Verdad, la vida, la iglesia y el evangelio las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3645-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Espero que todos los santos, sobretodo los jóvenes, aprendan las verdades de esta manera. Pablo dijo que Dios desea que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4). No debemos ser como el cristianismo, donde los ancianos que son miembros de una iglesia llevan años de haber sido salvos y siguen siendo ignorantes en cuanto a la verdad. Por ejemplo, muchos cristianos han sido salvos por muchos años y aún no saben qué significa el nombre de Jesucristo. Algunos piensan que Jesús significa lo mismo que Cristo y que Cristo es el Salvador. Si uno les pregunta qué diferencia hay entre los términos Redentor y Salvador, probablemente piensan que significan casi lo mismo. Incluso puede ser que muchos santos entre nosotros no conozcan el significado intrínseco y el misterio escondido. No es mi intención señalar las debilidades de los demás, pero sí quiero hacerles notar que las viejas tradiciones del cristianismo siguen ejerciendo gran influencia sobre nosotros. Aunque en el pasado hemos presentado muchas de las verdades elevadas, nunca hemos definido de una manera precisa lo que significa el nombre Jesucristo. El resultado es que probablemente sepamos en parte lo que significa, pero no estemos completamente seguros de ello. Ésta es la situación que impera entre los cristianos de hoy.
En breve, Jesús significa “Jehová el Salvador”. En particular, el vocablo hebreo que se traduce “Jesús” se compone de dos palabras. La primera significa “Jehová” y la segunda “Salvador”. De ahí que Jesús signifique “Jehová el Salvador”. Ésta es la definición más clara del nombre Jesús. Por su parte, la palabra Cristo significa “el Ungido de Dios”. Por lo tanto, Jesucristo significa que Jehová el Salvador es el Ungido de Dios.
Una ventaja de la educación escolar es que a cada cosa y a cada asunto se le da una definición precisa, a fin de que podamos aprender las definiciones correctas de las cosas que conocemos sólo de modo general. Si una persona no entiende bien las definiciones de diferentes cosas, la manera en que hable de ellas no será precisa ni acertada. Cuando la gente la escucha hablar, de inmediato se dan cuenta de que no ha recibido mucha educación. Hoy en día los cristianos van a la iglesia todas las semanas y adoran a Dios cincuenta y dos veces al año, pero, después de diez o veinte años, siguen sin conocer a ciencia cierta las verdades bíblicas. Prácticamente ninguno es capaz de explicar lo que significa el amor, la luz, la santidad y la justicia. Es por ello que los cristianos de hoy son tan débiles y se hallan en una condición tan deplorable. Esto se debe a que no han sido educados como es debido.
Las iglesias del recobro del Señor deben aprender de esto. Todos los santos en cada iglesia deben ser educados en la verdad. Hay un himno que dice que la iglesia no es una escuela o factoría, sino un huerto donde Dios puede cultivar a Cristo (Himnos, #379). Lo que hacemos en este huerto es simplemente el trabajo de plantar y regar. No obstante, no debemos abrir una escuela para enseñar la Biblia, sino más bien, llevar a cabo nuestra educación bíblica en los hogares. Los padres, la generación mayor, deben enseñar a sus hijos, la generación más joven. Los judíos en la antigüedad no tenían escuelas, su educación se llevaba a cabo en sus hogares, y los padres eran responsables de enseñar a sus hijos. Si bien es cierto que la iglesia no es una escuela sino una familia, aun así debe realizar la función de enseñar a las personas. Debemos ser educados en la iglesia, no como se educa a las personas en la escuela, sino como se les educa en el hogar, es decir, a la manera en que los padres enseñan a los hijos e hijas mayores, y los hermanos y hermanas mayores, enseñan a sus hermanos menores. Con el tiempo, todos sabrán hablar y enseñar. De esta manera en la iglesia imperará una atmósfera en la cual todos aprenden y se enseñan mutuamente, y todos los santos progresarán notablemente en cuanto a la verdad.
En estos días me he sentido muy contento porque mientras que estuve viajando por Japón, Corea del Sur, Taiwán y las Filipinas, observé que los jóvenes en la iglesias están procurando la verdad. Ellos son capaces de enseñar las verdades unos a otros, e incluso a los santos de edad avanzada. Ellos pueden decirles a las personas de una manera clara que Jesús es Jehová el Salvador y que Cristo es el Ungido de Dios, por cuanto han aprendido estas cosas de los mensajes del Estudio-vida. En el pasado las viejas doctrinas que predicábamos eran como nubes y neblina que flotaban en el aire, nada era claro. Pero ahora los mensajes del Estudio-vida presentan la verdad de una manera clara y precisa, de modo que las personas pueden rápidamente entender la vedad después de leerlos. De ahora en adelante, tenemos que cambiar nuestra tradición familiar. Ya no debemos permanecer bajo la influencia del cristianismo, el cual se encuentra en confusión; antes bien, debemos renunciar completamente a todas las viejas prácticas. Eso no quiere decir que debamos deshacernos de la Biblia, sino más bien, que debemos salir completamente de ese ambiente de nubes y neblina. Lo que queremos es tener un cielo despejado, es decir, que cada verdad tenga una clara definición. Tenemos que aprender las verdades hasta que las entendamos cabalmente y seamos capaces de explicarles a otros lo que es la justificación, la santificación, la renovación y la transformación.
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