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Vivir en y con la Trinidad Divinapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6188-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 13 Sección 1 de 3

CAPÍTULO CUATRO

PORCIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO
QUE REVELAN LA TRINIDAD DIVINA
EN EL MOVER DIVINO
Y EN NUESTRA EXPERIENCIA

(1)

Lectura bíblica: Ef. 1:3-14; 1 P. 1:2; Lc. 1:35; Mt. 1:20-23; Jn. 14:6-24, 26; 15:26; 16:13-15

En este capítulo queremos tener más comunión en cuanto a la revelación de la Trinidad Divina. Queremos ver las porciones en el Nuevo Testamento que revelan la Trinidad Divina en el mover divino y en nuestra experiencia.

EFESIOS 1:3

Efesios 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo [el Hijo], que nos bendijo con toda bendición espiritual [bendición del Espíritu] en los lugares celestiales en Cristo [el Hijo]”. Efesios 1:3 es una porción importante de la Palabra en cuanto a la revelación de la Trinidad Divina. Este versículo revela la Trinidad Divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu. En este versículo el Padre es la fuente de la bendición divina que nos fue dada a nosotros.

Además, el Espíritu es la naturaleza y la esencia de la bendición divina. La bendición divina que hemos recibido es de naturaleza espiritual y origen espiritual. El Padre divino es la fuente de esta bendición, mientras que el Espíritu es la naturaleza y la esencia de esta bendición divina que hemos recibido.

Tercero, el Hijo es la esfera, el elemento, y el caudal de esta bendición divina. Dentro de la esfera del Hijo, Dios nos da Su bendición divina. Cristo también es el elemento de la bendición divina. Un elemento es una sustancia y toda sustancia tiene una esencia con su naturaleza. Por ejemplo, la madera es un elemento. En este elemento hay una naturaleza y una esencia. La naturaleza y la esencia de la bendición divina es el Espíritu, pero el elemento de esta bendición es Cristo mismo. Cuando decimos que Cristo es el elemento de la bendición de Dios estamos diciendo que Cristo mismo es la bendición divina. En la bendición divina está la naturaleza espiritual y la esencia espiritual. Cristo, el Hijo mismo, es la bendición, el Espíritu es la naturaleza y la esencia de esta bendición, y el Padre es la fuente que da esta bendición.

EFESIOS 1:4-14

Efesios 1:4-14 nos revela al Padre, al Hijo y al Espíritu moviéndose para impartirse dentro de nosotros. Primero, los versículos del 4 al 6 nos muestran la elección y predestinación del Padre para Su propósito eterno. La elección del Padre es lo que escogió, y Su predestinación es marcarnos de antemano. Su elección y predestinación son para el cumplimiento de Su propósito eterno, Su plan eterno. Sentimos que una mejor traducción de los versículos 4 y 5 sería así: “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor, predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad”. La elección de Dios incluye Su predestinación. ¿Cómo Dios nos escogió? Él nos escogió al predestinarnos. Cuando alguien va al supermercado, puede seleccionar algo y luego marcarlo de antemano. Marcarlo de antemano es su acción de escoger. De hecho, al marcar de antemano él selecciona. Dios el Padre nos seleccionó por medio de marcarnos desde antes de la fundación del mundo.

Los versículos 7 al 12 de Efesios 1 continúa revelándonos la redención del Hijo para la realización del propósito eterno de Dios. Dios el Padre nos escogió. Luego el Hijo viene para cumplir la economía de Dios mediante Su redención. Fuimos escogidos y predestinados, pero después de la creación caímos; por tanto, necesitamos la redención, la cual Dios ha cumplido para nosotros en Cristo por medio de Su sangre.

Los versículos 13 y 14 revelan el sello y las arras del Espíritu a fin de aplicar el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Primeramente, Dios tiene un propósito eterno, para este propósito Dios nos escogió. Luego el Hijo vino para cumplir este propósito mediante Su redención. Después del cumplimiento de la redención del Hijo, el Espíritu viene para aplicar lo que el Hijo ha realizado conforme a la elección del Padre. Esta aplicación se lleva a cabo por medio del Espíritu que nos sella y que nos da las arras.

No se puede sellar algo apropiadamente si no se tiene el elemento de la tinta. Además, un sello lleva una imagen. Cuando el sello con la tinta es aplicado a algo, la tinta tendrá la misma forma de la imagen del sello. Si el sello es redondo, la impresión también será redonda. Aquí, el sello es Dios mismo, y la tinta es el Espíritu. Cuando el Espíritu sella, hace que llevemos la imagen de Dios; esto nos hace semejantes a Dios.

Aún más, este sello es también las arras. Dios se ha dado a nosotros como las arras, y está en nosotros como nuestra seguridad, nuestra garantía de que Él nos pertenece a nosotros y como nuestro anticipo, a fin de que participemos de Él como nuestra herencia, esto es, nuestro disfrute. Cuando una persona compra una Biblia nueva, tal vez le ponga su “sello” con su nombre. Este sello en su Biblia demuestra que la Biblia es de él. En otro sentido, el sello llega a ser las arras que garantiza que la Biblia le pertenece. Por lo tanto, podemos decir que sellar es dar las arras. Ahora podemos ver que Efesios 1:4-14 revela que el Dios Triuno ha sido forjado en nosotros para el cumplimiento de Su economía eterna.


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