Estudio-vida de Marcospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1437-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Filipenses 2:7 Pablo añade: “Sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo, haciéndose semejante a los hombres”. El Señor se despojó a Sí mismo de Su posición, Su gloria y otros aspectos relacionados con Su deidad. Por supuesto, no se despojó de Su deidad en sí. Al despojarse a Sí mismo, vino como hombre, tomando forma de esclavo y haciéndose semejante a los hombres.
Filipenses 2:7 contiene dos palabras importantes: forma y semejante. En Su encarnación, el Señor no cambió Su naturaleza divina, sino solamente Su expresión externa, dejando la forma de Dios y tomando la de un esclavo. No fue un cambio de esencia sino de condición. La forma de Dios implica la realidad interna de la deidad de Cristo; la semejanza de los hombres denota la apariencia externa de Su humanidad. Exteriormente como hombre tenía la apariencia de un hombre; interiormente como Dios tenía la realidad de la deidad. El tomó forma de esclavo y se hizo hombre en la semejanza de los hombres.
En Lucas 2 se describe al Señor como hombre. Cuando fue a Jerusalén con Sus padres, El era un ser humano, un niño. Allí no le vemos como un esclavo. No fue sino hasta que salió a ministrar que le vemos como tal. El ministraba en calidad de esclavo. Por ejemplo, cuando les lavó los pies a Sus discípulos, se encontraba en forma de esclavo (Jn. 13:4-5). Primero, se hizo hombre en la semejanza de los hombres. Luego, se condujo como esclavo en Su porte exterior de esclavo.
Si un hermano se levanta para hablar en una reunión de la iglesia, ciertamente tendrá el porte exterior de hombre. Sin embargo, si el mismo hermano se pone ropa de trabajo y comienza a pasar la aspiradora por la alfombra, diríamos que tiene el porte exterior de un conserje. En primer lugar, él es un hombre, pero también tiene el porte exterior de un conserje. Este pequeño ejemplo quizás nos ayude a entender cómo el Señor se hizo hombre y cómo después ministró en el porte exterior de esclavo.
Cuando los discípulos discutían quién sería el mayor entre ellos, el Señor les dijo que había venido a servir como esclavo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45). El Señor parecía decirles: “Mírenme. Yo he venido a servir como esclavo, aun al costo de Mi vida. Estoy dispuesto a dar Mi vida en rescate”. Con esto vemos que en Su ministerio el Señor sirvió en el porte exterior de un esclavo.
En Filipenses 2:8 Pablo dice: “Y hallado en Su porte exterior como hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Humillarse fue un paso adicional en el despojamiento de Sí mismo; Su humillación manifestó Su despojamiento. El se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Dicha muerte es el punto culminante de Su humillación. Para los judíos la muerte de cruz era una maldición (Dt. 21:22-23), y para los gentiles, una sentencia de muerte impuesta sobre malhechores y esclavos (Mt. 27:16-17, 20-23). Por eso, era vergonzoso morir así (He. 12:2).
Filipenses 2:9 dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”. El Señor se humilló a lo sumo, y Dios le exaltó al máximo. Desde la ascensión del Señor, no ha habido sobre la tierra otro nombre que esté por encima del nombre de Jesús. Lo dicho por Pablo en Filipenses 2:9 acerca de la exaltación del Señor es similar a lo profetizado en Isaías 52:13.
El Evangelio de Marcos no contiene un relato de la genealogía del Señor ni de Su rango, pues presenta al Salvador como esclavo, y el linaje de un esclavo no es digno de atención.
El relato acerca de Cristo como esclavo de Dios contenido en el Evangelio de Marcos, no habla principalmente de las maravillosas palabras que profirió, sino de Sus excelentes acciones. Dichas acciones exhiben tanto Su preciosa humanidad en la virtud y perfección de la misma, como Su deidad en la gloria y honra de ésta. Debe admirarnos profundamente el hecho de que en este evangelio veamos a un esclavo con una humanidad preciosa en la virtud y perfección de la misma, y con deidad en la gloria y honra de ésta.
El Evangelio de Marcos presenta al Señor Jesús como Esclavo de Dios y como Salvador-Esclavo de los pecadores. Como Salvador-Esclavo, sirvió a los pecadores y dio Su vida en rescate por ellos (10:45). El Señor como Salvador-Esclavo, al dar Su vida en rescate por los pecadores, cumplió el propósito eterno de Dios, a quien servía como Esclavo.
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