Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 97 Sección 4 de 4

VI. LA HERENCIA DE DIOS
EN LOS SANTOS Y ENTRE ELLOS

Ahora debemos ver qué es la herencia de Dios en los santos y entre ellos. En el versículo 18, la palabra griega que se traduce en también puede traducirse entre. La herencia de Dios está en los santos y entre ellos. Nosotros, los santos, somos la herencia de Dios. No obstante, lo que somos por naturaleza no puede ser la herencia de Dios. El no desea heredar nuestra naturaleza, nuestra carne o nuestro ser natural; El desea heredar todo lo que ha forjado de Sí mismo en nosotros. Por consiguiente, todo lo que Dios imparte de Sí mismo en nosotros llega a ser Su herencia.

VII. LA HERENCIA DE DIOS SERA
SU EXPRESION ETERNA

En primer lugar, Dios nos constituyó Su herencia (v. 11), Su posesión adquirida (v. 14), y nos permitió participar de todo lo que El es, de todo lo que El tiene y de todo lo que logró, lo cual es nuestra herencia. Finalmente, todo esto llegará a ser la herencia de Dios en los santos por la eternidad. Esto será Su expresión eterna, Su gloria con todas Sus riquezas, las cuales lo expresarán plena, universal y eternamente (Ap. 21:11).

Hemos visto que Dios está en el proceso de impartirse a Sí mismo en nosotros paulatinamente. Todo lo que El imparte en nosotros llega a ser Su herencia. Un día, Dios nos heredará; de hecho, El se heredará a Sí mismo en nosotros. Dentro de nosotros se ha depositado cierta cantidad de la herencia de Dios. La cantidad depende de cuánto Dios se ha forjado en nuestro ser. Debemos orar y pedirle al Señor que nos muestre cuánto de El tenemos. No piensen que hacer esto es ser introspectivos. Necesitamos pedirle que nos muestre cuánto de nuestro ser está constituido de El, y cuánto, de nosotros mismos. Generalmente los cristianos no piensan así. Ellos se pesan a sí mismos conforme a la ética, a lo bueno y lo malo, a lo correcto y lo incorrecto, y al amor y el odio. Sin embargo, la báscula en la que debemos pesarnos es Dios mismo. ¿Cuánto de Dios hay en nosotros en nuestra vida familiar y en la vida de iglesia? Si nos pesamos de esta manera, descubriremos que tenemos muy poco de Dios. No obstante, le damos gracias a El por lo que tenemos. Lo que necesitamos ahora es que El aumente en nosotros, pues la herencia de Dios en los santos es El mismo. En esta herencia están las riquezas de Su gloria. Por ello, en 1:18 Pablo habla de las riquezas de Su gloria en los santos. La vida de iglesia adecuada no es una vida de virtudes naturales, sino una vida de virtudes divinas, las cuales son la expresión de Dios en Su herencia entre los santos.


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