Impartición divina de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6710-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El pensamiento crucial en el cual se centra Efesios es la impartición divina de la Trinidad Divina a todos los creyentes. En otros mensajes hemos señalado que este libro está estructurado con la Trinidad. Por ejemplo, la estructura de un salón de reuniones consiste principalmente de acero, madera y piedras. De la misma manera, todo el libro de Efesios está estructurado con la Trinidad Divina.
Vayamos ahora a Efesios capítulo 1. Como lo indica el título de este mensaje, la impartición divina de la Trinidad Divina en Efesios redunda en la iglesia. Esto significa que la impartición divina produce la iglesia. Aparte de la impartición, la iglesia no puede ser producida. El capítulo 1 nos dice que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, es el resultado de la impartición de Dios en Sus creyentes.
Efesios 1:2 dice: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. La mayoría de los cristianos —incluyéndome a mí mismo— después de leer este versículo ha dado por hecho que lo entiende. Aunque yo leí este versículo por muchos años, no llegué a darme cuenta de lo que eran la gracia y la paz. Pero ahora sé que la gracia en el Nuevo Testamento es nada menos que Dios mismo que se imparte en nuestro ser para nuestro disfrute (Jn. 1:14, 17; Ro. 5:17, 21; 1 Co. 15:10; 2 Co. 12:9; 13:14; Gá. 6:18; 1 P. 4:10; 5:10). La gracia es una persona, Dios mismo, que se imparte en nuestro espíritu para ser nuestra vida y nuestro suministro de vida a fin de que le disfrutemos. Si usted lee el Nuevo Testamento con este entendimiento, la palabra gracia tendrá mucho más sentido para usted. La gracia denota a Dios mismo como nuestro disfrute.
¿Qué es la paz? La paz definitivamente no se refiere solamente a una situación de calma en nuestro entorno. La paz no es algo externo, sino algo interno. La paz viene a nosotros como resultado de que hayamos disfrutado la gracia. Cuando disfrutamos a Dios como gracia, el resultado de ello es la paz. La paz es, por tanto, el fruto, el resultado, de nuestro disfrute del Dios que está en nosotros, el disfrute de Aquel que se ha impartido en nuestro ser.
Según mi experiencia, esta paz implica cinco cosas. En primer lugar, implica reposo. Si no tenemos reposo, no podemos tener paz. La paz también implica consuelo, disfrute, satisfacción y gozo. Cuando yo disfruto a Dios como mi porción interna, experimento reposo, consuelo, disfrute, satisfacción y gozo. Esto es la paz. Aunque externamente puedo tener problemas, interiormente disfruto a Dios y soy una persona alegre. Ésta es la paz que experimentamos como resultado de disfrutar a Dios como nuestra gracia. Este disfrute de la gracia y la paz divinas viene a los santos y a los fieles en Cristo Jesús, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (vs. 1-2).
¿Cómo podemos disfrutar a Dios de tal modo que el resultado sea la paz? Mediante la impartición de la Trinidad Divina. Si usted lee nuevamente el capítulo 1 de Efesios con este entendimiento, vendrá a ser un nuevo capítulo para usted.
Al leer la Biblia todos necesitamos tener una mente renovada. Esto implica que tenemos que olvidarnos del entendimiento que adquirimos en el pasado. Nuestro viejo entendimiento se ha convertido en un velo muy grueso que cubre nuestros ojos. Espero que todas estas capas de velos sean quitadas de nuestros ojos. Entonces podremos tomar la Biblia de una manera pura y ver la Palabra pura. La Palabra pura nos muestra que la gracia y la paz pueden venir a nosotros mediante la impartición de la Trinidad Divina.
El primer asunto es la impartición del Padre. El Padre, nuestro Dios, es maravilloso. Él es un Dios único, y a la vez es triuno. Él es un solo Dios, pero al mismo tiempo es el Padre, el Hijo y el Espíritu. No puedo decirles cómo puede ser esto ni puedo explicarlo. Martín Lutero dijo que si entendíamos cabalmente la Trinidad, entonces debíamos ser Dios mismo. Sólo Dios conoce este asunto, pues es demasiado misterioso. No podemos entender cómo el Dios único puede ser triuno, y mucho menos podemos explicarlo. En los casi veinte siglos de historia del cristianismo, los maestros y teólogos han intentado explicar la Trinidad; pero al hacerlo han cometido errores y han causado muchos problemas. Hemos aprendido una lección por medio de ellos que nos sirve de advertencia, y por eso preferimos no explicarlo mucho. En vez de ello, preferimos hablar conforme a lo que nos revela la Palabra pura.
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