Información del libro

Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-377-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 12 Sección 3 de 4

UN JACOB TIERNO

Más tarde, José llegó a gobernar la casa de Faraón, el señor de toda la tierra de Egipto. Jacob, por su parte, se enfrentaba al hambre que predominaba en la tierra de Canaán. Al enfrentarse a esta calamidad, envió a sus hijos a Egipto a comprar trigo, mas no dejó ir a Benjamín, su hijo menor. Mientras sus hijos compraban víveres en Egipto, José los reconoció y detuvo intencionalmente a Simeón. Les dijo que lo liberaría sólo si le traían a Benjamín. Cuando ellos volvieron a casa, le contaron a Jacob todo lo que les había acontecido, y éste les dijo: “Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas” (Gn. 42:36). He aquí un Jacob tierno; ya no es el Jacob de antes, pues ahora vivía bajo la mano de Dios, y su vida natural se había ido consumiendo día tras día. Delante de Dios, él había sido transformado en una persona tierna y amorosa.

Cuando se acabó el trigo que habían comprado en Egipto, se vieron obligados a volver para comprara más, pero sólo podrían hacerlo si cumplían la condición que les había puesto el gobernador de Egipto: tenían que llevar consigo a Benjamín. Jacob no tuvo otra alternativa y dejó ir a su hijo menor, a quien más quería. La Biblia nos narra: “Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo...” (Gn. 43:11). Aquí la Biblia se refiere a Jacob como Israel. La expresión “pues que así es, hacedlo” indica que ahora él era una persona tierna; ya no era obstinado. Anteriormente, él hacía lo que quería, pero ya no. Sus palabras: “Pues que así es, hacedlo”, indican que ahora Jacob era una persona flexible que podía ceder. “Tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras”. Esto muestra que Jacob, un hombre ya viejo, ahora estaba lleno de bondad. “Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación” (v. 12). El quería devolver el dinero que habían hallado. Ya no actuó como en el pasado cuando tomaba los bienes de otros como que si fueran suyos. “Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón” (v. 13). Jacob consintió en dejar ir a Benjamín, y dijo: “Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo” (v. 14). Este Jacob era totalmente diferente del Jacob de antes. ¡Dios le quitaba a su hijo más querido; su hijo menor, Benjamín, se desprendió de él! A pesar de toda una vida de labor, se había quedado sin nada. Dios lo había despojado. Jacob dijo: “Y si he de ser privado de mis hijos, séalo”. Parecía decir: “Tengo un sólo deseo: que el Dios Omnipotente, el Dios que conocí en Bet-el, os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro hermano vuestro y a Benjamín”. Si uno lee la historia de Jacob como una persona desconocida, es posible que no lo entienda, pero si uno se pone en la situación de él, comprenderá qué clase de persona era él para ese entonces. Anteriormente él era una persona hábil, sagaz y suplantadora, pero ahora había sido transformado en una persona flexible, tierna y amorosa. ¡Cuánto tuvo que haber obrado Dios en él!

UN JACOB RESPLANDECIENTE

Lo que mencionamos no revela suficientemente el esplendor de Jacob. De aquí en adelante, Jacob se convirtió en una persona que resplandecía. Cuando sus hijos volvieron de Egipto la segunda vez y le dijeron: “José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto”, el corazón de Jacob se afligió, porque no les creía (Gn. 45:26). Más adelante, cuando vio los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. “Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera” (v. 28). Notemos los casos en que la Biblia se refiere a él como Jacob y aquellos en que lo llama Israel. Jacob ya era una persona tierna. Si hubiera sido el Jacob de veinte o cuarenta años antes, probablemente se habría enfurecido enérgicamente contra sus hijos [al enterarse de lo que habían hecho]. Pudo haberles dicho: “¿Por qué me han tenido engañado por tanto tiempo?” Pero lo único que dijo fue: “Basta ... iré, y le veré antes que yo muera”. Aquí percibimos una delicadeza, una madurez y una templanza que han sido refinadas por el fuego. Dentro de este Jacob el Espíritu Santo había forjado algo que no se encontraba en el Jacob de antes.

Aunque Jacob dijo: “Iré, y le veré”, surgió un interrogante dentro de él. Parecía decir: “¿Puedo en verdad ir a Egipto? ¿Puedo descender a Egipto por amor a José? Abraham, mi abuelo, pecó al descender a Egipto. Fue reprendido y volvió. Isaac, mi padre, quiso ir a Egipto cuando hubo hambre, pero Dios se le presentó y le advirtió que no fuera. El obedeció el mandato de Dios, y Dios lo bendijo. Ahora, yo, habiendo heredado las promesas de Abraham e Isaac, ¿he de descender a Egipto por causa de José? José es mi hijo amado y, por ser gobernador en Egipto, no podrá venir a mí, pero ¿es este lazo entre padre e hijo razón suficiente para que yo descienda a Egipto? Si desciendo a Egipto, ¿qué será del mandato de Dios? ¿Qué será de Sus promesas? ¿Qué será de esta tierra, la cual es la heredad de Dios? Si desciendo a Egipto, ¿perecerá acaso este linaje? ¿Cómo sé preservará el linaje de Abraham e Isaac? Este era un problema. Jacob temía equivocarse. Por tanto, cuando llegó a Beerseba, se detuvo y ofreció sacrificios a Dios (Gn. 46:1).

En esta ocasión Jacob resplandecía más que nunca. Cuando dejó que Benjamín fuera a José, dijo: “El Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín”. Esto revelaba que Jacob había llegado a una condición espiritual que no tenía antes. Ahora se preocupaba por las promesas, el plan, la herencia y el pacto de Dios. Se convirtió en una persona temerosa y por eso, se dirigió a Beerseba y “ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac”. Esto muestra que ya no era el de antes. Al ofrecer sacrificios a Dios, parecía decirle: “Aquí estoy para servirte; todo lo que tengo lo pongo sobre el altar. No me importa si voy o no. Esta es mi actitud delante de Ti”. Si vemos lo que Dios le dijo en el siguiente pasaje, entenderemos lo que sentía Jacob en aquel momento. “Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación” (vs. 2-3). Esto prueba que Jacob tenía temor. Damos gracias a Dios, pues este temor revela lo que Dios había hecho en él. El recelo de Jacob en cuanto a descender a Egipto por amor a José muestra que había alcanzado algo que ni Abraham ni Isaac habían alcanzado. Abraham descendió a Egipto su propia decisión cuando se enfrentó al hambre; Isaac quiso descender a Egipto cuando se enfrentó al mismo problema, pero afortunadamente Dios se lo impidió. Sin embargo, en este caso Dios no lo impidió. Jacob se detuvo a medio camino, pues lo había emprendido por sus propios medios. Pensó en las promesas y el pacto de Dios, y tuvo temor. ¿Qué debía hacer? Sólo podía hacer una cosa: ofrecer sacrificios a Dios. Debía ir al altar del sacrificio. Esperó hasta que Dios le dijo: “No temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver”. Al oír estas palabras se atrevió a levantarse de Beerseba. ¡Esto era lo que el Espíritu Santo había forjado en él! El era otra persona, totalmente diferente de la que había sido antes. Esta persona había sido constituida y establecida por el Espíritu Santo, y era el testimonio de El.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top