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Vasos útiles para el Señorpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4462-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 12 Sección 4 de 4

DEBEMOS MOVERNOS POR MEDIO DE SER LLENOS
DEL ESPÍRITU SANTO

En el cristianismo actual, cuando bautizan a las personas, ya sea por aspersión o por inmersión, con frecuencia tales personas son bautizadas en agua, pero no en el Espíritu. Aun cuando los pentecostales hacen énfasis en el Espíritu, ellos solamente tienen el nombre, pero sin mucha realidad. Nosotros debemos ser un grupo de personas que verdaderamente prestan atención al Espíritu y avivan el fuego del Espíritu. La Biblia narra que incluso al Señor Jesús le era necesario ser lleno del Espíritu Santo. Lucas 4:1 dice: “Jesús, lleno del Espíritu Santo”. Por tanto, a partir de ahora todos nosotros debemos prestar atención a este asunto. Antes de emprender un largo viaje, uno se asegura que su automóvil esté lleno de gasolina y también, que las llantas estén llenas de aire. De igual manera, antes de ir a hablar de parte del Señor y contactar a las personas una por una, tenemos que orar cabalmente a fin de ser llenos del Espíritu, quien es la “gasolina” y el “aire” que nosotros necesitamos. El Espíritu Santo es tanto nuestra gasolina como nuestro aire, el cual nos llena para que podamos movernos.

Reitero nuevamente, cuando salgan a laborar, ustedes tendrán que echar fuera demonios siempre que sea necesario y sin ninguna consideración. La consideración es señal de que a uno le hace falta fe. Aun si sienten que no tienen fe, deben orar inmediatamente y pedirle al Señor que les dé fe. Entonces deben echar fuera los demonios en el nombre del Señor. En Mateo 12:28, el Señor Jesús dijo: “Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”. En este versículo se hace mención de dos cosas: echar fuera demonios por el Espíritu Santo y que el reino de Dios es introducido al echar fuera los demonios. Por consiguiente, cuando salgan a los recintos universitarios y a las comunidades, y cuando vayan a las aldeas en el futuro, ustedes tienen que echar fuera demonios por el Espíritu Santo a fin de introducir el reino de Dios. Esto requiere que ustedes siempre estén llenos del Espíritu Santo.

Es relativamente fácil echar fuera demonios, pero no es tan fácil curar las enfermedades. Es bien fácil echar fuera a los demonios. Tan pronto ustedes apliquen la sangre preciosa del Señor, serán cubiertos y, en cuanto empleen el nombre del Señor, el demonio será echado fuera. Sin embargo, es posible que no puedan curar las enfermedades en un instante. Si alguien les pide que impongan las manos en él, no podrán rehusar tal petición; tendrán que hacerlo y orar por tal individuo para que el Señor lo sane. Sin embargo, no debieran apresurarse en imponer las manos a todos los enfermos, pues Pablo dijo: “No impongas las manos apresuradamente a ninguno” (1 Ti. 5:22). Si a todos les imponen las manos, estarán creando problemas para sí mismos. Siempre que se encuentren con demonios, ustedes tienen que echarlos fuera. Sin embargo, cuando se encuentren con casos de enfermedades, impongan las manos al enfermo solamente si se lo piden. Si ustedes buscan ser llenos del Espíritu Santo, podrán echar fuera demonios y sanar enfermedades.

Lo primero que nos debe interesar es ser llenos del Espíritu Santo. Una vez que somos llenos del Espíritu, debemos echar fuera demonios y sanar a los enfermos. No nos interesa hablar en lenguas, ni tampoco hacer milagros o prodigios. Con frecuencia esto es lo que hacen los cristianos pentecostales, lo cual es un error. Gradualmente, los que se involucran en estas cosas terminan por dejarlas. Ser llenos del Espíritu es la manera científica y es también una verdad revelada en las Escrituras. Cuando ustedes salgan a predicar el evangelio, tienen que ser llenos del Espíritu Santo; luego, tienen que echar fuera demonios y curar enfermedades. Esto es una ley. En el pasado cuando predicábamos el evangelio, solo prestábamos atención a nuestro hablar, y no dependíamos de ser llenos del Espíritu Santo. Como consecuencia, también pasamos por alto hacer sanidades y echar fuera demonios. La predicación del evangelio requiere que hablemos; sin embargo, en nuestras palabras debe estar el Espíritu, con quien está el poder para echar fuera demonios y sanar a los enfermos. El Espíritu es el poder del evangelio. Si predicamos el evangelio de esta manera, nuestro evangelio será poderoso.

El Nuevo Testamento revela que en nuestra predicación del evangelio debemos tener la palabra (Ro. 10:14-15) y el Espíritu (Lc. 24:29; Hch. 1:4; 2:4). Con la palabra tenemos el suministro de la vida divina, y con el Espíritu tenemos el poder para echar fuera demonios y hacer sanidades (Hch. 5:12-16; 16:18). Si tenemos la palabra y el Espíritu, entonces nuestro evangelio será poderoso y nuestra obra será viviente y eficaz. Si ustedes no buscan ser llenos del Espíritu Santo, me temo que cuando salgan a bautizar a las personas, todo aquel que bauticen morirá. Y como resultado, tal persona no asistirá a las reuniones ni tampoco irá en pos del Señor. Si desean avivar a las personas por medio del bautismo, ustedes deberán bautizarlas no solamente en agua, sino también en el Espíritu. Esto quiere decir que cuando bautizan a las personas, ustedes tienen que guiarles a ser llenas del Espíritu Santo. La manera de hacer esto es enseñándoles a confesar sus pecados, a orar y a abrir su ser para recibir y ser llenos del Espíritu Santo.

El bautismo es el primer paso que toda persona debe tomar después de creer en el Señor. Después, ella tiene que buscar ser llena del Espíritu Santo y vivir y moverse al ser llena del Espíritu Santo. Así debe ser el vivir apropiado de toda persona que ha sido bautizada. La clave para ser lleno con el Espíritu Santo consiste en confesar cabalmente nuestros pecados, orar y abrir nuestro ser al Señor. En el pasado nos ocupábamos únicamente de sepultar a las personas en el agua para que pudieran ser liberadas del mundo mediante la muerte de Cristo. Sin embargo, no resucitábamos de la muerte a tales personas. Como resultado, ellas permanecían muertas con respecto a los asuntos espirituales, carentes del “aire” y la “gasolina” espirituales, por cuanto no habían sido llenas del Espíritu. Ahora debemos prestar atención a esto, para ayudar a las personas a ser llenas del Espíritu Santo, y nosotros mismos tenemos que ser tal clase de personas.

Oración: Señor, permítenos tocar el punto clave y la línea central de modo que podamos permanecer aquí buscando con empeño el ser llenos del Espíritu Santo y ejercitándonos para ser llenos del Espíritu Santo, a fin de tener la palabra y el Espíritu, para poder introducir a las personas en la muerte y hacer que ellas reciban vida, y así nuestro evangelio sea lleno de poder. Señor, no solamente queremos ver este panorama, sino que también te pedimos que nos capacites para que podamos ejercitarnos y llevarla a la práctica. Por medio de nuestra confesión y oración exhaustivas, permítenos abrir nuestro ser a Ti a fin de que podamos ser llenos del Espíritu Santo y podamos guiar a otros a que también sean llenos del Espíritu Santo, de modo que llevemos Tu testimonio en nuestro vivir y nuestro mover. Amén.


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