto de vivir en el espíritu.


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