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Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3898-1
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LA EXPERIENCIA QUE TENEMOS DE CRISTO

Hace muchos años recibimos ayuda en cuanto a este asunto del reino; y puesto que nos ayudó, ministramos este asunto a otros. Hubo varias reacciones a lo que ministramos en cuanto al ejercicio del reino y su recompensa. Algunos dijeron que esto era hinduismo y otros dijeron que era semejante a la enseñanza del purgatorio católico. Pero esto no es hinduismo, purgatorio ni tampoco es ascetismo, sino la experiencia que tenemos de Cristo.

LA MENTE DE CRISTO

Filipenses 2:5 dice: “Haya, pues, en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús”. El modo de pensar de Cristo debe llegar a ser nuestro modo de pensar. Después de que Pablo nos dice que debemos permitir que la manera de pensar de Cristo llegue a ser nuestra, él habla de cómo el Señor Jesús estuvo dispuesto a ser reducido y a humillarse. Esto es lo que queremos decir al usar la palabra hilar. El hilar celestial y divino trajo a Cristo de los cielos a la tierra. Hizo que el gran Cristo llegara a ser el más humilde y pequeño de todos los hombres. Cristo ha sido hilado. Él estuvo dispuesto a ser hilado de esta manera, pues éste era Su manera de pensar.

Debemos tener en cuenta el contexto de estas palabras que Pablo habló a los filipenses en cuanto a la manera de pensar de Cristo. Al menos hasta cierto punto, los creyentes de Filipos no estaban en el reino. En su concepto, ellos se consideraban mejores y superiores a los demás. Esto era un indicio de que ellos no tenían la mente de Cristo. Por lo tanto, el apóstol Pablo les dijo que debían permitir que la manera de pensar de Cristo llegara a ser la suya. Les dijo que pese a que Cristo era tan elevado y tan grande, Él estuvo dispuesto a humillarse e incluso a morir en la cruz. Cuando Cristo fue crucificado, fue reducido a nada. El enemigo incluso lo retó para que descendiera de la cruz. Los que se burlaban de Él decían que si descendía de la cruz, creerían en Él. ¡Qué provocación más diabólica fue ésa! Así que, en lugar de descender de la cruz, Cristo permaneció allí al menos durante seis horas para ser reducido a nada. Él no expresó ninguna palabra para vindicarse a Sí mismo. Ésta es la manera de pensar de Cristo, y ésta es la única manera de pensar que puede edificar la iglesia. Es sólo cuando tenemos esta mente que somos aptos para la edificación.

ESTAR DISPUESTOS A SER REDUCIDOS A NADA

Si vemos esta visión y la comparamos con la situación que impera entre los cristianos de hoy, comprenderemos que la edificación de la iglesia es una imposibilidad humana. Quizás usted diga: “Señor, cuando Tú estuviste en la tierra, dijiste que edificarías la iglesia. Pero ya han pasado casi dos mil años y todavía no vemos la edificación. Señor, ¿dónde está Tu edificio?”. Si le hablamos al Señor de esta manera, tal vez Él nos conteste: “Tú no ves la edificación porque son muy pocos los que están dispuestos a ejercitarse en el reino”. Todos amamos al Señor y la iglesia; pero la pregunta es si estamos dispuestos o no a ser reducidos a nada. Como todos sabemos, nuestro espíritu es la profundidad misma de nuestro ser. Así que ser pobres en esta parte de nuestro ser, significa que hemos comprendido que no somos nada. ¿Está usted dispuesto a ser nada?

NECESITAMOS EL EJERCICIO DEL REINO

Tomemos como ejemplo lavar los platos. A veces yo le ayudo a mi esposa a lavar los platos, y muchas veces, mientras lo hago, he pensado que me gustaría que los jóvenes se enteraran de esto para que vieran que les estoy dando un ejemplo muy bueno. Éste es el yo magnificado. Sé que ésta es la actitud de muchos de los que viven en las casas de hermanos. Mientras lavan los platos, quizás digan: “Señor, Tú sabes que los demás no están dispuestos a lavar los platos. Pero yo los estoy lavando por amor a Ti”. Éste es el horrible yo que se expresa por medio de lavar platos. Cuando usted lava los platos y no piensa ni siente nada al respecto, eso muestra que el yo ha desaparecido. Revela que usted no es nada en cuanto a la tarea de lavar los platos. Sin embargo, siempre que en este asunto pensemos en nosotros mismos, eso será un claro indicio de que el yo está presente. No sólo el yo está presente, sino que además está siendo alimentado. Después de lavar los platos de esta manera, algunos podrían ir a su cuarto y orar, diciendo: “Señor, gracias porque yo fui el único que lavó los platos”. Esta acción de gracias proviene del yo magnificado. Si usted lava los platos de esta manera por varios días, tarde o temprano acabará por enojarse con las personas con las que vive y no volverá a lavar los platos. Esto nos muestra cuánto necesitamos el ejercicio del reino.


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