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Espíritu con nuestro espíritu, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0259-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 14 Sección 2 de 3

I. A LOS OJOS DE DIOS [EL ESPIRITU]
ESTA CATALOGADO AL MISMO NIVEL QUE
LOS CIELOS Y LA TIERRA

A los ojos de Dios, el espíritu humano está catalogado al mismo nivel que los cielos y la tierra. Dos versículos de la Biblia hablan con respecto a este asunto, Zacarías 12:1 e Isaías 42:5. Zacarías 12:1 dice claramente que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Los cielos son para la tierra; la tierra es para el hombre, y el hombre tiene un espíritu para tocar a Dios. Sólo con nuestro espíritu podemos tener contacto con Dios.

II. EN NUESTRA ADORACION A DIOS

Nuestro espíritu es importante para tener contacto con Dios, y tener contacto con Dios es adorarle. No podemos tocar a Dios sin adorarle. Dios es el objeto de nuestra adoración, y la adoración humana debe hacerse tocando a Dios. Si adoramos a Dios, tenemos contacto con El. Podemos tener contacto con Dios por medio de nuestro espíritu. El Señor Jesús dijo a propósito en Juan 4:24 que Dios es Espíritu y que debemos adorarlo en nuestro espíritu. Adoramos a Dios ejercitando nuestro espíritu. Si queremos vivir una vida llena de significado, debemos tener contacto con Dios. El es nuestro origen y nuestro espíritu es el órgano espiritual con el cual podemos tocarle.

Nuestra vida física consiste en ejercitar nuestro cuerpo. Sin embargo, vivir sólo físicamente no es más elevado que la vida de una bestia. Si queremos vivir una vida mejor, una vida más elevada, tenemos que ejercitar nuestro espíritu, el cual se produjo a partir del aliento divino de vida. La función principal de este órgano espiritual es tener contacto con Dios, adorar a Dios.

Este conocimiento básico de la Palabra santa debe impresionarnos. Estamos en el proceso de ser entrenados para ser creyentes normales de Cristo. La vida de un creyente normal incluye el servicio o adoración que se le debe rendir al Dios Triuno, y en todo nuestro servicio debemos tener contacto con Dios en nuestro espíritu.

III. CRISTO Y EL ESPIRITU MORAN EN NOSOTROS
Y HACEN DE NUESTRO ESPIRITU LA MORADA DE DIOS

Nuestro espíritu es importante debido a que en este espíritu moran en nosotros Cristo y el Espíritu y hacen de nuestro espíritu la morada de Dios (2 Ti. 4:22a; Ro. 8:11; Ef. 2:22). Si no tenemos a Dios en nuestro espíritu, nuestra alma también estará vacía. El alma fue hecha como un vaso cuyo contenido debería ser Dios. Romanos 9 dice claramente que los seres humanos somos vasos para Dios, recipientes cuyo contenido debe ser Dios (vs. 21, 23). Hoy día el Dios Triuno está corporificado en Cristo y es hecho realidad como el Espíritu. En nosotros moran tanto la corporificación como la realidad de Dios, y permanecen en nosotros como el contenido de nuestro espíritu. Debido a que el Dios Triuno mora en nosotros, los seres humanos somos la morada de Dios.

El contenido del hombre debe ser el mismo Dios creador, el Dios Triuno. Cuando El nos creó, nos dio un órgano en el cual podemos recibirle, tomarle y contenerle para que El pueda entrar en nosotros y ser nuestro contenido. Una casa vacía es una casa miserable. El que mora en nosotros es el Dios Triuno. El Nuevo Testamento dice que Dios mora en nosotros (1 Jn. 4:16), y hasta nos da detalles. Decir que Dios mora en nosotros es muy general. Necesitamos la corporificación y la realidad de Dios. Cuando Dios es corporizado, llega a ser Cristo (Col. 2:9). Cuando Dios es hecho realidad, llega a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Por tanto, hoy en día Cristo y el Espíritu moran en nosotros y hacen en nosotros Su habitación (Ef. 2:22). ¡Es maravilloso que Cristo viva en mí! ¡Es muy hermoso y agradable que el Espíritu vivificante viva en mí! Deberíamos exclamar: “¡Cristo vive en mí y hace Su hogar en mí!” (Ef. 3:17). “¡El Espíritu mora en mí!”.

Puesto que Cristo y el Espíritu habitan en nosotros, somos las personas más elevadas del universo. Estamos en la misma categoría de Dios. Llegamos a estar al mismo nivel de Dios, muy por encima de los ángeles. Debemos alegrarnos de ser los seres más elevados del universo y de estar al mismo nivel de Dios. Debemos comprender que estamos al mismo nivel de Dios debido a que nacimos de El (Jn. 1:12-13). El que nace de un gato, es gato. Uno es el que origina y los demás son los hijos. Los hijos están al mismo nivel de la madre. Si la madre es humana, de seguro todos los hijos serán seres humanos. Nosotros nacimos del gran Dios, así que llegamos a ser Dios en Su vida y naturaleza, pero, por supuesto, no somos como El en Su Deidad. Estamos al mismo nivel de Dios. El es nuestro gran Originador, y nosotros somos Sus hijos. El se hizo Dios-hombre para que el hombre llegase a ser hombre-Dios. Al final, El y nosotros llegamos a estar en la misma categoría, en el mismo nivel, y llegamos a ser de la misma clase.


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